Las cuestiones ESG están removiendo muchos pilares del negocio de las organizaciones, y entrando a formar parte del día a día de todas las áreas y funciones. Una transformación integral que requiere de un cambio de la mirada y de perspectiva sobre cómo hacer las cosas. Es por ello que es importante que todas las áreas entiendan qué se espera de ellas, y con ese objetivo, KPMG organizó el evento ‘La relevancia de las cuestiones ESG para cada función de la compañía’, un encuentro que daba respuesta a las cuestiones planteadas en la Guía y Diccionario de Sostenibilidad, elaborado por KPMG en España en colaboración con Expansión.
A la hora de abordar la relevancia de la sostenibilidad y el buen gobierno en las empresas, no podemos olvidar que hay un factor de coacción, relacionado con la creciente regulación, explicó Ramón Pueyo, pero otro de conveniencia, “por los incentivos en los mercados de bienes y servicios, de capitales e incluso de empleo a aquellas compañías que respondan mejor a las cuestiones ESG y las integren en todos sus procesos”.
Para los Consejos de Administración es una encomienda que no es nueva. “En los últimos años -subrayó el socio responsable de Sostenibilidad y Buen Gobierno- ya hemos visto el acento del Consejo para asegurar que la compañía acomete con éxito este proceso de transformación sostenible, aprendiendo a trabajar con materias no financieras que no entraban dentro de la agenda”.
¿Y qué claves deben manejar los Consejos de Administración a la hora de abordar este fenómeno?
Históricamente, la función de estrategia y la de ESG han vivido muy de espaldas la una a la otra. Pero este desconocimiento se ha desvanecido ante el avance imparable de la transición energética. Hasta el punto de que los temas sociales, medioambientales y de gobernanza se sitúan ya en el corazón de la estrategia.
La magnitud del cambio, a juicio de Jorge Solaun, director de Deal Strategy de KPMG en España, +requiere remover muchos pilares tradicionales del negocio. Llevan la delantera el sector energético y los fondos de inversión, así como los sectores industriales que tienen el mandato de descarbonizarse. ¿Qué tres actitudes son necesarias?
En plena presentación de resultados de 2021, ya visualizamos mucha información sobre las cuestiones climáticas en respuesta a los reguladores. El CFO debe garantizar que la información que presente el Consejo de Administración sea fiable, consistente y esté alineada con los principios medioambientales. Categorizar, en fin, sus actividades entre lo verde y lo no verde, tanto la información financiera como la no financiera, como resaltó Bernardo Ruecker, socio responsable de Accounting Advisory Services.
“La Dirección Financiera tiene una responsabilidad fundamental. Y una ventaja: ya lo conoce, porque ha pasado por este proceso debido a su experiencia en la generación de información no financiera”, dijo Bernardo Ruecker.
El reto es avanzar con más velocidad en la armonización de los estándares, a lo que contribuyó la creación, durante la COP 26, del Consejo de Normas Internacionales de Sostenibilidad (ISSB).
Esta nueva forma de evaluar la información financiera y no financiera pone a prueba la capacidad del CFO de encontrar condiciones más ventajosas de financiación. Y, según el socio de Accounting Advisory Services, cada vez es más importante el papel de la Dirección de Relaciones con los Inversores.
“Los inversores tiene un interés cada vez mayor por conocer el desempeño ESG corporativo de las compañías”, observó Teresa Royo, directora de Sostenibilidad y Buen Gobierno de KPMG en España, para poder plasmarlo en los nuevos índices de sostenibilidad que juzgan ese desempeño. Toca poner en orden esa información y conseguir mejorar la percepción por parte de los mercados de capitales.
Una responsabilidad en la que coinciden con el área de Riesgos. Su preocupación anida en el impacto financiero y reputacional que los criterios ESG pueden tener en las compañías, en especial las financieras que, además, pueden ver afectados su capital y liquidez, según Pablo Vañó, Socio de FS Consulting de KPMG en España.
Además del propio riesgo que los distintos escenarios de cambio climático están teniendo en los balances de las organizaciones. “Los escenarios severos van a tener un impacto absoluto -advirtió- y España es una de las áreas geográficas donde los riesgos físicos tienen mayor relevancia”, advirtió Pablo Vañó.
Tanto el reglamento europeo de taxonomía, en su artículo 8, como la propia ley de Cambio Climático, van en la línea de obligar a las entidades a reportar con carácter anual cómo hacen frente a los riesgos ambientales y climáticos, en particular las firmas que cotizan en el IBEX, así como las aseguradoras y las financieras.
“No podremos llegar a esta transformación sostenible si no tenemos no solo los recursos financieros sino también los recursos humanos preparados para ello”, apuntó durante la sesión Jerusalem Hernández, socia de Sostenibilidad y Buen Gobierno. Las organizaciones están haciendo cosas completamente distintas y la función de Recursos Humanos debe asumir un rol mucho más estratégico para dar respuesta a un cambio cultural tan formidable.
En ese proceso es necesario disponer de información fiable y rigurosa. Como sostuvo Jerusalem Hernández, “el tiempo de las historias se acabó”. Ya no se trata solo de facilitar indicadores, como hasta ahora, sobre cuestiones tradicionales como el absentismo, la diversidad o la seguridad y la salud, sino empezar a trabajar con modelos predictivos y simulacros. “No podemos caer en el Síndrome de Diógenes de tener tantos datos y no saber qué hacer con ellos”, dijo la socia de Sostenibilidad de KPMG.
La función de Recursos Humanos juega un doble rol: como agente del cambio en esta transformación cultural y como responsable de que esa transformación se haga tangible en “los momentos de la verdad”: en los procesos de gestión de las personas -desde la propia atracción del talento a los modelos de trabajo híbridos, la promoción y la recompensa, la desconexión digital, etc.- y en monitorizar cómo los empleados viven esta experiencia, dijo Cristina Hebrero, socia de People & Change de KPMG en España.
Para Pilar Galán, socia responsable en el área legal del Sector Financiero de KPMG Abgoados, la creciente regulación en materia ESG está exigiendo una mayor especialización de la asesoría legal y un seguimiento continuo, hasta el punto de tener que dotarse de nuevas herramientas de monitorización de la normativa, sobre todo en compañías que operan o disponen de proveedores a nivel internacional.
El movimiento se produce en una triple dirección. En términos de gobernanza, mediante el seguimiento, monitorización e interpretación regulatoria. En lo social, la función legal tiene una labor de soporte a Recursos Humanos en lo relativo a temas como los planes de equidad retributiva e igualdad. Y en materia medioambiental, ofrecer certeza y soporte ante una normativa cada vez más compleja con sus derivadas local, regional, nacional y europea.
Los impuestos son también un activo capaz de generar sostenibilidad a largo plazo. “El enfoque fiscal es un buen indicador del buen gobierno de una compañía”, dijo Raquel Mateos, senior manager de Corporate Tax Services, para quien la forma de integrar los criterios ESG en las políticas fiscales redundará, además, en un mayor impacto en la sociedad y el medio ambiente.
Los requisitos de información no financiera son más exigentes y es necesario, más que nunca, que exista en la organización una cultura no solo de reporte, sino de control interno, subrayó Marta Contreras, directora de Sostenibilidad y Buen Gobierno de KPMG en España. Y citó dos retos que afrontan los auditores internos: analizar bien la materialidad, en el sentido de seleccionar qué información es realmente relevante, y establecer modelos de control de la información no financiera.
Yolanda Pérez, directora de Gobierno, Riesgo y Cumplimiento, insistió en esa nueva faceta de Auditoría Interna como asesora y consultora de ESG de forma transversal a toda la compañía. Para asegurar los riesgos asociados a estos nuevos criterios y supervisar su implementación, este departamento empieza a hacer casi como de pegamento, dijo gráficamente. Con ese fin se están incorporando nuevos requisitos y nuevos perfiles de auditores.
Entramos en una nueva economía donde los intangibles son una oportunidad, pero también un riesgo que pueden amenazar la propia supervivencia del negocio. “Todas las compañías están modificando sus relatos corporativos y su propósito. Pero no pueden definirlo y convertirlo en un relato si no hay un soporte detrás”, apuntó Jerusalem Hernández.
No podemos olvidar que los empleados, los clientes y, en general, toda la sociedad, busca compañías más sostenibles y comprometidas. Tres de cada cuatro consumidores han cambiado sus decisiones de compra por su preocupación por el cambio climático, como recordó Ramón Pueyo. Es el momento de que los equipos de comunicación, necesitados de una mayor formación para poder estar en tantas conversaciones a la vez, contribuyan a construir esa confianza.
El cambio climático se ha convertido en la prioridad global de este siglo. Ha llevado a un consenso internacional para reducir la huella de carbono y eso está impactando de manera colosal en la agenda de las organizaciones.
Para Germán García, senior manager de Sostenibilidad y Buen Gobierno de KPMG en España, una buena herramienta es el ecodiseño de todos los procesos, que nos permite mejorar el beneficio al mismo tiempo que no impactamos en medio ambiente. Y el ecodiseño de los productos y servicios de la compañía, que incluye desde optimizar la materia prima a emplear materiales amigables con el medio ambiente, prolongar su vida útil y promover un aprovechamiento circular de los residuos.
En ese sentido, Leandro Real, Associate Director, Turnaround, Transformation & Working Capital, incidió en el distinto impacto que está teniendo en las operaciones en función del sector. No es lo mismo el transporte o la automoción, al que le afecta de forma integral, que el agroalimentario, donde la circularidad se adapta sin tanta fricción al modelo de negocio.
Es lo que pasa también con las compras y los aprovisionamientos. Para Teresa Royo, directora de Sostenibilidad y Buen Gobierno, existe una creciente presión por parte de los consumidores y los inversores, a la que se suma el regulador, para que los criterios ESG se trasladen a toda la cadena de suministro. Es lo que prevé la futura ley europea de Due Diligence, cuya huella se dejará notar en el ecosistema global de proveedores.
Las compañías deben exigir que sus estándares éticos, sociales, laborales y medioambientales se extiendan a sus proveedores. Los consumidores reclaman una mayor trazabilidad y quien saber qué están comprando. Los códigos éticos son una buena forma de materializar estos requisitos en toda la cadena, pero es imprescindible establecer mecanismos de seguimiento para comprobar que se cumplen y que los proveedores los han interiorizado.
El departamento de IT puede ayudar a las distintas áreas de negocio a implantar sus proyectos ESG mediante la digitalización y el uso de la Inteligencia Artificial, Blockchain y Big Data: desde la eliminación del papel a la trazabilidad del producto o la digitalización del puesto de trabajo.
Empezando por la propia casa, como señaló en el webinar Ana Peñuela, socia de Technology Enablement, al liderar el compromiso de descarbonización con la implantación del cloud computing, que reduce considerablemente el consumo energético, o la gestión de residuos con medidas eficaces como la eliminación de las aplicaciones redundantes y el recurso a energías renovables para alimentar los equipos.
Como recordó Ramón Pueyo, una compañía petrolera y gasística se publicitaba así en los años 60: “Cada día producimos energía como para fundir 7 millones de toneladas de glaciar”. Demasiados glaciares se han fundido en los últimos 50 años. Las compañías líderes en cuestiones ESG serán las que triunfen en el siglo XXI: ante los consumidores, ante los inversores y ante ellas mismas.
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