A medida que ha aumentado la presencia en el entorno online y que gran parte de la actividad empresarial se ha digitalizado, también lo ha hecho la delincuencia, traspasando su actividad delictiva al plano digital y sofisticando su metodología para acometer los delitos. Por ello, el riesgo a sufrir ataques en la red es ahora mucho mayor que antes: cada vez es más frecuente sufrir ciberataques de todo tipo, como el phishing (suplantación de identidad), el malware (virus y ransomware), robo de datos, denegación de servicio, etc. Sin embargo, todos ellos tienen algo en común, los ciberdelincuentes empiezan por identificar la huella digital de las compañías, es decir, la imagen que queda de la actividad de una empresa en la red.
Descuidar la huella digital puede suponer un impacto negativo en tu negocio
Si no se realiza un análisis previo de la huella digital, la compañía estaría expuesta a ataques y tendría que hacer frente a casos de chantaje, por el que se pide el pago por rescate de información corporativa secuestrada; pago de multas a autoridades por filtración de datos personales de clientes; casos de suplantación de identidad, con dominios sospechosos de ser utilizados para phishing o suplantación e incluso el uso no autorizado de la imagen de marca, el nombre o el logotipo de la compañía.
También pueden darse casos de robo de datos, con las consiguientes fugas de información interna reservada, sensible o confidencial, incluyendo datos de los clientes, o ciberataques que paralicen o supongan una disrupción parcial o total de las operaciones de negocio. Todo ellos con su consecuente impacto reputacional, con contenido y campañas ofensivas, difamatorias o amenazantes susceptibles de impactar en la imagen de la empresa, causando un daño casi irreparable.
Sobre todo, en periodos vacacionales, uno de los ataques que más sufren las organizaciones es el fraude del CEO (scam CEO, en inglés). Se trata de un fraude perpetrado por un hacker y basado en la suplantación de la identidad digital del consejero delegado la compañía, aunque también pueden suplantar la de directivos o responsables financieros, así como la de los proveedores de la misma. Y es que la víctima potencial es cualquier perfil que ostente poder de decisión sobre el dinero de la empresa ya que el objetivo es realizar un robo.
Qué puede hacer una compañía para protegerse
Ante las posibles vulneraciones de la ciberseguridad, las empresas suelen regirse por la normativa vigente, que obliga a las compañías de determinados sectores a realizar pen test (penetration test), lo que requiere contratar a hackers para que intenten vulnerar activamente los sistemas de la compañía. Es decir: llevan a cabo un ataque desde dentro, una práctica que resulta muy agresiva para la compañía, además de costosa a nivel económico.
El análisis de la huella digital es el paso previo a este test ya que con él se pueden detectar los puntos más débiles por los que un ciberdelincuente empezaría a atacar a la organización, únicamente tomando como referencia la información pública de la empresa. Así, la ciberinteligencia analiza las vulnerabilidades, las clasifica por criticidad, permitiendo a la compañía obtener recomendaciones y ver cómo mitigar los riesgos encontrados, reduciendo al máximo su exposición y evitando los posibles ataques antes de que se produzcan, además de un gran gasto económico.
Por ello, en materia de ciberinteligencia conviene hacer un análisis de la huella digital a todos los niveles, tanto en el cyber como en el personal, ya que están muy relacionados. Y es que, si la compañía es vulnerable, irán a por ella y, si no lo es, buscarán otra víctima que sí lo sea.
Deja un comentario