Con la capacidad de resiliencia que otorga estar al frente de una empresa familiar de varias generaciones, José María Serra mira al futuro con confianza. Habituado a adaptarse a los cambios manteniendo la mirada en el largo plazo, el directivo destaca la relevancia de extraer aprendizajes, como situar a las personas -tanto clientes como los empleados- en el centro de la toma de decisiones estratégicas. Un enfoque que, junto con el impulso de la tecnología, permitirá continuar generando crecimiento y riqueza.
RESPUESTA. Creo que contribuir al desarrollo social y económico de las comunidades en las que operamos incluye hacer frente a los retos que el cambio climático nos plantea, y ayudar a paliarlos. De esta forma, en primer lugar, queremos gestionar y medir el impacto de la actividad del Grupo, aunque opere en un sector poco intensivo en este aspecto. En nuestro Plan Director de Sostenibilidad prevemos implantar métricas que ayuden a medir y gestionar los riesgos y oportunidades derivados del cambio climático.
También trabajamos en reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para alcanzar los objetivos europeos de 2030 y lograr la neutralidad en carbono en 2050. A su vez, estamos centrados en la incorporación de las recomendaciones del Task Force on Climate-related Financial Disclosures (TCFD) en nuestro proceso de reporting.
Estoy de acuerdo en que el tratamiento personalizado es un factor clave para fidelizar al cliente de una empresa aseguradora. En este sentido, la era digital no supone un inconveniente para conseguir este objetivo, al contrario, ofrece muchas más posibilidades de prestarle el servicio que desea, y a través del canal que prefiera, manteniendo la cercanía en todo momento.
Si no somos capaces de mantener esa cercanía no estamos prestando el servicio que un cliente fiel se merece. Por ejemplo, basta con observar cómo la tecnología nos ha permitido seguir prestando un buen servicio a los clientes en estos tiempos tan difíciles que estamos viviendo debido a la pandemia.
Yo no diría que nos encontramos en una etapa de transición por las exigencias de la sociedad. Cuentan que, cuando salían del paraíso, Adán le dijo a Eva, “estamos entrando en una etapa de transición”. Las mayores exigencias de la sociedad son una constante histórica. Evidentemente la sociedad cada vez demanda más de las empresas y estas deben ser capaces de explicar los valores que aportan, creando riqueza, empleo y, en definitiva, contribuyendo positivamente al entorno y a sus grupos de interés.
Creo que es clave divulgar la actuación de forma transparente y clara a los diferentes grupos de interés, lo que en nuestro caso procuramos hacer a través de la información que ponemos a disposición de todos ellos de forma pública, que además tiene unos requisitos exigentes por el hecho de ser un Grupo cotizado; al mismo tiempo, estamos a su disposición por diversos canales: teléfono, email, web, foros sectoriales, roadshows, etc. Por último, articulamos nuestra acción social a través de la Fundación Jesús Serra, que trabaja para ayudar a lograr una sociedad mejor para todos.
El entorno vivido a raíz de la pandemia del COVID-19 ha supuesto una experiencia que ha revolucionado el concepto de cómo entendíamos el trabajo hasta la fecha. Afortunadamente, nos acercamos a un momento en el que los avances en los esquemas de vacunación nos permiten encarar el futuro con optimismo y plantear cómo puede ser la vuelta a la normalidad.
Creemos en un modelo que aúne lo aprendido y aproveche las ventajas del trabajo presencial y del remoto, cumpliendo con tres objetivos fundamentales: la satisfacción del empleado, permitiéndole un mejor equilibrio laboral-personal, la productividad, asegurando el foco en resultados; y la atracción y retención de talento, ofreciendo una propuesta de valor atractiva para el empleado.
Para mirar hacia el futuro es bueno analizar de dónde venimos. Poco tiempo después de la implantación de KPMG en España, hace 50 años, hice mi viaje de novios y llevé conmigo algunos libros que me regalaron. Uno de ellos se llamaba “Dynamics of change”, y recopilaba una serie de estudios realizados por expertos.
Vaticinaba que los cambios que vendrían serían de tal magnitud que supondrían un reto difícil de superar por las empresas y las personas, y quienes no fueran capaces de reinventarse desaparecerían o se quedarían sin trabajo.
Sin embargo, la experiencia me dice que tanto las empresas como las personas tienen una capacidad de adaptación muy superior a la que nos imaginamos. Hoy suena la misma música que hace 50 años. Soy de los que confían en la capacidad que todos tenemos de aprovechar las nuevas oportunidades que la tecnología nos brinda.
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