Avanzar hacia la sostenibilidad es hoy una prioridad en el mundo en el que vivimos. El desarrollo sostenible ocupa un lugar protagonista en la agenda europea, con el Pacto Europeo Verde que marca objetivos como reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en al menos un 55% de aquí a 2030 y alcanzar la neutralidad climática en 2050.
Uno de los mayores retos a los que se enfrentan las compañías para adaptarse a un entorno donde las presiones regulatorias y de mercado en materia de sostenibilidad no paran de crecer, es avanzar hacia modelos de producción y consumo más sostenibles reduciendo el impacto ambiental negativo asociado a sus productos y servicios.
Actualmente, estos modelos dependen del uso del medio ambiente natural y de los recursos. Los recursos naturales son extraídos, transformados, incorporados a la cadena de consumo y acaban, finalmente, convirtiéndose en residuos. A este modelo de extraer, producir y tirar se le conoce como economía lineal y es el responsable de muchos de los desafíos medioambientales a los que nos enfrentamos. Transformar los patrones de producción y consumo es fundamental para disociar el crecimiento económico del impacto ambiental.
Por este motivo, es necesario avanzar hacia una economía circular que, según la Fundación Ellen MacArthur, se basa en los siguientes principios: eliminar residuos y contaminación desde el diseño, mantener los productos y materiales en uso y regenerar sistemas naturales. Este modelo económico propone un sistema donde modelos de negocio innovadores promuevan la retención del valor de los recursos, productos, componentes y materiales en la economía el mayor tiempo posible, reduciendo así el impacto medioambiental de la oferta comercial de forma considerable.
Actualmente la economía global es solo un 8,6% circular, según el Circularity Gap Report. No obstante, desde la Comisión Europea se impulsa una transición acelerada hacia una economía circular. Una de las vías para conseguirlo es la Iniciativa sobre Productos Sostenibles, que tiene por objetivo lograr que los productos comercializados en la UE sean más sostenibles. Es decir: más duraderos, reutilizables, reparables, reciclables, eficientes desde el punto de vista energético y con una menor presencia de sustancias químicas nocivas. La iniciativa por la que se revisará la Directiva sobre diseño ecológico y se propondrán nuevas medidas legislativas, se adoptará por la Comisión Europea próximamente.
Además, se percibe un cambio de mentalidad en los consumidores que cada vez buscan productos y servicios más sostenibles. Según una encuesta realizada por la Comisión Europea en 2019, los ciudadanos entrevistados consideran que los métodos más eficaces para combatir los problemas medioambientales son «cambiar la manera de consumir» y «cambiar la manera de producir y comercializar».
Para impulsar la transición hacia productos y servicios con un impacto ambiental positivo por parte de las empresas, incorporar la innovación sostenible es clave. Esta transformación requiere de nuevos enfoques, nuevas formas de organización y nuevos procesos en la producción y comercialización de los productos. Asimismo, la creación de nuevos productos y servicios y de nuevos modelos de negocio es esencial para avanzar hacia modelos de producción y consumo más sostenibles.
Este contexto presenta ciertos desafíos para las compañías, pero también trae consigo oportunidades de negocio. Innovar para reducir el impacto ambiental de los productos y servicios permite mejorar el posicionamiento de mercado, diferenciarse de los competidores, mejorar la reputación, acceder a nuevos clientes, afianzar relaciones con los grupos de interés y adaptarse a un nuevo entorno marcado por las crecientes estrategias y regulaciones en materia de sostenibilidad.
Para no quedarse atrás y beneficiarse de estas oportunidades, las empresas deberán conocer cuáles son los impactos ambientales y sociales que hay a lo largo del ciclo de vida de sus productos o servicios e identificar dónde es posible reducir este impacto mediante proyectos innovadores.
Algunas de las oportunidades de reducción del impacto que pueden encontrar las empresas en los ciclos de vida de sus productos y servicios son incorporar el uso de materias primas secundarias, emplear materiales fáciles de identificar, reutilizar o reciclar o trabajar en el eco-diseño de envases o de producto para optimizar el espacio del transporte. De cualquier forma, lo que es evidente es que la presión tanto regulatoria como de mercado va a obligar a las compañías a ponerse manos a la obra.
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