La preocupación de la sociedad por el medio ambiente ha llevado a un mayor escrutinio a nivel global, lo que a su vez ha generado importantes medidas tanto políticas como económicas. Este nuevo paradigma no es cuestión baladí para las empresas, que se plantean la sostenibilidad como condición inherente tanto para orientar sus inversiones como para articular su estrategia de futuro.
De este modo, y como no podía ser de otra forma, han tomado conciencia progresivamente de la relevancia de integrar en sus modelos de negocio los criterios ESG (Environmental, Social and Governance), que se han convertido en la referencia para la inversión socialmente responsable, siendo aplicables tanto desde el punto de vista del análisis como de la estrategia de las empresas. Un ejemplo de ello es el caso de ISA, un grupo empresarial multilatino centrado en los negocios de energía, vías y telecomunicaciones que sitúa la sostenibilidad en el centro de su estrategia.
Los retos que las compañías deben afrontar para adaptarse a esta nueva realidad fueron objeto de análisis por Jerusalem Hernández, socia de Sostenibilidad de KPMG y Bernardo Vargas, presidente de ISA. Ambos reflejaron la necesidad de que las empresas adopten iniciativas ambiciosas en materia de sostenibilidad. “Si las compañías adquieren esta consciencia sostenible, esto se convertirá ya no en un coste, sino en una inversión que aleje a la compañía de la obsolescencia”, defendió Bernardo Vargas.
“Hay un consenso tanto en los gobiernos como en el sector privado y en la sociedad sobre la necesidad de luchar contra el cambio climático y esta no es una cuestión ajena para las compañías”, explicó Jerusalem Hernández. De este modo, los objetivos en materia de desarrollo sostenible persiguen la creación de un valor compartido, elevando así la importancia de la ética y los valores corporativos más allá de los aspectos financieros.
Para Jerusalem Hernández es de vital importancia que los diferentes sectores que integran la economía generen las conexiones necesarias para asegurar una apuesta de futuro sostenible. Por su parte, el presidente de ISA reconoce que las diferentes actividades que integren una compañía deben interiorizar este propósito para así poder inspirar al resto de la sociedad. “Queremos hacer conexiones que inspiren porque reconocemos que hay millones de personas a las que tenemos que comunicar la importancia de nuestras líneas orientadas hacia la sostenibilidad”, abogó Bernardo Vargas.
“Debemos trasladar nuestro apoyo a la conservación de la biodiversidad, la mitigación del cambio climático, la eficiencia de los sistemas y el desarrollo de las comunidades”, explicó el presidente de ISA. A partir de su experiencia en los negocios de energía y vías, Bernardo Vargas entiende que las compañías deben esforzarse para crear un valor añadido, especialmente a través de la experiencia del usuario. “Debemos preocuparnos no solo de que el trayecto sea seguro y sin incidentes, sino de potenciar también los aspectos relevantes en el viaje para mejorar la experiencia del cliente”, apuntó.
Como explicó Jerusalem Hernández, sobre las oportunidades que genera este nuevo paradigma para los sectores de energía e infraestructura: “Se está instaurando un sector que será mucho más electrificado y conectado, al tiempo que se demanda una movilidad diferente”.
Con el objetivo de minimizar los impactos medioambientales del negocio, Bernardo Vargas defendió establecer metas creíbles y realizables, basadas en datos. Por otra parte, insistió en la necesidad de asegurar la sostenibilidad financiera de estos proyectos para garantizar su desarrollo en el tiempo.
Algunas de estas propuestas de futuro emprendidas por ISA pasan por conseguir la neutralidad de carbono de las distintas filiales, así como reducir hasta 11 tCo2 en su estrategia para 2030. Asimismo, una de las iniciativas más destacadas en su apuesta de futuro es el programa de sostenibilidad ‘Conexión Jaguar’. En palabras de Bernardo Vargas: “Se trata de una iniciativa que pretende contribuir a la conservación de la biodiversidad, la mitigación del cambio climático y el desarrollo de las comunidades rurales”.
Ante un consenso cada vez más generalizado por evolucionar hacia una economía sostenible, las empresas se enfrentan a retos complejos que requieren de una forma distinta de proyectarse al mundo.
En este sentido, como apuntó la socia de Sostenibilidad de KPMG: “La capacidad que las organizaciones tengan de hacer reconocibles sus prácticas sostenibles por parte de sus grupos de interés, será tan valiosa como las prácticas mismas, pues es el reconocimiento lo que genera la confianza, la tolerancia y la preferencia que las compañías buscan”. Por su parte, Bernardo Vargas añadió: “La empresa tiene un gran contrato social con todas las comunidades y grupos de interés, por ello hemos de trabajar para responder a sus expectativas a través de nuestro propósito, y construir una reputación en consecuencia. Una buena reputación es hoy más que nunca una clave de éxito corporativo”.
El avance hacia la transformación sostenible requerirá de innovación y compromiso, y también de alianzas estratégicas y grandes dosis de liderazgo.
“Las grandes empresas tienen que ser un ejemplo para esas compañías medianas y pequeñas, para que todas sigan un mismo camino”, concluyó el presidente de ISA. Todo ello con el objetivo de evolucionar hacia un nuevo modelo económico más sostenible y comprometido con el medio ambiente, donde las inversiones sostenibles potencien además la modernización de las compañías.
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