Contribuir a la transición hacia la descarbonización sigue siendo un reto global que integra a todos los actores de la economía y a sus diferentes actividades. Consecuencia de este compromiso común, en los últimos años se está produciendo un notable incremento en el plano regulatorio y en el de las inversiones sostenibles, lo que ha abierto un relevante debate sobre los criterios que debe cumplir un producto de inversión o actividad económica para ser considerado medioambientalmente sostenible.
Como impulsor de esta transformación y en línea con los objetivos sobre la lucha contra cambio climático, la Unión Europea ha dado un paso hacia adelante estableciendo el denominado Reglamento de Taxonomía, el Reglamento UE 2020/852, que supone el primer paso en torno a la obligación de las compañías de divulgar la manera y medida en la que sus actividades son asociadas a cuestiones relacionadas con el ámbito ESG.
Este nuevo reglamento, que establece exigencias de clasificación y reporte de las actividades sostenibles, representa no solo un reto para las compañías, sino también nuevas oportunidades estratégicas para las empresas a la hora de plantear los planes de futuro, transformación y descarbonización de sus modelos de negocio. Estas implicaciones fueron objeto de análisis por diversos expertos de KPMG, junto con Workiva, y varios responsables de las áreas Financiera y de Sostenibilidad de empresas cotizadas, reunidas en el webinar ‘Nuevas exigencias ESG para el reporting de 2021: Taxonomía UE’.
“La taxonomía es la forma en la que las compañías van a poder demostrar al mundo que están consiguiendo su propósito en aspectos tan relevantes como la sostenibilidad”, explicó Marisa Pérez, socia de Accounting Advisory Services de KPMG. Para ello, las compañías deben ser ágiles en la gestión de los tiempos y trabajar conjuntamente entre las diferentes actividades implicadas, como detalló Bernardo Ruecker, socio responsable de Accouting Advisory Services de KPMG.
El reglamento de la UE persigue conocer el grado de alineamiento de las empresas con el futuro sostenible. “La taxonomía es una herramienta viva y, aunque a primera vista pueda parecer una losa, es en realidad una oportunidad para tener un diagnóstico más fiable sobre nuestro modelo de negocio y así establecer planes de futuro y de transición con una base sólida”, expuso Jerusalem Hernández, socia de Sostenibilidad de KPMG.
Por su parte, Federico Gómez Sánchez, director de Sostenibilidad de Grupo Santander, subrayó que “la taxonomía es necesaria no solo desde el punto de vista del stakeholder externo, sino también como una herramienta interna para gestionar nuestra estrategia y que en conjunto todos hablemos un mismo idioma”.
Otros de los retos que las empresas deberán abordar será la gestión de los tiempos. En este sentido, Luis Espinosa, Manager Financial Services Consulting de KPMG, instó a preparar con anticipación el marco de trazabilidad a nivel de auditoría interna, trabajar en el enfoque metodológico contable y clasificar adecuadamente toda la información de sostenibilidad.
“Esta anticipación permitirá que los departamentos de Sostenibilidad dejen de invertir la mayor parte de su tiempo en elaborar esos informes para centrarse más bien en la calidad de la información y la parte analítica”, apuntó Espinosa. En esta línea, José Angel Sánchez, Head of Accounting de Enagás, ahondó en la importancia de “dar un margen de adaptación y establecer unas reglas de juego adecuadas para que la información sea clara para el mercado, los inversores y cualquier consumidor de la información”.
La Comisión Europea establece por el momento tres criterios técnicos que se reportarán para determinar e identificar la contribución de las empresas a los objetivos medioambientales. Como detalló Jerusalem Hernández, los dos primeros se articulan en torno a la mitigación y adaptación al cambio climático, seguido de los criterios técnicos de no hacer un daño significativo y de las garantías sociales mínimas que deberán reportarse a partir de tres indicadores financieros (CapEX, OpEX y Turnover).
En esta línea, José Angel Sánchez, Head of Accounting de Enagás, explicó que además de hacer una clasificación inicial, será necesaria la monitorización continuada a medida que avanzan los proyectos. Asimismo, Íñigo Olaizola defendió la necesidad de establecer estándares concretos en ESG para facilitar la labor interna de las empresas.
La taxonomía establece un punto de unión entre las diferentes actividades de Finanzas, Sostenibilidad, Sistemas y Control interno con el objetivo de realizar una correcta interpretación de la información y asegurar su consistencia en conjunto. “Por fin esto no es un tema único y exclusivamente de los departamentos de sostenibilidad, pues la gran aspiración es que la sostenibilidad se convirtiera en un tema transversal”, manifestó el director de Sostenibilidad de Grupo Santander, Federico Gómez Sánchez.
En relación a los retos que se plantean en el campo de la contabilidad, se destaca el hecho de tener que incorporar los activos intangibles al nuevo reporting de finanzas sostenibles. “Algo que va a ser muy relevante es entender la información disponible de las compañías, ver hasta qué punto se aproxima al concepto que recibimos, qué granularidad vamos a tener que conseguir y dar consistencia, comparabilidad y robustez a toda esa información”, detalló Marisa Pérez.
Asimismo, será necesario asegurar los controles del sistema de información tanto financiera como no financiera en los modelos de control internos. En este sentido, David Melero, Senior Manager de Auditoría Interna de KPMG, manifestó que este control podía convertirse en una “clara oportunidad de poner en valor la información no financiera y financiera de manera conjunta y de una forma controlada y única”.
Tal y como destacó Jorge Tavío, director de Desarrollo de Negocio de Workiva, serán varios los cambios regulatorios en materia de taxonomía, por lo que se deberá trabajar con soltura a través de los sistemas digitales. “Ya existen aplicaciones, ahora debemos conectar toda esa información existente, romper esos hilos de información en busca del dato único y que la fuente sean esas mismas aplicaciones”, apuntó. En este sentido, Íñigo Olaizola, Responsable de Planificación y Reporting de Información No Financiera de Iberdrola, apuntó: “Necesitamos adaptar sistemas y uno de los pilares fundamentales es digitalizar para ofrecer datos comparables, trazables y robustos”.
Ante este marco de transformación, la taxonomía se plantea como un reto exigente para las corporaciones que deberán responder a los requisitos que plantea la UE, al tiempo que aspira a convertirse en una radiografía estratégica para abordar los planes de transición y futuro sostenible de las compañías.
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