En un entorno marcado por la elevada volatilidad e inestabilidad económica, las compañías se encuentran ante un desafío múltiple: por un lado, centrar todos sus esfuerzos en garantizar el máximo rendimiento, al tiempo que mejoran la resiliencia operativa y protegen sus márgenes; por otro, cumplir con los estándares de ESG cada vez más exigentes. Una ecuación especialmente compleja en mitad de la disrupción de las cadenas de suministro, la escalada de precios que continúa impulsando la inflación y el impacto del conflicto de Ucrania.
Durante las últimas semanas, en el marco de esta serie de artículos, ‘¿Cómo reaccionar ante un posible ‘shock’ de la demanda?’, hemos analizado y repasado diferentes formas en las que las empresas pueden actuar para prepararse ante un posible shock de la demanda en las diferentes áreas operativas. Cuando empezamos la serie, no muchos hablaban de que este shock de la demanda se pudiera producir. Ahora son pocos los que niegan que se va a realizar un importante ajuste tras el verano.
Existe una creciente incertidumbre sobre la finalización de la guerra y la profundidad de sus consecuencias. De este modo, estamos viendo claramente el efecto que está teniendo en los precios de combustibles y en el gasto energético, que no para de aumentar. Por otro lado, la inflación en junio se situó en el 10,2%, la más alta desde 1985. No hay más que mirar el coste de alimentos cómo el café, la leche o el pan para comprobar la magnitud de este fenómeno. También hemos visto protestas a las continuas subidas de costes energéticos y su efecto en el transporte, cuyo coste ha subido considerablemente lo cual tiene un efecto directo en las cadenas de suministro. Dicho esto, ¿cómo deben reaccionar y prepararse las cadenas de suministro de las empresas para soportar el efecto péndulo que pueda tener un shock de la demanda?
Parte del efecto que estamos viendo es una consecuencia directa del acopio excesivo de materiales que, en muchos casos por miedo, se ha visto en el mercado. No hay duda de que los almacenes están a rebosar, por lo que lo primero que se debería hacer es un trabajo de revisión de las previsiones de la demanda que son el driver de toda la cadena.
Los algoritmos predictivos que utilizan Machine Learning y que aprovechan tanto variables externas (macro económicas, IPC, políticas, desempleo, tendencias y micro económicas) como variables internas, pueden ayudar a prever para cada industria los posibles impactos de un shock en la demanda que permitan testar distintos escenarios. El acopio excesivo puede llevar a faltantes en el mercado. Es necesario, por tanto, diferenciar entre materias primas críticas y aquellas fácilmente sustituibles. Se trata, pues, de una situación que lleva a ese acopio por el miedo y sobre la que es imprescindible catalogar correctamente la criticidad de las materias.
La previsión también debe utilizarse para calibrar la cadena de suministro y determinar aquellos materiales que puedan verse contraídos frente a aquellos que, debido a su naturaleza, vean su demanda incrementada. En base a ello, será necesario trabajar políticas de suministro y de aprovisionamiento contingentes que no generen obsoletos ni bloqueen el capital. Estas políticas deben desarrollarse en colaboración directa y estrecha con proveedores clave que se involucren en el negocio y en su planificación con estrategias alineadas que ayuden a la creación de valor con los mismos riesgos y beneficios de hacer las cosas bien.
Es imprescindible pensar en el medio y largo plazo, evitando decisiones corto-placistas, para poder planificar la capacidad necesaria, preparar las cadenas de suministro y poder flexibilizar las infraestructuras a las necesidades reales. Hay que cuestionarse si tiene sentido disponer de los almacenes e instalaciones de los que se dispone, trabajar los turnos que se trabaja, externalizar operaciones que no sean core del negocio y optimizar espacios disponibles que permitan minimizar movimientos de mercancía.
Las empresas deben, además, trabajar primero en optimizar la logística interna que permita reducir ineficiencias derivadas de la mala gestión y planificación y, después, trabajar en la logística externa.
La logística debe pasar a ser parte clave de las decisiones de negocio. Las estrategias pasadas han demostrado que no funcionan en situaciones de stress de la cadena dado que no garantizan el servicio. Por ello, se debe trabajar y entender la estructura de costes logísticos (que normalmente está diluida en diferentes cuentas y departamentos) para poder actuar sobre ella.
El incremento en los costes de transporte, unido a la falta de disponibilidad de medios, ha generado una situación de dependencia con costes al alza y servicio interrumpido. Por un lado, el precio de los contenedores desde Asia y América se ha multiplicado por cinco en el último año, y aunque parece que comienza a estabilizarse, se ha perdido mucho margen que difícilmente será recuperable. Esto ha llevado a empresas a repensar su estrategia de acopio y exportación. Por otro lado, el transporte por carretera está en situación precaria con el alza de los costes de combustible. Garantizar el servicio significa pagar premiums y optimizar el proceso de carga y descarga para evitar tiempos de espera, maximizar tacógrafos y ayudar a paliar costes.
Saber diferenciar también entre los diferentes niveles de servicio exigidos por el mercado y separar lo urgente, de lo crítico, de lo estándar. En este sentido, se puede estresar menos la cadena con una buena planificación, generando así beneficios comunes con transportistas, clientes, proveedores y la empresa, además de reducir costes e incertidumbre.
Tener una visión de sostenibilidad que permita reducir la huella de carbono y establecer pautas a seguir que reduzcan el impacto en el medio ambiente, como puede ser maximizar el llenado de camiones, reducir rutas redundantes, agrupar envíos o maximizar envíos directos a clientes, entre otras medidas.
En resumen, si como se prevé, se contrae la demanda en los próximos meses, las compañías necesitan trabajar e implementar acciones para lograr afinar la previsión de la demanda y estar preparadas para poder tomar decisiones sobre la cadena de suministro de forma ágil. Para ello, deberán analizar posibles escenarios que ayuden a optimizar la red de distribución y, sobre todo, poner el foco en la revisión de los procesos y decisiones internas.
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