Es la principal industria nacional, capaz de exportar casi 54.000 millones de euros al año y rozar el 10% del PIB. Durante la pandemia respondió con responsabilidad y agilidad, garantizando el acceso a sus productos en España y medio mundo. Este sector, de carácter estratégico y más esencial y reconocido que nunca, se encuentra ahora ante la oportunidad de acelerar su transformación digital y sostenible y reforzar su competitividad con el apoyo de los fondos europeos.
El VIII Foro Fondos Europeos organizado por KPMG y la Agencia EFE reunió en el Instituto Cervantes al ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, y a los principales directivos de empresas como Pascual, Campofrío y PROSOL con el objetivo de analizar los retos del sector agroalimentario y el enorme impacto que tendrá el PERTE de la cadena agroalimentaria inteligente y sostenible.
Luis Planas anunció que el PERTE agroalimentario será aprobado previsiblemente en Consejo de Ministros a finales de diciembre o principios de enero. Una “oportunidad histórica” largamente esperada por un sector que es clave para la economía española, como la calificó la socia responsable de Fondos Europeos de KPMG en España, Noelle Cajigas.
“El sector debe aprovechar esta oportunidad para reafirmar su posición de motor dinamizador de la economía nacional y piensa hacerlo, a tenor de las muestras de interés presentadas como paso previo a la publicación del PERTE, fomentando la cooperación entre todos los actores de la cadena de valor”, subrayó. De este modo, la colaboración público-privada se convierte en factor clave para la construcción de un nuevo modelo agroalimentario basado en la sostenibilidad y la digitalización.
Parte de estas empresas estaban invitadas en la jornada organizada por KPMG y EFE. El CEO de Pascual, Tomás Pascual, incidió en la amplitud del PERTE agroalimentario, que permite abarcar toda la cadena, desde el pequeño agricultor y ganadero a la industria transformadora y el último supermercado y eCommerce.
El ministro de Agricultura quiso situar los Next Generation EU en el contexto de las ayudas ya en marcha para el sector. Como señaló gráficamente, que los nuevos fondos no nos dejen ver el bosque de la PAC, haciendo referencia a los 47.724 millones de la Política Agraria Común (PAC) para el período 2021-2027, que en ayudas directas supondrán 4.800 millones de euros al año. Y también un 40% de ese fondo, como con el plan de recuperación, están relacionados con la sostenibilidad. “No queremos solapar los fondos europeos con la PAC, sino hacerlos complementarios”, explicó.
El ministro dibujó un escenario muy positivo para el sector agroalimentario tras el récord de exportaciones en 2020. Una muestra de ello es “el interés de los fondos de inversión por el sector agroalimentario”.
Para el inminente PERTE del sector, abogó por que todas las piezas de la cadena pueden estar presentes. El 95% de la industria agroalimentaria son pymes, a diferencia de otros sectores donde existe mayor concentración y menos actores. “El alcance de la actuación es tremenda, pero la articulación es compleja. Nadie va a quedar fuera”.
A lo largo del evento, se puso de manifiesto el rol desempeñado por el sector para dar cobertura a los 47 millones de españoles durante la pandemia, sorteando las dificultades del confinamiento y actuando como un servicio esencial en un escenario que ha sido comparado con una guerra. Y con capacidad aún de exportar por valor de 54.000 millones de euros.
“El sector agroalimentario ha sido muy activo, transformador e innovador y ha sido capaz de actuar con resiliencia y dar respuesta durante la pandemia”, sostuvo el socio responsable de Consumo y Distribución de KPMG en España, Enrique Porta.
En el mismo sentido se pronunció Javier Dueñas, CEO de Campofrío: “Nuestra industria agroalimentaria ha sido reconocida a nivel mundial como una de las más sólidas, sobre todo cuando de verdad se demuestran las fortalezas, como los meses de marzo y abril de 2020, cuando había ese pánico y no falló en ningún supermercado ningún producto”.
La palabra mágica. Hablar de sostenibilidad en el mar y el campo es una redundancia. La industria agroalimentaria, por su propia naturaleza, solo puede ser rentable si es sostenible. Es algo que aprendió antes que otros sectores.
“Es un sector embarcado desde hace años en una sostenibilidad que abarca toda la cadena de valor, desde el agricultor al supermercado y el transportista internacional. Los fondos europeos cubrirán necesidades como la adopción de energías renovables, el uso eficiente del agua y hasta que las vacas produzcan menos metano”, explicó Tomás Pascual.
Todas las empresas están ultimando proyectos asociados a estas transformaciones para acogerse al PERTE. Otros procesos que beneficiarán al sector, como la movilidad eléctrica, beberán de los fondos gestionados por el Ministerio de Industria.
“Es una década de revolución agroalimentaria. La sostenibilidad implica un cambio de paradigma, para el que estamos preparados. Y no hay sostenibilidad sin rentabilidad”, subrayó el ministro Luis Planas.
Hay pocos productos sobre los que los consumidores queramos saber tanto cuando los adquirimos: de dónde son, cuándo se produjeron y procesaron, qué ingredientes lo componen o cuándo caducarán. La trazabilidad es crítica en el sector agroalimentario y es una de las piedras angulares de los fondos europeos.
“Tenemos un consumidor más informado, más conectado, más exigente, que necesita satisfacer unas necesidades cambiantes y, además, a un coste competitivo”, dijo Javier Dueñas. A la hora de afrontar la trazabilidad del producto, desde que se cultiva hasta que llega a la mesa del consumidor, jugará un papel clave una tecnología disruptiva por su capacidad de rastreo y la inviolabilidad de la información que recoge.
“La tecnología Blockchain nos va a permitir ayudar a conectar esas exigencias del consumidor, a contribuir a esa transparencia en toda la cadena de valor, llegando hasta el agricultor y el ganadero”, sostuvo el primer directivo de Campofrío.
Frente al fenómeno tan popularizado de la España vacía o vaciada, Luis Miguel Gilpérez, expresidente de Telefónica, antepone el de la España Continua o España 5.0, que consiste en crear polos de riqueza de manera uniforme por toda la geografía nacional. Esa concepción más creativa y vertebradora la defendió en el foro Rocío Hervella, fundadora y CEO de PROSOL, una de las grandes productoras europeas de cápsulas de café desde su sede en Palencia.
“La gran industria agroalimentaria -explicó Rocío Hervella- está asentada en municipios de menos de 100.000 habitantes. Y hay empresas en localidades de 200 habitantes”. Un 95% del sector lo componen pequeñas y medianas empresas como la suya. Pero sufren el problema de capacitación de la población rural, donde la brecha digital se ensancha más de 10 puntos en relación con las zonas urbanas.
Hervella reclamó más formación, a través de los fondos europeos, y una apuesta clara por la FP Dual. Y reivindicó ante el ministro el papel de las pymes para crear empleo, frente a las startups, que no lo generan, o las grandes del sector, que en su opinión van a necesitar procesos de reestructuración.
Luis Planas mencionó el problema de la brecha de género en el sector, cuando precisamente la igualdad es uno de los ejes transversales de los planes de recuperación financiados con fondos europeos. “Necesitamos más igualdad. El 25% de las explotaciones solo las dirigen mujeres. En cooperativas, el 35% de las socias son mujeres”, subrayó el ministro. Están presentes de forma dispar en el sector y, además, desempeñan menos puestos directivos. El reparto de los fondos también valorará las medidas para modificar esa variable.
Enrique Porta, socio de Consumo y Distribución de KPMG, resumió en dos las palancas de crecimiento prioritarias para la industria agroalimentaria: la internacionalización y la digitalización a lo largo de toda la cadena de valor. Y van unidas.
“La necesidad de la digitalización se está sofisticando: Big Data, automatización, Inteligencia Artificial, Blockchain para la trazabilidad e Internet de las Cosas”. Claramente la tecnología se dirige a entender mejor a los consumidores y detectar en qué están dispuestos a pagar más, según Enrique Porta, y también para facilitar que el producto llegue directamente al cliente final a través de los canales digitales, tanto en España como a nivel internacional.
Algo en lo que ya están pensando las empresas que intervinieron en el foro. Menos intermediarios gracias a la tecnología y, por tanto, mayor rentabilidad para los menos favorecidos tradicionalmente en la cadena de valor: los productores.
El Gobierno ha planteado cinco Proyectos Estratégicos para la Recuperación y Transformación Económica (PERTE) que canalizan buena parte de los fondos europeos Next Generation. Son proyectos transformadores y con vocación de implicar a toda la industria en un marco de colaboración público-privada. De momento solo se ha aprobado el del Vehículo Eléctrico.
El PERTE de la cadena agroalimentaria inteligente y sostenible, dotado con 1.000 millones de euros, pretende favorecer el desarrollo de toda la cadena de valor a través de la digitalización y la innovación, respondiendo a la creciente demanda de productos más saludables y seguros. Se vertebra a través de tres ejes:
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