La escalada de los precios de la energía, junto con otros factores como el encarecimiento de las materias primas y la disrupción de las cadenas de suministro, continúan impulsando la inflación al alza, comprometiendo las perspectivas de recuperación de la economía. Una situación que se ha agudizado de forma significativa ante el impacto del conflicto de Ucrania.
Desde el año 2020 el precio del gas se ha multiplicado progresivamente hasta alcanzar niveles récord, lo que se ha trasladado también al precio del mercado de la electricidad. Como detalla Carlos Solé, socio responsable de Energía y Recursos Naturales de KPMG en España, “se trata de un escenario que ha empeorado con el conflicto ante la elevada dependencia energética europea de Rusia. En este contexto, el precio del gas en los mercados internacionales es un factor crucial en la determinación del precio de la electricidad en los mercados mayoristas europeos, también en España”.
Inicialmente, los mercados apuntaban a que el aumento de precios de la energía se amortiguaría en 2022, pero la crisis de Ucrania ha trastocado estas previsiones, que permanecerán muy ligadas a la duración y evolución del conflicto. En este sentido y dado el entorno actual, se prevé que los precios de la energía transiten hacia su normalización en 2023 y pasen a estabilizarse a partir del año 2024.
Con el objetivo de mitigar este impacto, varios países de la Unión Europea como Alemania, Reino Unido, Francia, Italia o España han presentado una batería de medidas principalmente orientadas a la reducción de consumo energético. De este modo, los gobiernos buscan reducir la demanda de energía en el corto plazo para tratar de contener el aumento de los precios.
En cuanto a las políticas de ámbito energético, España ha implementado diversas líneas de actuación en torno a la fiscalidad eléctrica. Como explica Carlos Solé, se trata de medidas temporales, como la reducción del IVA de la luz, la suspensión del impuesto a la generación eléctrica o la reducción del impuesto de electricidad aplicado al consumo, entre otras. “El objetivo es actuar sobre las cargas impositivas que configuran el precio de la energía de los consumidores y rebajar así los precios energéticos”, sostiene.
Más allá de las medidas emprendidas por las administraciones, las compañías pueden poner en marcha algunas medidas para paliar el impacto de esta subida de precios. Como punto de partida, es importante analizar en profundidad la situación actual, así como los cambios y tendencias que se suceden en el mercado energético. Sin olvidar poner el foco en la optimización de la gestión energética como factor crucial para paliar el impacto de la subida de los precios. “El actual escenario implica avanzar hacia el concepto de la gestión de la energía y la mejora de la eficiencia del consumo desde el seno de las propias organizaciones, adoptando así una visión holística para la contratación del suministro energético y la toma de decisiones estratégicas”, afirma Carlos Solé.
Asimismo, “es recomendable que la reflexión sobre la optimización de la gestión energética esté acompañada de un replanteamiento en torno al autoconsumo, tanto desde el punto de vista individual como colectivo”, recuerda el socio responsable de Energía y Recursos Naturales de KPMG en España. Adicionalmente, las corporaciones pueden analizar las oportunidades de uso en torno a los sistemas de almacenamiento o la hibridación de las tecnologías, sin perder de vista el replanteamiento de nuevas líneas estratégicas en el medio-largo plazo que impulsen este proceso de transición energética.
No hay duda de que el conflicto entre Ucrania y Rusia, y sus consiguientes repercusiones en el mercado energético, están llevando a Europa a todo un replanteamiento hacia la reducción de la dependencia gasística del continente. Sobre esta línea, es previsible que los gobiernos entre sus líneas de actuación impulsen planes orientados a la descarbonización, con el objetivo de acelerar la autosuficiencia del continente a través del impulso de energías renovables.
Ejemplo de ello es el Plan REPowerEU, recientemente propuesto por la Comisión Europea, que tiene por objeto reducir hasta dos tercios las importaciones de gas ruso para paliar la dependencia del mercado comunitario de los combustibles fósiles rusos antes del año 2030. La hoja de ruta del plan se basa en dos pilares concretos: por un lado, la diversificación del suministro de gas a través de mayores importaciones y gasoductos de proveedores no rusos y, por otro lado, la reducción del uso de combustibles fósiles mediante el impulso de la eficiencia energética y las energías renovables.
En este sentido, la Comisión Europea confía en reducir progresivamente la dependencia de Rusia, a medida que los proyectos de energía renovable continúen impulsándose. Al respecto, España podría tener un papel protagonista como generador de energías limpias y renovables por su gran potencial y capacidad gasista. “Entre las líneas de transición en el ámbito de los gases renovables, España se encuentra mucho mejor posicionado que otros países de la Unión para convertirse en el hub europeo de desarrollo del hidrógeno verde gracias a sus favorables condiciones para el desarrollo de las tecnologías renovables en la producción de electricidad”, destaca el socio responsable de Energía y Recursos Naturales de KPMG en España.
Asimismo, los Fondos Next Generation EU, cuyo desarrollo se canalizará a través del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, podrían significar un gran impulso para estas nuevas tecnologías. Buen ejemplo de ello es el PERTE de Energías Renovables, Hidrógeno Renovable y Almacenamiento, cuyos objetivos se encuentran alineados con la Hoja de Ruta del Hidrógeno Renovable. Sobre este marco, también se distingue el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030 (PNIEC) o la Estrategia de Descarbonización a largo plazo 2050, entre otras iniciativas estratégicas en torno a la descarbonización.
Así las cosas, no hay duda de que las compañías se enfrentan a un panorama cada vez más incierto, especialmente marcado por la volatilidad y la subida de precios. Sobre este escenario, además de las medidas emprendidas por parte de las administraciones, las compañías necesitan adoptar un enfoque holístico en torno a la gestión de la energía, así como emprender medidas que les permitan aumentar su resiliencia. A su vez, se abren oportunidades sobre nuevas líneas estratégicas en torno a la transición que podrían tener un impacto decisivo en el futuro energético del país y la descarbonización de la economía.
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