El mercado del Private Equity vive un momento muy interesante que se ha dejado palpar en el encuentro CapCorp 2021. Después de un 2020 complicado, la llegada de un gran número de fondos internacionales se ha unido a los vehículos nacionales, aumentando los procesos competitivos y, por tanto, las valoraciones. No obstante, muchos fondos ven la oportunidad de ganar un buen upside apostando por el crecimiento internacional de sus participadas. Además, la gestión de la cartera se ha convertido en un “must” y, prácticamente, ya no hay fondo que no haya creado una estrategia de ESG potente, tanto para sus inversiones como para sus participadas.
El Private Equity vive tiempos de bonanza. Nos encontramos ante un mercado que ya es maduro y en el que los fondos nacionales empiezan a encontrar una fuerte competencia de vehículos paneuropeos que ya tienen el punto de mira en España. En Capcorp 2021, José González-Aller, socio responsable de Private Equity de KPMG en España, ponía sobre la mesa este incremento de la presencia de fondos en nuestro país, que a veces puede afectar a la hora de buscar oportunidades.
Pero ¿qué estrategias plantea cada uno de los fondos para hacer frente a esta nueva situación de mercado? Jordi Alegre, Managing Partner de Miura Partners, comentaba que “hace unos años, España no estaba en el radar de los grandes LPs pero eso ha cambiado y, es más, hay un efecto compensación debido al tiempo en el que no invirtieron en España. Las valoraciones han subido y hay una mayor competencia, pero no es algo negativo. Eso te lleva a mejorar y sofisticarte. Pero no todo es maximizar precio, a veces es importante ser percibido como el mejor socio, lo que tiene tanto valor o más”. En este sentido, Alegre defendió la búsqueda de compañías cuyo objetivo sea tener un socio que acompañe en su internacionalización, o bien sean plataformas más pequeñas que puedan crecer a través de un proyecto de buy & build.
Y es que, un aspecto clave del mercado español es que nuestras empresas tienen muy buenos gestores. Fernando García Ferrer, Chairman de Private Equity de KPMG en España y responsable en EMA, asegura que “estos gestores están detrás de los activos, lo que redunda directamente en una mayor calidad de los mismos. En definitiva, hay mucho dealflow, pero también mucha liquidez y fondos interesados por invertir. Es la ley de la oferta y la demanda, lo que, claramente, también afecta a los precios”.
Es evidente que hay una mayor atracción de liquidez a todos los niveles. Maite Ballester, Managing Director de Nexxus Iberia, apuntaba que “hay estrategias puramente regionales o geográficas y otras exclusivamente sectoriales (en mercados como health care, food care, etc.); o por temáticas, con fondos de impacto social, ahorro energético o transformación industrial. A su vez, dentro del Private Equity estamos viendo una proliferación de soluciones: fondos secundarios, híbridos, de deuda… Por tanto, no competimos solo los fondos tradicionales, sino también con estos vehículos nuevos”.
Esta situación tiene un aspecto muy positivo, y es que las soluciones de financiación para las empresas son mucho más amplias de lo que eran hace 10 o 15 años y, además, los LPs también tienen una gran oferta, por lo que llega más volumen de capital hacia el mercado. Y es que, en la actualidad, la inversión en Private Equity parece que ya no se considera alternativa, sino mainstream.
La crisis sanitaria ha cambiado muchas cosas y una de ellas son los periodos de inversión, ahora mucho más largos. Del mismo modo, González-Aller exponía que hay determinados mercados que se han visto beneficiados por el ciclo, y otros que se han encontrado con muchas complicaciones, pero, en todos estos casos, ¿qué rol tiene el Private Equity como dinamizador de la economía? Alegre lo tiene clarísimo: “conseguimos compañías más robustas, diversificadas y sofisticadas. Esto lo pueden hacer ellas por sí solas con herramientas para financiarse, pero el empuje de un inversor decidido y con experiencia, que viene con un tiempo determinado, es clave”. Lo que es seguro es que la pandemia ha provocado diferencias en plazos entre las compañías beneficiadas y las perjudicadas.
Al hilo de esto, Alberto Bermejo, Partner de Magnum Capital, comentaba que “aquellos que han salido bien parados de esta crisis están recibiendo ofertas y se encuentran en procesos de subasta con dos años de anticipación sobre lo que estaba previsto. Iñigo del Val, Socio Responsable de M&A de Allen & Overy está de acuerdo en que los periodos de inversión dependen, totalmente, de la coyuntura en la que se encuentre la compañía: “con mucho apetito, se toma la decisión de vender porque es el momento adecuado, mientras que en otros sectores tendrán que esperar más”.
Por último y como no podía ser de otra forma, la mesa trató un tema de vital importancia para el Private Equity: el lugar que ocupa el mercado para los LPs. En este sentido, Ballester fue muy clara: “la mayoría de los inversores a nivel mundial están pensando en mantener o aumentar su presencia en el producto. El Private Equity sigue dando retornos altos y se ha convertido en un must have si lo comparamos con la renta variable. Es un sector que ha demostrado que ya no es solo moda, las series históricas de rentabilidad están ahí. El reto es conseguir LPs que no solo sean entes públicos, sino que los grandes inversores institucionales también apuesten por el producto. Los fondos de pensiones y aseguradoras de EE.UU. invierten el 10% de su cartera en private equity, en Europa alrededor del 5% y en España no llegamos al 1%”.
En definitiva, nos encontramos ante un mercado que es un gran dinamizador de la economía, ayuda a la internacionalización de sus participadas, aporta financiación, es un apoyo en situaciones de crisis, ofrece políticas de sostenibilidad, atracción del talento y aporta todo su conocimiento a la hora de desarrollar una estrategia de salida y, por tanto, se convierte en el socio y compañero de camino perfecto.
En un evento como CapCorp no podía faltar un debate especializado en financiación, en el que se pusieron sobre la mesa todas las opciones que, en la actualidad, tienen empresas y fondos a la hora de llevar a cabo sus deals. Las posibilidades son cada vez mayores y a los bancos se le suman los fondos de deuda. Ambos conviven en armonía porque, en realidad, no son competidores, cada uno tiene su propio mercado y son perfectos dependiendo de la situación.
Jean François Guicheteau, Head of Leveraged Finance de BBVA, comentaba que “la financiación bancaria es especialmente barata, no hay un repunte de precio sensible entre antes y después de la COVID-19 y las condiciones de financiación son muy atractivas para los inversores financieros. La percepción del riesgo es la misma, la diferencia puede ser lo que cada uno puede asumir en sus balances. Más que competir con los fondos de deuda, somos muy complementarios y, en ocasiones, es muy óptimo mezclar diferentes fuentes de financiación en las mismas estructuras”.
En la misma línea se manifestó Leticia Ruenes, Managing Director, Head of Spain de Pemberton AM, para quien “hay un espacio donde podemos convivir los dos, con estructuras que pueden conseguir gran flexibilidad y evitar así las sindicaciones”. En definitiva, se trata de conseguir lo mejor de los dos mundos, mejores condiciones económicas y mayor flexibilidad.
Por otra parte, están volviendo con fuerza las refinanciaciones. El año pasado se cerraron ciertos deals en unas condiciones de gran incertidumbre y, en la actualidad, se ha visto la oportunidad de mejorar los costes. Estas operaciones se están viendo en compañías con buena calidad crediticia y una situación mejor que la de hace un año. Además, está habiendo operaciones con add ons, para refinanciar deuda existente y analizar una línea de financiación para realizar adquisiciones.
Cada vez más, los inversores internacionales tienen el punto de vista en nuestro país. Se ha demostrado que en España hay un buen caldo de cultivo para fondos extranjeros, con una base empresarial muy amplia compuesta por pymes y empresarios que necesitan apoyo para hacer realidad sus planes de internacionalización. Si a eso unimos la gran liquidez que hay en el mercado, nos encontramos con el binomio perfecto. Marcos Lladó, socio director de Acon Investments, puso algunas cifras sobre la mesa: “en 2020 se invirtieron unos 6.200 millones de euros por parte del Private Equity en 192 operaciones, de los cuales el 75% procedía de gestoras internacionales”.
En el caso del Private Equity y el Venture Capital, las cifras también son parecidas y dos tercios de su financiación procede del exterior, ¿significa que la industria en España está infradesarrollada? José Antonio Zarzalejos, Socio de Corporate Finance y M&A de KPMG en España expuso dos elementos fundamentales: “el primero es de carácter estructural, lo que estamos viendo es el resultado del desarrollo y la maduración del mercado español. Y, por otra parte, existe una variable coyuntural ligada con la situación macro de España y las perspectivas para los próximos años, muy superiores a las del reto de Europa. España sigue siendo una economía donde la presencia de la pyme es muy relevante y la aparición de los fondos internacionales ha estado muy enfocada en esa pyme. En los últimos 12 meses, mucho inversor del middle market europeo, sin track record en España, ha comenzado a realizar transacciones aquí, compitiendo con el Private Equity local”. Pero, este tipo de inversores extranjeros sin experiencia en nuestro país, ¿por qué gana un proceso competitivo frente al private equity tradicional. Para Zarzalejos, la respuesta era clara: “o bien tienen una plataforma escalable fuera de España, o bien están pagando un precio más elevado”.
Las valoraciones y los múltiplos han subido y, de hecho, el que no esté dispuesto a pagar esos precios, está fuera del mercado. Al menos eso considera Lladó, que exponía la importancia de “conseguir crecimientos de un dígito alto o doble dígito para pagar múltiplos altos, de manera que el upside venga a través del crecimiento internacional. Cuando analizamos un deal, lo primero que hacemos es evaluar el potencial que pueda tener el activo en Latinoamérica o EE.UU. y, una vez que hemos contrastado ese potencial, podemos apostar más para intentar llevarnos el deal”. Una vez que se cierra la operación, los fondos trabajan codo con codo con los equipos directivos para potenciar la adquisición de talento y las adquisiciones y conseguir una escalabilidad a nivel global. Hay algo claro: “cuanto más tiempo dedicas a las operaciones, más valor creas y, aunque pagar múltiplos altos disminuye los retornos, si construyes un proyecto de crecimiento de doble dígito consigues una buena inversión”, aseguró Lladó.
En la actualidad, y tras la crisis de la COVID-19, determinados sectores se están llevando el gato al agua y se han puesto en el punto de mira de todos los inversores. Se trata de mercados resistentes como infraestructuras, energías renovables, ed tech, tecnología, agroalimentario o sector primario. A ellas se suman todas las empresas que cumplen ciertos criterios de sostenibilidad e impacto social. El private equity busca inversiones en estos mercados, en empresas con posibilidades de diversificación y crecimiento internacional y en las que los directivos busquen un socio con el que crecer de la mano.
La crisis sanitaria y la incertidumbre provocada a todos los niveles ha hecho que muchos fondos se centren en la gestión de sus participadas. Pero, ¿cómo se maximiza el valor en el contexto actual? ¿dónde es fundamental poner el foco? Ese era el tema central de debate de otra de las mesas de CapCorp, que buscaba ahondar en todas las lecciones que hemos aprendido a lo largo de estos años.
Natividad Sierra, Head of Investor Relations & ESG de Corpfin Capital, explicaba la importancia de desarrollar diferentes escenarios y business plan pospandemia en sus participadas: “en las compañías industriales, dedicadas a materias primas, nos hemos centrado en el abastecimiento para no quedarnos sin suministros. En otras compañías, en la gestión del circulante, que ha sido clave. También nos hemos enfocado en digitalización e innovación, así como en inteligencia artificial. Además, se ha desarrollado una cartera de productos adaptada a las nuevas circunstancias”. En definitiva, el mayor elemento diferencial es estar cerca de las compañías y conseguir que estén muy cerca de sus proveedores y clientes para prever como van a ser los siguientes meses.
A la hora de gestionar las participadas, algunos fondos han tenido ciertas ventajas gracias a tener una cartera paneuropea. Manuel Carrera, socio de Transaction Services de KPMG en España, exponía que, con una mayor diversificación, se reduce la volatilidad, ya que, en la crisis sanitaria, ha habido diferentes olas de contagios. De hecho, según Esteban Abad, socio de Three Hills Capital Partners, “en algunos casos nos permitía tener una mayor visibilidad respecto al rango de escenarios que podían llevarse a cabo según determinados parámetros. Hemos analizado mucho la flexibilidad de los balances y hemos estudiado como tener más instrumentos de liquidez para hacer frente a esas situaciones más complicadas”.
Los temas de ESG y las políticas de inversión responsable ocuparon, como no podía ser de otra forma, una parte importante del debate sobre el futuro del sector. Cada vez más, los fondos son conscientes de la importancia de realizar un seguimiento de estas siglas, tanto a la hora de invertir como de potenciar estos temas en sus participadas.
Natividad Sierra ejemplificó el cambio de tendencia experimentado en los últimos años. “A principios del año 2000, los LPs te exigían que excluyeras algunos sectores de tu objetivo de inversión. Eso fue solo el comienzo porque, hace ya varios años ha aumentado totalmente la tendencia a la sostenibilidad, de la mano con la nueva regulación europea”. Es así como los fondos deben dedicar mucho esfuerzo a desarrollar una política de ESG en cada una de las participadas, con planes de acción a medio/largo plazo.
Y es que, precisamente, esa regulación hace que empresas y fondos deban ir un paso más allá porque, anteriormente, tan solo desarrollaba su política de ESG quien quería, pero, en la actualidad, se ha convertido en una obligación. Según Ramón Pueyo, socio responsable de Sostenibilidad y Buen Gobierno de KPMG en España, “los temas de ESG han dejado de ser una moda temporal para convertirse en un cambio estructural que ha llegado para quedarse. Todas las compañías, de todos los sectores, deberán amoldarse a la nueva regulación”. No obstante, el proceso de incorporación de estas políticas de inversión sostenible ha sido bastante progresivo.
Ricardo Miró-Quesada, Partner, Head of Private Equity de Arcano Partners, explicó cómo este proceso se puede producir de forma natural proceso bastante natural. “Hace doce años nos adherimos a los UNPRI (Principios de Inversión Responsable de las Naciones Unidas) e incorporamos los principios ESG y se ha demostrado que las compañías en las que estamos invirtiendo son más sólidas y tienen más valor porque el potencial comprador está dispuesto a pagar un múltiplo más alto”.
Sin embargo, dentro de las estrategias de ESG hay un factor de riesgo al que muchos deben hacer frente: conseguir una mayor transparencia y luchar contra el “green washing”. Según Pueyo, nos enfrentamos a tres grandes dificultades: “en primer lugar, no hay una definición única de qué es ESG. La segunda tiene que ver con cómo se mide, porque existen diferentes metodologías o maneras para saber si un activo cumple los criterios ESG. Y, por último, es complicado explicar si un activo o compañía está cumpliendo con los factores ESG. En definitiva, es difícil distinguir el grano de la paja”. Y es que es fundamental que estos criterios formen parte de la cultura y la estrategia de la compañía, con la sensibilización de todos los empleados.
No obstante, poco a poco, la mayoría de gestoras buscan llevar a cabo lo que se conoce como “inversión de impacto”, conseguir un impacto positivo a la vez que esperan tener rentabilidad financiera. Y es que, además de los beneficios sociales que aporta, se ha demostrado que sus inversiones llevan aparejadas muchas ventajas: mayores rentabilidades y mayor atracción para futuros LPs.
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