Convencido de que España afronta la transición energética desde una posición inmejorable, especialmente en el ámbito de la energía renovable, Miguel Ángel López apuesta por el desarrollo y la regulación de tecnologías como la Inteligencia Artificial y el 5G para impulsarla. De cara al futuro, el directivo va más allá y asegura que la próxima revolución industrial se encuentra muy próxima, para lo que además de la tecnología valora el desarrollo de un doble compromiso: la colaboración entre empresas, asociaciones y sector público y trabajar para que los empleados se sientan parte de la transformación.
RESPUESTA. El punto de partida de España es inmejorable. Contamos con empresas energéticas líderes en renovables en el mundo, disponemos de una regulación que apoya el crecimiento de las renovables, una industria potente, con más de 220 centros de fabricación, y somos punteros en tecnología renovable, con empresas como Siemens Gamesa que tiene en España su mayor centro de I+D eólico.
La llegada de los fondos de recuperación de la Unión Europea es una gran oportunidad para fortalecer ese liderazgo tecnológico e industrial, sobre todo en áreas que marcarán el futuro de las renovables, como son la eólica marina y el hidrógeno verde.
Las bases de la siguiente revolución industrial ya se han plantado y ahora tenemos que desarrollarlas. Se trata de avanzar en la gestión de datos y en las aplicaciones de la Inteligencia Artificial para hacer que la comunicación sea hasta 100 veces más rápida; esto permitirá anticipar y acelerar la toma de decisiones, lo que tendrá un impacto económico enorme en los sectores industriales.
Para lograrlo, debemos empezar la transformación digital por los sectores mejor posicionados, como las energías renovables o la automoción, y se debe regular el uso y aplicación de las tecnologías más novedosas, como el 5G y la ciberseguridad.
Es importante que los valores se definan de forma clara y precisa, pero más aún que la empresa sea coherente con ellos en su día a día, en las decisiones que se tomen y en todos los niveles. Es importante que los directivos y los mandos intermedios mantengan esta coherencia con sus equipos.
Otro elemento clave para implicar a los empleados en la actividad de la empresa y sus valores es darles confianza, hacerles responsables de lo que hacen. Buena parte del compromiso de los empleados de una compañía se consigue haciendo que sean dueños y responsables de su labor.
Es clave llevar a cabo campañas divulgativas en las que los jóvenes comprendan no solo la utilidad que las carreras técnicas tienen para la sociedad o las salidas profesionales que ofrecen, sino también el grado de compromiso que se puede llegar a adquirir al trabajar en oficios relacionados con la formación STEM.
Es algo evidente en el caso de las renovables y su contribución a la sostenibilidad. Además, es necesario que las acciones que se realicen sean conjuntas entre las empresas, las asociaciones y los gobiernos, y que respondan a un plan a largo plazo.
Es un objetivo muy ambicioso que requiere de una gran transversalidad, es decir, de la implicación de empresas y Administraciones, pero también, dentro del sector privado, de todas las empresas que formar la cadena de valor. Es importante que las compañías sitúen la sostenibilidad como prioridad y que dediquen recursos, sobre todo tecnológicos, para llevarla a cabo a la vez que mejoran su rentabilidad.
Por su parte, las administraciones deben tener la máxima flexibilidad y capacidad de reacción para asegurar que el marco regulatorio se adapta a un entrono cambiante y que precisa de una rápida adaptación de las normas.
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