El viaje acelerado de la transformación sostenible ha supuesto todo un replanteamiento de las estrategias, funciones y acciones que deben adoptar las compañías. La transversalidad que caracteriza esta transformación verde ha virado cada vez más hacia un mayor entendimiento entre los asuntos ESG y también hacia las direcciones financieras. Por ende, la agenda del Chief Financial Officer (CFO) se encuentra cada vez más vinculada a las cuestiones ESG, entrañando multitud de incógnitas y desafíos al respecto. Algunas de ellas comprenden desde los requerimientos de la taxonomía UE hasta las implicaciones contables y de reporting o de financiación e inversión. Sin olvidar, el destacable papel del auditor financiero y la necesaria aproximación al control de gestión.
Estas cuestiones se abordaron en detalle de la mano de diversos portavoces de KPMG en el webinar ‘Las direcciones financieras ante el reto ESG. Seis claves que debe aplicar el CFO’ con el objetivo de facilitar a los responsables de las finanzas de las compañías identificar los retos que deben abordar a corto plazo. “La transformación sostenible no es un proceso que permanece aislado en una de las áreas de las compañías, sino que es algo específico, concreto y transversal a las distintas funciones y direcciones que conforman las compañías”, explica el socio responsable de Sostenibilidad y Buen Gobierno de KPMG en España, Ramón Pueyo.
Un proceso que, sin duda, supone un replanteamiento de nuestro modelo de desarrollo económico, en el que la figura del CFO se ha convertido en condición sine qua non para responder a los crecientes desafíos y novedades que supondrán las cuestiones de sostenibilidad o ESG. A continuación, se exponen seis de los retos que las direcciones financieras deberán considerar especialmente de cara a los próximos años.
La taxonomía verde de la UE se encuentra entre los desafíos más destacados que este año han tenido que afrontar las funciones financieras. “Una regulación nada sencilla y que en este año ha supuesto ya algunas dificultades”, reconoce Jerusalem Hernández, socia de Sostenibilidad y Buen Gobierno de KPMG en España. De este modo, las organizaciones deberán reportar de cara al próximo año el alineamiento, esto es, aquellas actividades que son susceptibles de contribuir a los objetivos establecidos por la Unión Europea.
“Será necesario identificar la contribución sustancial, los indicadores relativos a no hacer un daño significativo y, por supuesto, las salvaguardas mínimas. Este requisito entrará en vigor el año que viene, en principio, sobre los dos objetivos que ya encontramos en la norma, como son adaptación y mitigación al cambio climático”, apunta Jerusalem Hernández.
Ante este escenario, Analía Álvarez, socia de Accounting Advisory Services de KPMG en España, destaca la necesidad de desglosar convenientemente dicha información, garantizando su “consistencia, fiabilidad y trazabilidad para responder de manera adecuada a las exigencias de la taxonomía europea”. Sin dejar de lado, insiste, la adecuada presentación de la información cualitativa, que deberá ir incluida en la sección de ‘política contable’. Además, este primer año de aplicación ha dejado sobre el tapiz diversas dudas e interpretaciones contables de los KPIs sobre las que las corporaciones deberán poner el foco, relacionadas con las actividades contables, la depreciación de I+D o las diferencias entre el OPEX contable y OPEX taxonómico, entre otras cuestiones.
No hay duda de que el cambio climático impacta de manera significativa en todos los modelos operativos, cadenas de valor y modelos estratégicos. Un proceso que, como anticipa Ramón Pueyo, será especialmente intenso a lo largo de esta próxima década. En este sentido, la Ley 7/2021 en materia de cambio climático obligará a determinadas compañías a realizar un reporting anual en relación con el impacto financiero que les está generando el cambio climático. Como señala Germán García, Senior Manager de Sostenibilidad de KPMG en España, se prevé que este reporting se efectué en 2024, con el resultado del análisis de riesgos y oportunidades climáticas correspondiente al año 2023.
De este modo, los riesgos y oportunidades derivadas del cambio climático se constituyen como las dos vertientes de información que se deberán identificar, evaluar e integrar estratégicamente, pues impactarán en el modelo de negocio y determinarán el valor de las empresas. “Una vez que conocemos cuáles son esos tipos de riesgos, necesitamos hacer una planificación estratégica sobre cómo los vamos a identificar y gestionar y, en este análisis, deberemos identificar el impacto financiero en base a los escenarios climáticos identificados”, explica el Senior Manager de Sostenibilidad de KPMG.
Respecto a los posibles impactos en las cuentas contables, se pueden “esperar cambios en las estimaciones debido a la evaluación de los riesgos y oportunidades medioambientales, así como el deterioro de valor de activos ante aquellos que no contribuyan con la estrategia de climática de la compañía”, ejemplifica Marisa Pérez, socia de Accounting Advisory Services de KPMG en España. Ante este escenario, “la comunicación y el entendimiento serán un must en la mesa del director financiero y en estos próximos meses veremos un campo nuevo al deberemos prestar muchísima atención, al igual que lo harán los inversores”, recalca.
La necesidad de ampliar la información relativa a las cuestiones ESG responde a una serie de factores concretos. “La información que reportan las empresas sobre sostenibilidad y ESG muchas veces no es suficiente, esto es, se necesita un ejercicio de materialidad real, bien estructurado y pensado como base de todo”, detalla Marta Contreras, directora de Sostenibilidad de KPMG en España. Asimismo, en los informes se detectan omisiones de determinada información que puede resultar de relevancia para los inversores y grupos de interés, así como problemas relacionados con la calidad o veracidad de dicha información.
Por ello, una vez que se apruebe la aplicación de los estándares, cabe tener en cuenta a efectos prácticos las implicaciones de la doble materialidad, esto es, la materialidad financiera y de impacto que, como detalla Marisa Pérez, supone “una mayor ampliación de los desgloses que deberán aportar las compañías para determinar cómo se están relacionando con el entorno”.
Más allá de los retos vinculados a los estándares de reporting, la relación entre la dirección financiera y el auditor financiero se constituye como una cuestión de vital importancia. Como cita Bernardo Ruecker, socio de Auditoría y responsable de Accounting Advisory Services de KPMG en España, la función del auditor necesita poner el foco en el tipo de información que se deba desglosar, los presupuestos y proyecciones, y los impactos en los beneficios de los empleados, entre otros aspectos relacionados. Adicionalmente, el auditor deberá comprobar la inclusión del EINF (Estado de Información No Financiera) y su concordancia respecto a las cuentas anuales.
“Cada vez más, y eso todavía no está cerrado en la normativa ni en los borradores, se seguirá evolucionando desde la seguridad limitada a la seguridad razonable. Esto tendrá implicaciones en la calidad de la información, esto es, en la evaluación de los criterios de control a los que está sujeta la generación de esta información, permaneciendo más alineada respecto a la información financiera”, asegura Bernardo Ruecker. En este sentido, el rol del auditor irá in crescendo, demandando una mayor involucración por parte de la dirección financiera.
Los CFO también se enfrentan a un mayor escrutinio por parte de los agentes exteriores, pues se percibe una mayor actividad de los mercados e inversores que examinan en materia de sostenibilidad y ESG a las compañías a cerca de su idoneidad. Y es que, como asegura Ramón Pueyo, “cada vez más surgen oportunidades de financiación sostenible ante el crecimiento explosivo de la financiación ESG”.
A tal efecto, Teresa Royo, directora de Sostenibilidad y Buen Gobierno de KPMG en España, insiste en la necesidad de ‘poner orden’ sobre la información generada para priorizar aquellos aspectos ESG que contribuyen a la estrategia y mejoran la percepción de los financiadores. “Una vez que las compañías reporten este desempeño, respondan a los riesgos y determinen los proyectos susceptibles de financiación, entonces pasarán a estar a disposición de proporcionar la información que los mercados de capitales requieren para obtener determinadas ventajas”, explica Teresa Royo.
Algunas de las claves a considerar versan desde trabajar en profundidad sobre los aspectos ESG materiales y la definición de objetivos hasta la elaboración de un marco de financiación sostenible o la disposición de un cuadro de mando sobre los KPIs corporativos, entre otras recomendaciones.
Adicionalmente, las direcciones financieras necesitan abordar el control de gestión en relación con las cuestiones vinculadas a las siglas ESG. Todo ello siendo conscientes de que “las siglas ESG van más allá de la elaboración del reporting”, aclara Benigno Prieto, socio responsable de la Solución de Control de Gestión de KPMG en España. Asimismo, estas cuestiones actúan como palanca para entender los drivers que generan valor en las organizaciones por lo que impactarán en la toma de decisiones y la gestión de los requerimientos de capital.
“Nuestro impacto en el planeta, nuestra contribución a la sociedad o nuestra conducta probablemente marcarán la diferencia competitiva de nuestra compañía”, destaca Benigno Prieto. A tal fin, aconseja que el ciclo EPM (Enterprise Performance Management) constituya la base para incorporar ESG al modelo de control de gestión. Todo ello para lograr mejorar el rendimiento y el despliegue de la estrategia ESG de las compañías de manera unificada.
En suma, el actual entorno, marcado por el acelerado desarrollo de las cuestiones ESG en el ámbito empresarial, implica la necesidad de establecer un nexo común entre la transformación verde y el rol de los CFO. Como concluye Analía Álvarez, “una de las mayores enseñanzas que ha dejado la aplicación de la taxonomía europea hasta el momento es la necesidad de un mayor entendimiento entre las cuestiones ESG y la dirección financiera. Premisa esta indispensable en la actualidad y que, como anticipan, será aún más necesaria en los años venideros.
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