César González-Bueno ha experimentado de primera mano la profunda transformación de un sector que ha sabido adaptarse con rapidez y dar respuesta a una sociedad cambiante. Consciente de los retos que implica la digitalización y la sostenibilidad, el directivo insta a potenciar la comunicación y el empoderamiento de los equipos, así como impulsar una cultura exigente y meritocrática. Sin olvidar el valor clave de la transparencia y el acompañamiento personal del cliente.
RESPUESTA. Efectivamente, la banca es un agente clave en la transición hacia una economía más sostenible y descarbonizada. Y no solo porque las entidades tenemos que transformarnos nosotras mismas, camino en el que hemos avanzado muy significativamente, sino porque somos un agente neurálgico en la economía y estamos por tanto en disposición de impulsar y acompañar en la transformación de nuestros clientes y proveedores.
En Banco Sabadell, el acompañamiento a esta transición de nuestros clientes es muy natural, ya que somos un banco de relación, de estar al lado de nuestros clientes y acompañarles en la cobertura de sus necesidades, entre las que la transición hacia modelos más sostenibles está ganando relevancia.
En cuanto a la información que generan las compañías, hay que avanzar hacia estándares de información empresarial homogéneos a nivel internacional, y avalados por los reguladores. Esto mejorará la transparencia y, especialmente, la comparabilidad de la información para los inversores.
En mi opinión, en la relación banco-cliente hay algunas cosas que no van a cambiar. Las personas y empresas seguirán teniendo necesidades financieras que cubrir y los clientes continuarán valorando especialmente la seguridad, la confianza y la atención experta.
Lo que sí que está cambiando es la manera en que nos relacionamos las personas, siendo especialmente relevante la extensión y normalización de las relaciones a distancia. Lo que hace unos años era un fenómeno circunscrito a las generaciones más jóvenes hemos visto como se ha extendido rápidamente y en todo el mundo a todos los estratos demográficos.
En mi opinión, esto va a marcar un antes y un después en el que vamos a ir viendo cómo la dicotomía entre “digital” y “oficina” deja paso a una dicotomía entre “digital” y “personal”. El reto para las entidades financieras es desarrollar modelos de atención más apalancados en tecnología que permitan satisfacer las necesidades del cliente de manera remota sin perder el acompañamiento personal que el cliente demanda. Esta es la nueva proximidad que el cliente espera.
Cuando se está inmerso en un proceso de transformación tan profundo como el que estamos viviendo en el sector financiero, yo creo que las características que deben guiar el comportamiento de un buen líder son una comunicación efectiva, el empoderamiento de los equipos y el impulso de una cultura exigente y meritocrática.
Comunicación porque en procesos de cambio, más que nunca, es fundamental que los equipos se sientan partícipes y entiendan el porqué de las actuaciones que se plantean. Empoderamiento porque la transformación que tenemos por delante persigue principalmente seguir dando respuesta a las necesidades del cliente, y es necesario, por tanto, que las decisiones se tomen cerca de los equipos que tienen más conocimiento de estas necesidades y comportamientos del cliente.
Por último, cultura de exigencia y meritocrática. Exigencia porque el reto que tenemos por delante es relevante y necesitamos que cada uno dé lo mejor de sí mismo para hacerle frente. La meritocracia es un elemento indispensable para que esta exigencia sea sostenible a medio plazo.
Los periodos de crisis se caracterizan por incorporar inestabilidad y presión para tomar decisiones rápidas. Es muy importante analizar bien el entorno y también hacer una reflexión profunda sobre las capacidades y características de tu compañía. Esto es la base para definir la visión de medio plazo hacia la que se quiere avanzar, que no necesariamente es un punto de llegada perfectamente definido, sino que en ocasiones puede ser una nube de puntos.
Pero es importante que la dirección esté clara para, a partir de ahí, saber cuándo hay que tomar decisiones tácticas en el corto plazo, sin perder de vista la dirección estratégica de medio plazo hacia la que estás avanzando. Además, hay que tener también flexibilidad para ir revisando de manera recurrente que la visión estratégica de medio plaza es válida y sigue siendo la más adecuada. De alguna manera, al largo plazo se llega por una sucesión de acciones de corto plazo.
Nuestras empresas y nuestros emprendedores deben contar con el mejor marco posible para el desarrollo de su actividad económica. Para ello es necesario avanzar hacia una administración pública más moderna, ágil y digital. Es importante minimizar los plazos de los procesos administrativos, reduciendo y simplificando los trámites y los permisos, y evitando las duplicidades.
Por otra parte, sería positivo revisar las regulaciones – fiscales y laborales – que dificultan el crecimiento en tamaño de nuestras empresas. De esta forma lograríamos aumentar su capacidad para acometer más proyectos de internacionalización, innovación y digitalización. Por último, es importante contar con un sistema educativo que garantice un capital humano cualificado y con perfiles adaptados a las necesidades del tejido productivo.
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