La transición energética es parte sustancial de la agenda estratégica de Josu Jon Imaz desde hace tiempo. Para el directivo, el éxito de esta transición va más allá de la descarbonización y el impulso de las energías renovables, sino que pasa por la inclusión de toda la sociedad, garantizando que nadie quede atrás. Para ello, aboga por el trabajo conjunto del sector público y privado e insta a disponer de un marco regulatorio que facilite esta transformación, que garantice la neutralidad tecnológica y que fortalezca el tejido industrial del país.
RESPUESTA. El sector industrial en su conjunto debe ser actor principal de la transición. Para ello, es necesario hacer compatibles los objetivos de descarbonización y la reindustrialización. La industria genera empleo estable, de calidad, y siempre ha sido un motor para la I+D y para el desarrollo y el progreso en toda la geografía española.
Para que pueda existir una industria fuerte en el futuro, la principal medida es contar con un marco regulatorio inclusivo que facilite, precisamente, la transición desde los modelos energéticos actuales a los que van a hacer posible un mundo neutro en carbono. La neutralidad climática debe alcanzarse desde la neutralidad tecnológica.
Todas las tecnologías que contribuyan a evitar emisiones de CO2 y a retirarlo de la atmósfera deben ser parte de la solución para alcanzar la neutralidad climática, evitando costes innecesarios a la sociedad.
Desde Repsol estamos transformando nuestros complejos industriales para que aporten a la sociedad la energía que necesita al tiempo que se impulsa la transición energética y se fortalece el tejido industrial en España. Creemos en estrategias de descarbonización basadas en capacidades tecnológicas e industriales.
La eficiencia energética, los procesos de economía circular, el hidrógeno renovable y la captura y uso de CO2 son palancas fundamentales para lograr las cero emisiones netas en 2050.
Lo ocurrido en 2020 ha sido un evento totalmente disruptivo, por su envergadura y por su carácter global. Sin embargo, el entorno llevaba años siendo volátil. En un contexto marcado por la incertidumbre, es imprescindible tener clara la meta para entender y gestionar adecuadamente los acontecimientos que se produzcan.
En el caso de Repsol, llevamos años comprometidos con la transición a una economía descarbonizada y, en diciembre de 2019, anunciamos públicamente nuestro compromiso para ser una compañía cero emisiones netas en 2050. También llevamos años apostando fuertemente por la industria, por el empleo de calidad y el desarrollo equilibrado del territorio. Es decir, apostamos por una transición energética justa.
En primer lugar, es imprescindible compartir con nuestros profesionales la visión de la compañía y la transformación que queremos que experimenten nuestros negocios y actividades para continuar ofreciendo a la sociedad la energía que necesita. Y, asimismo, debemos facilitar una actualización continua de las capacidades de nuestros equipos a través de movilidad interna, programas de formación y otras herramientas de aprendizaje.
En Repsol contamos con una tradición consolidada en materia de desarrollo del talento. En esta etapa, los programas de capacitación están muy asociados a la digitalización, a las nuevas tecnologías y a la evolución de los estilos de liderazgo.
Tenemos ante nosotros años complicados y es necesario contar con un entorno regulatorio inclusivo que dé cabida a todos los actores comprometidos con la transición energética.
Para ello, es importante que la regulación incorpore la perspectiva de todos los involucrados y, también, que se establezcan mecanismos flexibles y eficientes de colaboración público-privada. Esto repercutirá positivamente, sin duda, en las iniciativas que se desarrollen a partir de los fondos europeos Next Generation.
El reto de lograr la neutralidad climática en 2050 es muy ambicioso y todos somos necesarios para conseguirlo. Trabajemos juntos para lograr una economía descarbonizada que apueste por la tecnología y el empleo en España.
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