Actualmente vivimos uno de los revulsivos y más notorios cambios en los mercados financieros de los últimos 30 o 40 años. La tecnología Blockchain está permitiendo que numerosos activos, como inmobiliarios, fondos de inversión, bonos, deuda… puedan ser más accesibles, líquidos, seguros y eficientes para los inversores.
Se trata de la tokenización. Una forma nueva de concebir nuestro entorno, los activos que nos rodean, ya sean tangibles o intangibles, para tratar de extraer el máximo partido y rendimiento a los mismos. Y que acaba de recibir el impulso definitivo por parte de la Comisión Europea, quien ha dado luz verde al reglamento piloto de las infraestructuras de mercado basadas en tecnología de registro descentralizado (DLT, por sus siglas en inglés). Esto permitirá la tokenización de los instrumentos financieros tradicionales en redes blockchain y el desarrollo de los security tokens.
Cuando hablamos de tokenizar, nos referimos a representar un activo de manera digital en la red Blockchain, trasladando de esta forma la propiedad, derechos o utilidades a los tenedores de dichos tokens que representan el activo. En un primer momento, debemos analizar cómo se va a desarrollar esta tokenización. Es decir: si se va a producir en una red pública, híbrida o privada, ya que, dependiendo del sistema que se elija, la transmisibilidad, acceso y mercado pueden verse limitados.
El segundo paso es realizar una valoración exhaustiva y completa del activo. Si es un inmueble, a través de una tasación. Si lo que queremos tokenizar es un fondo de inversión, con el valor liquidativo total del fondo, etc. El objetivo es establecer un valor final que fijará el precio de los tokens. Aquí es donde entra la economía de los tokens, los llamados tokenomics. Estos tokens estarán a disposición de los inversores en sus wallets, donde podrán interactuar con otros inversores o realizar operaciones con ellos. El diseño de tokenomics está influenciado por numerosos aspectos, como la red Blockchain, en la que se va a tokenizar los activos, la comunidad o el perfil del usuario al que va dirigido, el control en la estabilidad de precios, el tipo de sistema de emisión o quema de tokens que se esté definiendo, la gobernanza del activo, entre otros muchos que son determinantes tanto para inversores como para los tenedores del activo que se desea tokenizar.
Además, este proceso de tokenización está complementado por Smart Contracts, a través de los cuales, se pueden establecer ciertas reglas y condiciones en los procesos de tokenización. Un Smart contract es un documento entre las partes que intervienen en el proceso pero que no están sujetos a interpretaciones legales ni jurídicas. Las normas que se establecen en este contrato son las que se ejecutarán de manera automática y sin necesidad de ningún tipo de intervención. Estos contratos están desarrollados en códigos informáticos (scripts) inalterables por las partes, teniendo una validez descrita por los creadores en su elaboración y pudiendo ser modificada por los mismos mediante un sistema de gobernanza.
Gracias a todo ello, son muchos los beneficios directos que nos ofrece la tokenización:
En definitiva, la combinación de los activos, la red blockchain, el estudio de los tokens y los Smart Contracts está produciendo una apertura y democratización de la inversión en multitud de sectores y ámbitos, potenciando las rentabilidades existentes y dando acceso a usuarios que antes, tal vez por las grandes barreras de entrada, no podían adquirir este tipo de activos.
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