José Domingo de Ampuero y Osma cuenta con una larga carrera forjada en saber aprovechar las oportunidades del entorno, actitud que mantiene intacta de cara a la nueva década. Consciente de la necesidad de adaptarse a un nuevo consumidor, más informado y exigente en cuestiones como la sostenibilidad de los productos, el directivo pone énfasis en la innovación. También para impulsar la economía española, para lo que hace hincapié en la relevancia de invertir en I+D+i pero siempre con una visión estratégica que persiga la productividad y competitividad.
RESPUESTA. En el sector de la alimentación, las tendencias de consumo y oferta están más cerca de lo que a veces se piensa. Millones de personas se alimentan todos los días generando un continuo diálogo -si queremos llamarlo así- entre los consumidores y las empresas que se traduce en un desarrollo continuo de productos.
No es de extrañar que precisamente las empresas líderes en alimentación estemos también liderando los retos asociados a un mundo más sostenible. En los próximos años, los productos mejorarán su propuesta sostenible, pero no todos lo harán en igual medida ni con el mismo coste, permitiendo que el consumidor, más formado e informado, tenga un mayor abanico de elección.
Se habla mucho de la importancia del gasto del I+D+i. Sin duda lo es, pero falta hablar de la efectividad de esa inversión, de su aplicación práctica y directa en el día a día de las empresas. Dedicar recursos sin que al final haya una mejora de proceso o de producto no nos ayuda a mejorar la productividad, que es la clave para el crecimiento económico de un país.
La Unión Europea gasta de media algo más de dos puntos en I+D+i, destacando Alemania con un 3,1%, frente al 1,2% en España. No creo que vayamos a destinar ese 3%, por eso es imprescindible que cada euro que destinemos sea tres veces más efectivo que en Alemania.
Precisamente como dices, transmitiendo una visión de futuro. Cada uno de nosotros somos diferentes, pero cuanto más nos acercamos a elementos esenciales, más cosas nos unen. Por eso es muy importante que el propósito de la empresa recoja una esencia que pueda ser compartida. A esa esencia hay que unirle unos principios éticos que deben ser irrenunciables y compartidos por todos los que componemos Viscofan. Y, finalmente, vivir unos valores (no muchos) que generen afinidad entre las personas, respetando sensibilidades y diferentes personalidades que enriquecen la empresa y la vida.
Una de las características de nuestra cultura empresarial es la proximidad al día a día del negocio. Nuestro proceso es 24/7 prácticamente los 365 días del año, además de ser tecnológicamente complejo. Si le añades que servimos en más de 110 países de todo el mundo, la cantidad de cuestiones que surgen al cabo del día requieren muchísima flexibilidad y agilidad en la toma de decisiones.
Las nuevas tecnologías facilitan la interacción y la proximidad, pero no la sustituyen. Hay que pisar el terreno juntos (también los charcos), y hay que equilibrar las ventajas del trabajo en remoto con el riesgo de la pérdida de talento colectivo.
Quizá es necesario un entorno que favorezca más la innovación. En España, el coste de emprender e innovar es elevado, con grandes barreras y, además, la cultura del fracaso es muy fuerte, añadiendo una mayor exigencia para que esa innovación tenga un éxito rápido.
Acelerar la transición sostenible es positivo. En sostenibilidad creo que somos una economía con un gran potencial, pero existe el riesgo de hacerlo solo desde el punto de vista regulatorio, sin contar con las empresas y en vez de acelerar en sostenibilidad hagamos una transición acelerada, poco planificada, costosa y por tanto ineficiente.
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