Onur Genç lleva años siendo testigo de cómo la banca ha ido incorporando a su estrategia aspectos como la sostenibilidad y la inclusión, por lo que ante esta nueva etapa de transformación verde confía en que el sector continuará desempeñando un papel clave. El directivo es optimista ante el protagonismo que están adquiriendo los canales digitales, un reto de adaptación para el que apuesta por potenciar las capacidades de los empleados, sin dejar de lado el propósito y los valores corporativos.
RESPUESTA. La lucha contra el cambio climático se ha convertido en una prioridad en la agenda de todos: gobiernos, reguladores, inversores, empresas y consumidores. El Plan Europeo de Recuperación y su compromiso por acelerar la transición ecológica y digital es una muestra de ello. En BBVA hemos sido pioneros incorporando la sostenibilidad como un pilar clave de nuestra estrategia.
Por un lado, canalizamos financiación sostenible y ofrecemos a nuestros clientes asesoramiento y soluciones innovadoras para luchar contra el cambio climático y para lograr un mundo más inclusivo. Y, por otro, hemos avanzado en alinear nuestra actividad con los objetivos del Acuerdo de París. En este sentido, me gustaría destacar nuestro compromiso para lograr cero emisiones netas en 2050, teniendo en cuenta tanto nuestras emisiones directas, de las que ya somos neutros desde 2020, como indirectas, que incluyen las de los clientes a los que financiamos.
La pandemia ha impulsado y consolidado las tendencias preexistentes en la adopción de nuevas tecnologías. En el caso de BBVA, nuestra apuesta pionera por la digitalización ha sido una ventaja competitiva en este entorno. Las ventas digitales de BBVA, en unidades, suponen cerca de dos tercios de las totales, y la captación de clientes a través de canales digitales presentó cerca del 40% en la primera mitad del año 2021.
De cara al futuro, el desarrollo de tecnologías como la inteligencia artificial, el big data, la computación cuántica, las monedas digitales, las finanzas descentralizadas basadas en blockchain o la robótica continuarán cambiando la industria financiera a una velocidad creciente. En BBVA seguiremos a la vanguardia, desarrollando soluciones innovadoras basadas en la tecnología y los datos, para ayudar a mejorar la salud financiera de nuestros clientes.
En la última década el sector financiero ha vivido un proceso de transformación digital, que debía acompañarse de una transformación de la cultura corporativa. En nuestro caso, somos un grupo global con un equipo muy diverso, por lo que nos planteamos el reto de conseguir que todos los empleados se sintieran parte de un proyecto común. Con este objetivo, en 2015 definimos nuestro propósito (‘Poner al alcance de todas las oportunidades de esta nueva era’), que se ha convertido en la guía de nuestra estrategia.
Dimos un paso más con la definición de nuestros valores corporativos, muy presentes en todos los ámbitos de nuestro día a día. Esta cultura corporativa nos ha ayudado mucho ante la irrupción de la pandemia y seguirá suponiendo una dimensión decisiva en el futuro.
En un mundo tan cambiante como el actual, los conocimientos que necesitamos hoy difieren de los que necesitaremos mañana. Por tanto, el reto para garantizar la supervivencia de las organizaciones pasa por adaptarse y tener la suficiente flexibilidad para que los equipos puedan navegar en esta incertidumbre e incorporar, de una manera continua, las capacidades que se requieran para impulsar la estrategia.
Esto nos ha llevado a poner en marcha un ambicioso plan de ‘reskilling’ y ‘upskilling’ para toda la organización, en el que el empleado puede dirigir su desarrollo hacia aquellas capacidades que van a resultar más relevantes para su día a día, como pueden ser la sostenibilidad, el diseño, la tecnología, los datos, la ciberseguridad y la salud financiera.
La colaboración público-privada es fundamental para tomar decisiones de inversión y generar prosperidad. Un claro ejemplo de ello son los fondos europeos para la recuperación, que suponen una oportunidad histórica para España. Y aquí, los bancos jugamos un papel crítico para incrementar su efecto multiplicador en la economía. En este sentido, los bancos seguimos siendo una parte clave de la solución, debido a tres factores.
En primer lugar, nuestra capacidad analítica para identificar aquellos proyectos que más pueden aportar al crecimiento económico; en segundo lugar, nuestra capilaridad y capacidad comercial y operativa para implementar programas y canalizar fondos; y, por último, nuestro potencial para contribuir con financiación adicional.
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