La labor de la comisión de auditoría, que ya venía siendo compleja, afronta este año nuevos retos que multiplican su responsabilidad. Desde el aumento de riesgos en materia de ciberseguridad hasta la competencia por el talento, un panorama regulatorio que evoluciona a gran rapidez o las crecientes demandas en materia ESG, entre otras cuestiones. Para desempeñar de forma adecuada sus funciones en este contexto y dar respuesta a la mayor demanda de información por parte de los grupos de interés, la comisión de auditoría deberá reforzar sus funciones de supervisión, independencia y también la profesionalización de sus miembros, para garantizar la calidad y transparencia de la información corporativa.
“La confianza en la calidad y relevancia de la información corporativa se ha convertido en un activo capital, por lo que la eficacia de la labor de la comisión va a ser determinante para los inversores y grupos de interés”, explica Borja Guinea, socio responsable de Auditoría y del Audit Committee Institute de KPMG en España. Para una mayor claridad de cara a un año que se vaticina retador, desgranamos diez cuestiones clave que las comisiones de auditoría deberán considerar para desarrollar sus agendas.
Al tiempo que los impactos derivados de la pandemia continuarán reflejándose en la información financiera, la contabilidad y los desgloses, este año las áreas clave de atención también deberán incluir la previsión y los desgloses relativos a los efectos actuales y potenciales de la COVID-19.
Asimismo, se deberá poner especial foco en los controles internos correspondientes a la información financiera y a la comprobación de las deficiencias de control, contribuyendo a la realización de una evaluación equilibrada de la gravedad de la deficiencia y su causa.
Todo ello sin olvidar la relevancia de mantenerse al tanto de las nuevas normas contables, tales como la NIIF 17 Contratos de Seguros, y de los requisitos de divulgación nuevos y emergentes, como la TCFD, y otros desgloses relativos a las cuestiones ESG.
“El crecimiento en el volumen de datos, métricas y desgloses en la información corporativa, cada vez más regulada, requerirá una mayor atención y comunicación de la comisión de auditoría con los gestores y los auditores”, constata Borja Guinea. Una realidad especialmente latente en el ámbito de la información relativa a las cuestiones ESG. En este sentido, la comisión debe alentar a la dirección a reevaluar el alcance y la calidad de los informes, la comparación con sus homólogos, la consideración de las metodologías y la comprensión de las expectativas de los inversores y otras partes interesadas, además de considerar la idoneidad del marco de información ESG de la compañía.
Sin embargo, más allá de las calificaciones ESG, resultará de relevancia abordar cómo se gestionan los riesgos y oportunidades, así como su impacto en la creación de valor a largo plazo. Los inversores mantienen un alto interés por conocer cuáles son los riesgos climáticos que suponen una amenaza para la estrategia de la empresa en su conjunto.
De igual modo, la comisión también puede ayudar a garantizar que las responsabilidades de supervisión del consejo y de los comités estén claras y adecuadamente definidas con tal de asegurar una fructífera comunicación y coordinación.
Además de la relevancia de los aspectos relacionados con los criterios ESG, tanto inversores como reguladores sostienen un gran interés en la información que trasladan las compañías a través de las Medidas Alternativas de Rendimiento (MAR). Para ello, será esencial mantener un firme diálogo con la dirección sobre el proceso que se ha llevado a cabo, así como los controles establecidos con tal de seleccionar las MAR que se proporcionan al mercado. De la misma manera, se debe supervisar que existe una correlación con el estado real del negocio y los resultados con tal de asegurar la transparencia y no distorsionar la información del informe anual.
No hay duda de que el actual contexto, en el que las empresas hacen un uso creciente de las nuevas tecnologías y los datos e interactúan con más proveedores y terceros, plantea mayores dificultades y vulnerabilidades para el entorno. Asimismo, el riesgo de fraude debido a las dificultades financieras de los empleados, las presiones sobre la dirección para cumplir los objetivos financieros y la mayor vulnerabilidad a los ciberataques propician un panorama aún más complejo.
A tal efecto, las comisiones deben ayudar a garantizar que los programas de supervisión y cumplimiento normativo se mantienen actualizados e incluyen a todos los proveedores de la cadena de suministro global, trasladando así las expectativas de alcanzar altos niveles de ética. Asimismo, la Comisión debe poner énfasis en la efectividad de los canales de comunicación y en los procesos de investigación de la denuncia de irregularidades para reforzar su compromiso con la integridad y el cumplimiento de la ley.
La proliferación de riesgos relacionados con ciberataques y sus temidas consecuencias de largo alcance ponen de manifiesto el papel crítico de la ciberseguridad en las compañías. Tales riesgos “demandarán una mayor atención de las comisiones de auditoría para reforzar una eficaz supervisión”, destaca el socio responsable de Auditoría de KPMG en España. Una labor esencial que requerirá de una mayor vigilancia, seguridad y especial anticipación ante este tipo de incidentes.
Fijar unas expectativas bien definidas para el auditor externo será crucial a la hora de establecer una comunicación frecuente y abierta entre el auditor y la comisión de auditoría. En este sentido, se trata de ir más allá de los propios requisitos, lo que beneficiará la supervisión de la comisión, especialmente en lo que respecta a la cultura corporativa, el papel de los directivos y la calidad del talento en la organización financiera. El compromiso conjunto entre el auditor, la comisión de auditoría y la dirección se trasladará en una mejora continua de la calidad de la auditoría.
La transformación digital que están llevando a cabo multitud de empresas tiene un impacto significativo en relación con la búsqueda y la retención del talento, los nuevos modelos y dinámicas de trabajo, la reinvención y el desarrollo de nuevas oportunidades, y la mayor creación de valor para el negocio.
Ante este escenario, las comisiones de auditoría necesitan supervisar y orientar el avance de las finanzas en esta área en constante evolución, desde el blockchain hasta las criptomonedas. Las capacidades analíticas de la empresa deberían evolucionar para incluir análisis predictivos que repercutan en un valor añadido. Por ende, la comisión deberá profundizar sobre la estrategia de transformación del área financiera.
Diversas son las expectativas e incertidumbres que se suscitan en materia fiscal a escala global. Buena muestra de ello son los esfuerzos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) por establecer un impuesto mínimo global o una reforma fiscal para que los servicios habilitados por la tecnología y servicios al cliente se graven en los países y territorios en los que se desarrollan esas actividades. Al igual que los mayores esfuerzos para que las empresas lleven a cabo sus asuntos fiscales de manera sostenible.
Por este motivo, comprender la complejidad de un panorama fiscal en constante evolución será vital para las comisiones de auditoria, pues es probable que estos cambios tengan un efecto significativo en el devenir de las compañías. Por su parte, las comisiones también deberán ayudar a articular la tolerancia al riesgo reputacional asociados a las decisiones fiscales (incluyendo los asuntos relativos a las cuestiones ESG), así como ayudar a determinar el enfoque correcto a la transparencia fiscal, ya que no hay consenso concreto sobre qué nivel de información constituye una “transparencia fiscal adecuada”. Por consiguiente, los directivos deberán reflexionar sobre las expectativas de las partes interesadas, las normas pertinentes, los reguladores y la información sobre transparencia fiscal de sus homólogos.
Otra de las cuestiones sobre las que se deberá prestar atención es en la revisión del plan de auditoría, esto es, asegurar que se base en riesgos, sea flexible y se ajuste a las condiciones cambiantes del negocio y de riesgo. Para ello, la comisión deberá trabajar juntamente con el responsable de auditoría interna (HoIA) y el de riesgos para identificar aquellos riesgos críticos que suponen la mayor amenaza para la reputación, la estrategia y las operaciones de la empresa, garantizando también que la auditoría interna se centre en estos riesgos clave y en los controles afines. Asimismo, cabe destacar que el responsable de auditoría interna deberá realizar una especial reflexión sobre el impacto de las nuevas tecnologías digitales en la auditoría interna.
Garantizar la agilidad y la eficiencia de las reuniones de la comisión tampoco será cuestión baladí. Para ello, la comisión necesita replantearse determinadas cuestiones clave para garantizar la correcta supervisión de la información corporativa y de los controles internos relacionados. Reflexionar sobre el completo aprovechamiento de los recursos y perspectivas necesarias para respaldar la labor del comité, así como replantear la duración de las reuniones, la carga de trabajo, la experiencia de la comisión en materia de supervisión o reflexiona sobre nuevos puntos de vista ayudará a analizar de forma minuciosa la composición, independencia y el liderazgo de la comisión.
En definitiva, el actual entorno en constante evolución, marcado por la digitalización, la creciente demanda en materia sostenible y ESG o los cambios regulatorios desde el punto de vista laboral y fiscal, plantean un escenario de renovada complejidad para las comisiones de auditoría. Su papel de supervisión y compromiso adquiere así una mayor relevancia para el devenir de las compañías, aunque también establece un marco propicio para el fortalecimiento de su labor como piedra angular que asegure la eficiente interacción con los auditores externos y garantice los controles internos y la supervisión de la información corporativa.
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