La digitalización y la innovación ya formaban parte del ADN de Emilio Gayo, un binomio al que ahora se une la sostenibilidad. Para el directivo, la lucha contra el cambio climático es un servicio a la sociedad que atañe a todos los actores, públicos y privados, y para el que la tecnología es imprescindible. Pero, de cara al futuro, tiene claro que la clave pasa por la educación y por un cambio de mentalidad en las generaciones venideras. Más allá de las habilidades, subraya, están la actitud y la capacidad de aprendizaje continuo.
RESPUESTA. El cambio climático es uno de los problemas más difíciles a los que se enfrenta la humanidad y no hay tiempo que perder. En este sentido, la tecnología debe ayudar, estar al servicio de las personas y ser un potente agente para adaptarse y mitigar la evolución que está tomando el cambio climático. El IoT, Big Data o Cloud, combinadas con la fibra y el 5G, son esenciales para gestionar esta transición hacia una economía más sostenible.
Pero, tan importante como la tecnología es la voluntad de Administraciones, empresas y ciudadanos por abordar la problemática, reconociendo que todos debemos actuar con responsabilidad. La sostenibilidad es hoy un servicio a la sociedad que todos debemos procurar y, en este trabajo, la digitalización del mundo, desde los parques eólicos hasta la limpieza de los pueblos más pequeños o el regadío, es una de las soluciones más efectivas de adaptación y de minimización para las generaciones futuras.
Es un hecho y un reto que, con el auge de las tecnologías de redes sociales y el creciente interés de las empresas por personalizar las experiencias de los consumidores en la esfera online, la privacidad y la protección de datos son hoy cuestiones que hay que abordar desde la ética y el derecho a la privacidad.
Aquí las compañías deben abordar su papel desde esa sensibilidad ética y, al mismo tiempo, desde la realidad incontestable de que los consumidores dejarán de ser sus clientes si la intromisión excede a sus necesidades y demandas.
Por otro lado, las medidas deben principalmente adoptarlas las Administraciones y los reguladores, para equilibrar la difícil línea entre la seguridad, la privacidad y la realidad social y económica de nuestras sociedades. Hay que defender los valores fundamentales de los datos y la privacidad y al mismo tiempo impulsar la economía y adaptarse a la nueva realidad de la comunicación social.
Dentro de todo este debate, el pacto digital de Telefónica propone mejorar la confianza mediante un uso ético y responsable de la tecnología y, por ende, del dato.
Telefónica tiene un propósito claro: hacer nuestro mundo más humano conectando la vida de las personas. Durante la crisis de la COVID-19 el papel de nuestras redes fue clave para ser parte de la solución, de la humanización, de la conexión familiar y del sostenimiento de la economía. Habíamos invertido durante muchos años, ejecutamos los controles necesarios ante la crisis y la respuesta fue una red que funcionó con la mejor calidad posible.
Siempre es importante identificar cuál es la relevancia de la empresa, cuál es su misión. Pero, en estos momentos de cambio tecnológico, todavía más. Telefónica, como grupo, tiene una cultura y unos valores muy fuertes desde hace 97 años: hacer un mundo humano conectando personas.
Una sociedad solo será innovadora, y también competitiva, si impulsa la mentalidad adecuada. La mejor medida para innovar es la mentalización que se deriva de la educación, que no debemos confundir con formación y que viene después. La formación es consecuencia de la educación.
Los modelos formativos evolucionan rápidamente, impulsados por nuevas tecnologías como la inteligencia artificial o la realidad virtual y aumentada, y por canales como el vídeo o el propio teléfono móvil.
Y las personas tienen que formarse en los nuevos perfiles que el mercado demandará, pero, deben educar su mentalidad, para lo que hay que incluir asignaturas y formatos acorde a los planes de futuro que se marquen.
Por su parte, las empresas tienen la responsabilidad de promover y facilitar la adaptación y actualización de sus equipos. Es importante comprender las aptitudes que se necesitarán y proporcionar las herramientas adecuadas para promoverlas, facilitando que los empleados asuman su propio desarrollo y crecimiento. No hay que olvidar que una compañía es lo que son sus personas.
La respuesta, no por obvia, está exenta de trabajo e importancia. Tenemos que impulsar la colaboración público-privada para digitalizar España y para hacerla sostenible.
Como he señalado, necesitamos concienciación, necesitamos formación y necesitamos cualquier proyecto que ayude a nuestras empresas, pymes en especial, a la digitalización de sus procesos, producción, gestión y logística.
En esta labor, la regulación también ayuda, como la fiscalidad. Todo debe enfocarse en la facilidad que se dé al tejido productivo para ser más competitivo a través de su digitalización.
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