El año que ahora se despide comenzó con unas perspectivas de optimismo y crecimiento. La economía parecía dejar atrás los grandes eventos disruptivos que alteraron las premisas sobre las que las compañías habían establecido sus planes a futuro. Sin embargo, el continuo alza de los precios, la invasión de Rusia a Ucrania, la consiguiente crisis energética, o los persistentes problemas en las cadenas de aprovisionamiento ensombrecieron estas previsiones poniendo de manifiesto, una vez más, una única certeza: la incertidumbre es la única constante.
Y es con ella con quien las compañías han aprendido a convivir, y deberán seguir haciéndolo en un 2023 no menos complejo. En este año que comienza, sin embargo, las lecciones aprendidas van a marcar la diferencia, ya que -pese a que conscientes de que las disrupciones siempre son una posibilidad- los retos que han acompañado a las empresas en los últimos meses continuarán presentes.
Por ello, hemos querido recopilar los aprendizajes que las empresas no deben olvidar para afrontar este nuevo año:
Sin duda, uno de los factores que más está condicionando la mirada a futuro de las organizaciones es la inflación, convertida en una de las principales preocupaciones para el 77% de los empresarios españoles, según el informe ‘Perspectivas España 2022’ realizado por KPMG en España en colaboración con la CEOE. La gran pregunta es cuánto tardarán en normalizarse los precios. Y, en este sentido, el Banco Central Europeo augura una larga travesía hasta la normalidad: calcula un 6,3% de inflación media en 2023, del 3,4% en 2024 y del 2,3% en 2025.
En este sentido, todo parece indicar que al menos durante los próximos dos años el escenario macro se caracterizará por un menor crecimiento, incluso de recesión en algunas regiones, y unos niveles de inflación muy elevados. Por este motivo, las organizaciones han de revisar sus estrategias y planes de contingencia, y desarrollar una estrategia realista que equilibre la competitividad con unos márgenes de beneficio cada vez más estrechos.
“Es fundamental que las empresas cuenten con planes estratégicos con el alcance necesario para el escenario en el que nos encontramos, que conjuga una inflación elevada con posibles shocks de demanda. Considerar este contexto como transitorio hace que se pueda optar, erróneamente, por tomar medidas coyunturales y no estructurales. Pero gran parte del tejido empresarial cuenta con elevadas tasas de endeudamiento y reducción de sus márgenes continuados”, advierte Alfonso Junguitu, socio responsable de Turnaround, Transformation & Working Capital de KPMG en España.
Uno de los sectores que más protagonismo ha adquirido en el último año, y que continúa generando preocupación por sus elevados precios, es el energético. En este sentido, Carlos Solé, socio responsable de Energía y Recursos Naturales de KPMG en España, recuerda cómo “en un primer momento, los mercados apuntaban a que el aumento de precios de la energía se amortiguaría en 2022, pero la prolongación del conflicto en Ucrania trastocó estas previsiones”. A pesar de las medidas adoptadas principalmente por los gobiernos de la UE, el experto apunta que “los precios en 2023 y 2024 estarán afectados por la evolución del conflicto, aunque las previsiones de organismos internacionales como la Agencia Internacional de la Energía apuntan a precios superiores a los de 2021 para los próximos años.
Pero no es solo el alza de precios el principal reto al que se han enfrentado -y enfrentarán- las compañías. El elevado nivel de dependencia y globalización de las cadenas de suministro en un contexto de política ‘Covid 0’ de China y problemas de abastecimiento ha dado lugar a una crisis de cadenas de suministro que ha puesto en jaque a numerosas organizaciones, con especial preocupación en el sector industrial.
Así, las empresas de todo el mundo, conscientes de esta debilidad, deberán seguir revisando y rediseñando sus cadenas de suministro, y gestionando la relación con sus proveedores, con el objetivo de hacerlas más flexibles y resilientes. Y en este proceso de recalibración, la mejora en la inteligencia de negocio y la digitalización se han convertido en cuestiones primordiales. “La necesidad de anticipar acontecimientos y el diseño de estrategias capaces de atenuar sus efectos se han convertido en una prioridad”, afirma Begoña Cristeto, socia responsable de Automoción, Industria y Química de KPMG en España.
Ante este escenario, añade Alfonso Junguitu, socio de Deal Advisory responsable de Turnaround de KPMG en España, “es imprescindible pensar en el medio y largo plazo, evitando decisiones cortoplacistas, para poder planificar la capacidad necesaria, preparar las cadenas de suministro y poder flexibilizar las infraestructuras a las necesidades reales”.
Y, en medio de esta ‘tormenta perfecta’, el pilar por excelencia que marcará todas, o casi todas las decisiones estratégicas de las compañías los próximos años es el talento. Y es que este, en sí mismo, ya ha sido a lo largo de este ejercicio una de las prioridades para los CEO, según el 2022 KPMG CEO Outlook. En primer lugar, para superar las dificultades de un entorno incierto, pero, sobre todo, para asegurar el crecimiento corporativo.
Pero este desafío de retener y fidelizar un talento fundamental para la organización dependerá, en gran parte, de la propuesta de valor que las empresas consigan trasladar a los empleados. De hecho, la gestión de personas está entre las principales prioridades operativas para alcanzar los objetivos de crecimiento en los próximos tres años. Porque ofrecer nuevos modelos de trabajo que respondan a las necesidades de los empleados es fundamental para atraer al mejor talento, con las capacidades y habilidades necesarias. Pero, sobre todo, para que ese talento quiera permanecer en la compañía.
Para Cristina Hebrero, socia responsable de People & Change de KPMG en España, “el futuro está marcado por la colaboración, por romper silos y por trabajar de manera más colaborativa. En el que más allá del trabajo en remoto, el objetivo sea desarrollar un sistema híbrido, que aproveche las ventajas de ambos mundos. Y las empresas que no ofrezcan esa nueva forma de trabajar serán menos atractivas, sobre todo, para las nuevas generaciones de empleados”.
Este cambio en las necesidades y expectativas de empresas y empleados, unido a la relevancia del talento a nivel económico y social, también se ha visto reflejado en la regulación. Así, el 2022 comenzaba con una reforma laboral que, con el objetivo de reducir la temporalidad en los contratos, ha cambiado el paradigma de las relaciones laborales de los últimos 20 años. “Con el fin de los contratos temporales, las compañías han tenido que reorganizar y revisar su contratación. Un reto que nos incumbe a todos los actores, tanto empresarios como trabajadores y que nos exige una adaptación rápida y eficaz de las políticas contractuales de las compañías, que continuará el próximo año”, destaca Javier Hervás socio responsable del área Laboral de KPMG Abogados.
Además, la regulación ha dado un paso más en el objetivo por atraer talento más allá de las fronteras físicas, primando sobre ellas las habilidades y la excelencia. Porque las compañías más avanzadas tienen claro que ya no renunciarán a una persona que pueda aportar talento a la organización por que exista una distancia física o una diferencia en husos horarios. Así, a escasos días de que finalice el año, el Parlamento ha aprobado finalmente la Ley de Fomento del Ecosistema de las empresas emergentes (conocida como ‘ley de start-ups’), que incluye la creación de un nuevo visado para personas que trabajen en remoto desde España o, como el proyecto lo define, “teletrabajadores de carácter internacional”, además de modificar el régimen especial de tributación para los trabajadores desplazados al territorio español. “Tendremos que ver a lo largo de este ejercicio cuáles serán los efectos y esperados resultados de esta nueva norma”, apunta Miguel Arias, socio responsable de People Services y OC de KPMG Abogados.
Pero no es esta la única novedad en materia de fiscalidad que va a marcar el entorno del próximo ejercicio. En este sentido, se está consolidando el fenómeno de la fiscalidad sectorial, es decir, el diseño de tributos (o de medidas sustancialmente tributarias, aunque con una denominación formal distinta) dirigidos, no al conjunto de los contribuyentes, sino a una selección de contribuyentes que realizan su actividad en un determinado sector económico. Un fenómeno que, “aunque en los últimos 15 años ya venía sucediendo tanto por parte del legislador estatal como de los autonómicos, ha alcanzado ahora su máxima expresión con los anunciados proyectos legislativos para la imposición de prestaciones patrimoniales extraordinarias en los sectores financiero y energético, pero habrá que esperar a conocer el diseño final de ambas prestaciones para calibrar el efecto que este tendrá en las compañías”, subrayó Julio César García, socio responsable de Fiscalidad Corporativa de KPMG Abogados.
Gran parte de las nuevas medidas en materia fiscal del último año se concibieron para financiar todas las medidas necesarias para mitigar el impacto de la guerra en Ucrania y la persistente inflación. Una inflación que ha llevado a un nuevo entorno de tipos de interés: el BCE subía los tipos por primera vez en 11 años dando un giro restrictivo a la política monetaria que continuará, al menos, durante este 2023. Y es que “lo que habría de haberse producido en años, se ha producido en pocos meses. Y este escenario de elevada inflación y altos tipos de interés afectará, sin duda, a familias, empresas y administraciones públicas, de modo que el crecimiento económico será el año que viene menor que el esperado y las condiciones de financiación se endurecerán de forma relevante”, apunta Francisco Uría, socio responsable global de Banca de KPMG.
Un aspecto que resultará uno de los grandes retos de las organizaciones para este año, ya que seguirán necesitando contar con recursos para llevar a cabo las transformaciones en las que llevan años inmersos, entre los que se encuentran, además de la propia financiación, las capacidades y habilidades de los profesionales que las llevarán a cabo. En este sentido, “las empresas ven en las adquisiciones y en el cierre de alianzas vías para incorporar las capacidades profesionales que van a necesitar para mejorar su desempeño en un entorno cada vez más competitivo. Así, el mercado de transacciones permanece activo y todo apunta a que esta tendencia se mantendrá durante el próximo año”, destacó Noelle Cajigas, socia responsable de Deal Advisory y Fondos Europeos de KPMG en España, quien añadió que los fondos europeos siguen presentando una oportunidad importante para impulsar ese crecimiento sostenido y sostenible por el fueron concebidos.
Otro de los aprendizajes que las compañías deben tener presentes de cara al 2023 es que también la financiación se ha erigido como uno de los temas clave al hablar de sostenibilidad. Durante la COP27, la cumbre mundial por el cambio climático celebrada este año, la medida estrella que marcará el devenir de los acontecimientos en materia de sostenibilidad del próximo año ha sido un fondo concebido para ayudar a hacer frente a las pérdidas y daños que el cambio climático está ocasionando, especialmente, en las economías emergentes.
Pero también en esta COP se puso de manifiesto el imprescindible papel de las organizaciones y sus estrategias e inversiones en el ámbito de las cuestiones ESG, que hacen avanzar más y más rápido en estos compromisos. En este sentido, aunque el contexto tan incierto ha hecho que muchas compañías reevalúen sus estrategias en este ámbito a lo largo de 2022, si hay algo claro de cara al año que comienza es que “los asuntos ESG se han convertido en imperativo de obligado cumplimiento y, en caso de aminorar el paso en el camino de los asuntos ESG en los próximos meses, la tarea de cumplir con sus objetivos en un momento de mayor escrutinio por parte de los grupos de interés se tornará mucho más complicada”, comenta Ramón Pueyo, socio responsable de Sostenibilidad y Buen Gobierno de KPMG en España.
Pero ninguna acción tiene validez si no se reporta. Y las compañías se seguirán enfrentando a un contexto de suma complejidad en el que la volatilidad y la incertidumbre ganan cada vez más protagonismo. Es por ello que, a la hora de hacer balance, más allá del cumplimiento de nuevos requerimientos, los asuntos en materia ESG se encuentran estrechamente vinculados con la reputación empresarial, así como con la atracción y fidelización del talento
Y “mitigar esta incertidumbre solo será posible a través de una mayor calidad en el reporting corporativo, que persiga la utilidad, comparabilidad y transparencia a los grupos de interés”, señala Borja Guinea, socio responsable de auditoría de KPMG en España. En este sentido, el regulador europeo de los mercados de valores (ESMA, por sus siglas en inglés) ha establecido una serie de prioridades para la supervisión de los estados financieros de 2022, subrayando la necesidad de emitir desgloses transparentes y consistentes sobre juicios de valor y estimaciones que realicen las empresas en sus estados financieros.
Pero, sobre todas las cosas, lo que seguirá marcando el próximo año es la convivencia del mundo físico y el ‘online’, que supondrá una oportunidad y un refuerzo para superar los retos que sobrevengan a las compañías. Y es que, en el ámbito de la digitalización, la apuesta es clara: invertir en áreas que impulsan el crecimiento, poniendo énfasis en la creación de alianzas y la preparación ante posibles disrupciones. En este sentido, “las compañías deberán seguir apostando por la transformación y deberán ser más ágiles a la hora de identificar oportunidades digitales para invertir y a la hora de desinvertir en áreas obsoletas”, afirma Luis Buzzi, socio responsable de KPMG Innovate.
Y dentro del área tecnológica, la ciberseguridad se ha erigido como función estratégica. Más aún en un entorno geopolítico de creciente tensión en el que los riesgos se encuentran tanto en el ámbito físico como en el virtual. Así, “ante un contexto geopolítico tan complejo, las organizaciones deben permanecer en una posición de alerta constante, lo que se traduce en reevaluar el nivel de exposición y riesgo de las entidades frente ataques de terceros, reconfigurar las defensas ya establecidas e implementar las nuevas medidas de ciberseguridad que sean necesarias”, subraya Marc Martínez, socio responsable de Ciberseguridad en KPMG en España.
Pero esta importancia de la protección se hace incluso más patente en nuevos entornos como el metaverso. “Las tecnologías de metaverso prometen el siguiente nivel de interacción en los mundos virtual y físico, pero también tienen sus propios riesgos para la privacidad y, sin duda, deben ser gestionados de forma proactiva y anticipada por las empresas y otras organizaciones. Y Europa dispone de adecuadas herramientas para afrontar con ciertas garantías la regulación de estos nuevos ecosistemas digitales”, subraya Noemí Brito, directora y responsable del área de ‘Legal Operations & Transformation Services’ (LOTS) de KPMG Abogados.
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