Las empresas familiares se conciben como proyectos que trascienden a sus gestores y que persiguen la construcción de un futuro mejor para las nuevas generaciones. Partiendo de esta visión, Marc Puig defiende que el propósito actúa como fuerza de atracción del talento, especialmente entre los más jóvenes, y aboga por aprovechar la digitalización para cohesionar la sociedad y mejorar la vida de las personas. Asimismo, defiende la necesidad de crear un marco institucional que incentive la asunción de riesgos necesaria para dinamizar la economía e impulsar el crecimiento.
RESPUESTA. La empresa familiar está especialmente concienciada y comprometida con la sostenibilidad. Está en la agenda de las compañías y es un elemento prioritario en la toma de decisiones. Según un estudio reciente, casi el 90% de las empresas familiares reconocen que la sostenibilidad forma parte de su propósito. Y es que la empresa familiar es un proyecto a largo plazo que trasciende a las personas que la gestionan en cada momento, con el objetivo de hacer del mundo un lugar mejor para las generaciones futuras.
Es fundamental fomentar la educación y la formación a largo de la vida profesional de las personas. También es importante aplicar nuevas formas de liderazgo basadas en organizaciones más transversales, más horizontales, menos jerárquicas, que se orienten hacia la generación de la información y a su capacidad para analizarla. En este sentido, hay que aprovechar la digitalización para cohesionar la sociedad y mejorar la vida de las personas.
La empresa familiar está comprometida con su legado de dejar un mundo mejor, implicando a sus órganos de gobierno, profesionales, proveedores, clientes y consumidores y actuando con la máxima responsabilidad. Durante este año de pandemia las empresas familiares han contribuido desde el punto de vista económico y social con diversas iniciativas.
Sin duda, el talento es y será el principal factor de productividad de las empresas. Las nuevas generaciones necesitan sentirse identificadas con el proyecto empresarial, que debe tener un carácter trascendental. Es decir, tiene que ir más allá de la mera generación de beneficios. Por ello, las organizaciones empresariales, si quieren atraer a estas nuevas generaciones, aparte de formarlas, deben ser flexibles, escucharlas, darles la posibilidad de crecer y que se sientan identificados con la empresa y con su propósito.
La dimensión de la empresa española es un problema estructural que responde fundamentalmente a la menor productividad de las micro pymes. Esta baja productividad es consecuencia de unos menores niveles de educación y formación; de la complejidad regulatoria fiscal, administrativa y laboral; de la fragmentación de los mercados interiores; de un menor grado de colaboración público privada entre la administración y las empresas, lo cual reduce la eficiencia de las administraciones públicas; de una menor educación financiera, que implica una mayor dependencia de los ahorros privados y del crédito bancario; y en definitiva, de un marco institucional que requiere una mayor capacidad de crecer y de dinamizar la economía, para lo cual es imprescindible un sistema que incentive la asunción de riesgos.
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