El cambio climático presenta riesgos que repercuten de un modo significativo en las decisiones estratégicas de las compañías. Estos riesgos climáticos entrañan la necesidad de alcanzar una mayor transparencia en los estados financieros de las empresas, que deben gestionar adecuadamente sus efectos, riesgos y oportunidades a través de una asignación eficiente del capital para apoyar una transición económica más sostenible. Es por ello que las comisiones de auditoría, en su labor de supervisión de la gestión de riesgos, deben identificar y analizar el impacto del cambio climático en los estados financieros, evaluando aspectos como los compromisos sobre emisiones, la financiación ligada al cambio climático o los desgloses de información sobre estos riesgos, entre otras cuestiones. Especialmente en el caso de aquellas compañías que ya han comenzado el proceso de transición hacia una economía de bajas emisiones de CO2 y se encuentran formulando nuevas decisiones estratégicas.
Sin embargo, encajar y evaluar su impacto no será tarea fácil, pues los riesgos climáticos en los estados financieros son amplios y potencialmente complejos. Además, dependerán de los riesgos específicos que engranen los distintos sectores de actividad. Es por ello que KPMG ha elaborado el informe ‘¿Cuál puede ser el impacto de los riesgos climáticos en los estados financieros?’, que responde a 10 preguntas de utilidad que las comisiones de auditoría deberán formularse y considerar como punto de partida:
En caso de que su respuesta sea afirmativa, deberá plantearse la posibilidad de adquirir nuevos activos más ecológicos o, en su caso, plantear una sustitución de activos existentes por otros más sostenibles. Cabe destacar que esta decisión podría entrañar un aumento en los gastos de amortización. De igual modo, las comisiones de auditoría deberán considerar si resulta necesario contabilizar pérdidas por deterioro de activos existentes, al tiempo que plantear la existencia de algún pasivo tras asumir dicho compromiso, ya que si su empresa ha anunciado públicamente su compromiso en material de cambio climático, esto podría generar un pasivo.
Si su respuesta es afirmativa, puede que sea necesario amortizar más rápidamente los activos contaminantes, o bien reconocer deterioros de valor. Igualmente, deberán tenerse en cuenta los cambios normativos y determinadas novedades legislativas que podrían obligar a su compañía a reconocer pasivos adicionales, en su caso, pasivos medioambientales. En cuanto a la renegociación de los contratos de arrendamiento, las modificaciones de los incentivos económicos para usar o dejar de usar un activo arrendado en el futuro podrían llevar a renegociar las condiciones del contrato de arrendamiento.
El valor de la provisión por emisión de contaminantes se mide según la mejor estimación de la compañía acerca de los futuros gastos de limpieza. En este sentido, cabe destacar que la estimación para medir el pasivo generado por los contaminantes requerirá de conocimientos especializados en cuestiones medioambientales. Asimismo, será conveniente revisar si sus precios se verán afectados por el coste de cumplimiento o los impuestos. Del mismo modo, en caso de introducirse nuevas restricciones resultará de utilidad revisar el conjunto de activos existentes para decidir si debe seguir utilizando sus activos de la forma prevista o, por el contrario, tiene que contabilizar pérdidas por deterioro.
Los impuestos sobre el CO2, los planes de emisiones, los cambios en los procesos de producción o la sustitución de materias primas podrán incrementar los costes de existencias y de producción. De igual modo, se deberá considerar la posible prohibición de determinantes productos o materias primas que puedan contribuir al cambio climático, al igual que prestar atención a posibles cambios en las tendencias de los consumidores, que en consecuencia podrían afectar el valor de sus existencias.
En el caso de que reciba o adquiera certificados de emisiones del Gobierno, estos podrían contabilizarse como activos intangibles o como existencias. En cuanto a la contabilización de pasivos, si su compañía incurriese en una penalización monetaria en caso de no cumplir el objetivo de emisiones, entonces debería reconocerse como un pasivo por dicho importe monetario. En relación a los créditos verdes, estos serán considerados activos siempre y cuando cumplan ciertos criterios relevantes.
Cualquier incumplimiento debe ser objeto de información: esta debe ser la premisa central en el caso de los préstamos con pactos ligados al cambio climático. De igual modo, deberá vigilar el tipo de interés de su financiación, pues los prestamistas podrían incluir aspectos medioambientales para la fijación del precio de un préstamo. Otros de los aspectos a considerar son los contratos de arrendamiento, pues aunque pueden suponer una opción interesante para financiar las inversiones en tecnología verde, en contraposición, la identificación y valoración de los pasivos por arrendamiento podría suponer un reto en el balance.
Los riesgos climáticos deberán reflejarse de forma adecuada especialmente de cara a valorar las pérdidas crediticias esperadas (ECL, por sus siglas en inglés), cuyo impacto dependerá en gran medida de su gravedad esperada, el calendario previsto, el impacto sobre el prestatario y el efecto sobre la cartera de préstamos del prestamista, así como de la duración de la carretera de préstamos. Por otra parte, deberá considerar que la clasificación de un préstamo con características climáticas dependerá de cómo afecten dichas características a los flujos de efectivo.
Establecer preferencias sobre alternativas más verdes podría traducirse en beneficios a corto plazo registrados en la cuenta de resultados. Por otro lado, mientras que los acuerdos de pagos basados en acciones incluyen criterios de desempeño climático que no afectarán el valor razonable del pago basado en acciones, en el caso de otras prestaciones para empleados, la valoración del pasivo incluiría una condición climática.
Con el objetivo de reflejar adecuadamente las cuestiones climáticas, se debe considerar el impacto de dichas cuestiones en las hipótesis subyacentes para las previsiones de flujos de efectivo. Cabe destacar que, si no se toman en cuenta los impactos de las cuestiones climáticas a la hora de hacer el cálculo del deterioro del valor, se corre el riesgo de que los valores contables de los activos puedan estar sobrevalorados. Asimismo, se recomienda contemplar diversos escenarios posibles, incluyendo un escenario severo a la vez que factible, ya que cabe la posibilidad de que se tengan que realizar desgloses adicionales durante la evaluación de las incertidumbres materiales.
Los desgloses deberán ser claros, robustos, transparentes y específicos a sus circunstancias. A tal fin, podría aumentar los desgloses de sensibilidad y los de las hipótesis clave realizadas y las principales fuentes de incertidumbre en las estimaciones. Del mismo modo, es de crucial importancia que la información de su informe anual esté alineada desde principio a fin y, por ende, sea complementaria.
En definitiva, conviene que las comisiones de auditoría pongan foco en estos aspectos para que los gestores identifiquen, evalúen y cuantifiquen la diversidad de riesgos climáticos que entrañan un impacto significativo para las cuentas financieras. Avanzar hacia esta dirección garantizará la resiliencia y la estabilidad del entorno financiero de la organización, al tiempo que contribuirá a la descarbonización de la economía.
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