Hidrógeno verde, eólica, fotovoltaica y bioenergía. La península ibérica puede convertirse en la reserva energética de Europa. Cuenta con infraestructura, tecnología y capital humano listos para dar el salto. El hidroducto H2Med es la última palanca en sumarse a una política energética asentada durante décadas y que permite a España convertirse en una voz autorizada en Bruselas.
Así lo pusieron de manifiesto los participantes en el foro “El futuro energético de España”, organizado por KPMG y El País, que reunió a los primeros ejecutivos de empresas del sector, como Enagás, EDP, Exolum, BP y Redeia, con la secretaria de Estado de Energía, Sara Aagesen.
“Tenemos infraestructuras que nos sitúan en una posición privilegiada a nivel mundial. Estamos mejor posicionados que otros países del norte que son más dependientes de Rusia”, subrayó el socio responsable de Energía y Recursos Naturales de KPMG en España, Carlos Solé.
La situación actual es fruto de decisiones de política energética sostenidas en el tiempo y que hoy cristalizan en el plan español de renovables, que aspira a un 74% de energías verdes en el mix nacional, “el más ambicioso de los presentados ante la Unión Europea. Hay apetito por invertir en España”, concluyó Carlos Solé. Solo desde 2018 la solar fotovoltaica instalada en España se ha multiplicado por 10, como recordó Sara Aagesen.
Un plan que parte de una ventaja única como es disponer de una red eléctrica, gestionada por Redeia, que garantiza la seguridad del suministro. Como recordó Carlos Solé, hay retos pendientes que España debe afrontar en los próximos años: desarrollar tecnología, baterías y sistemas del almacenamiento y aprovechar el potencial de un vector de medio y largo plazo como es el hidrógeno renovable.
La calidad del suministro eléctrico en España no está comprometida hoy por los precios ni por la meteorología gracias a la infraestructura y la red dependiente de Redeia, recordó en el foro su presidenta, Beatriz Corredor. El año 2022 terminó con un 43% de origen renovable en el mix eléctrico, que se espera alcance el 67% en 2026.
“En España tenemos el sistema dentro de Europa y probablemente del mundo más equilibrado desde el punto de vista de fuentes de suministro eléctrico, más resiliente desde el punto de vista de la operación del sistema y ahora mismo mejor posicionado para garantizar eso mismo para Europa”, dijo Beatriz Corredor. Hasta el punto de que, sin las renovables de España y Portugal, hoy Europa no cumpliría con sus objetivos de autonomía y eficiencia energética a los que aspira.
Para llegar a esos objetivos sin desequilibrar el sistema eléctrico, Beatriz Corredor citó como hitos a resolver el transporte, el almacenamiento, la interconexión y la regulación de la eólica marina y de otras tecnologías innovadoras
“Si sustituimos energía gestionable por energía intermitente debemos tener un sistema de seguridad basado en el almacenamiento por bombeo, por baterías o de energía primaria, como puede ser el hidrógeno o los gases renovables”, matizó la presidenta de Redeia.
La sostenibilidad es lo que da sentido a la transición energética. Pero Andrés Guevara, presidente de BP en España, prefiere hablar de un trilema: sostenibilidad, asequibilidad y seguridad del suministro. Para lograr un equilibrio en plena era de volatilidad en los precios de la energía, es clave impulsar la colaboración público-privada y que el sector público dé los pasos que faltan.
Se habla mucho de electrificación, pero es necesario enfocar el debate a otros vectores que contribuirán decisivamente a la descarbonización, apuntó el presidente de BP, como el hidrógeno verde, con un rol clave en las industrias químicas e intensivas, las bionergías, como el biometano, el biogás y los biocombustibles líquidos.
Hay sectores industriales que los necesitan para avanzar en la descarbonización, como el transporte aéreo. “La transición energética está muy dominada por la electrificación, pero la electrificación no lo es todo. Es una parte de la solución”, subrayó el primer directivo de BP.
¿La península ibérica puede ser el golfo Pérsico de las renovables?, se preguntó el moderador del debate, el periodista de El País, Ignacio Fariza. “Sin duda, puede ser un polo productor que suministre energía al resto de Europa”, contestó Andrés Guevara. Hacia fuera de Europa, como sería el caso de EEUU, es más difícil precisamente porque la transición energética se basa en la localización y la energía de proximidad.
Prueba de la potencia ibérica es que España tiene hoy el 33% de toda la capacidad de regasificación de gas licuado de Europa y el 44% de la capacidad de almacenamiento en tanque, señaló el primer directivo de Enagás. Somos imprescindibles en el abastecimiento de gas a nuestros países vecinos, en especial Francia e Italia. “España está liderando el debate energético en Europa. Cuando vamos a Bruselas somos una voz clave”, dijo Arturo González Aizpiri.
La rapidez y unidad mostradas por España y Europa han sido decisivas para afrontar la crisis producida por la guerra en Ucrania. De los 500.000 millones de metros cúbicos de gas que la UE consumía antes de la invasión, 155.000 provenían de Rusia, como recordó el Consejero Delegado de Enagás. Solo unos días después de que estallara la guerra, la UE publicaba el plan RepowerEU que aceleraba la descarbonización sentando las bases para reemplazar el gas ruso.
El resultado se traduce en que los almacenamientos subterráneos de gas estaban el año pasado al 45% en la UE y hoy a más del 80%. En España y Alemania, al 90%. Y el consumo promedio del gas en Europa se ha reducido en más del 10%. “Acabaremos el invierno con una fortaleza y confianza que hace unos meses parecía inalcanzable”, señaló Arturo González Aizpiri.
En la reciente cumbre del Foro de Davos que tuvo lugar en Suiza, los asistentes salieron con un cierto aire de confianza en la recuperación y en la aceleración de los objetivos de descarbonización. Lo reconoció también en el foro de KPMG y El País Ana Paula Marques, Consejera Delegada de EDP en España. Pero no hay que caer en la complacencia.
“Hay más optimismo, pero también tiene que haber responsabilidad porque el tiempo está pasando y cada minuto que perdemos en esta transición energética nos estamos quedando por detrás”, advirtió Ana Paula Marques.
La respuesta pasa por “acelerar en todo lo que estamos haciendo en renovables. Es una oportunidad grande para España”, dijo la Consejera Delegada de EDP, pero reclamó estabilidad regulatoria y fiscal, que garantice flexibilidad, promueva las inversiones necesarias y permita que España pueda ser “un caso de éxito europeo en energía renovable”. Hace falta un road map regulatorio para este nuevo modelo energético, según Carlos Solé, porque las regulaciones tradicionales ya no se adaptan adecuadamente a las nuevas realidades creadas por los vectores emergentes.
Para el socio responsable de Energía de KPMG en España, la incertidumbre y la volatilidad nos van a acompañar en los próximos años. Seguiremos viendo precios elevados, atendiendo a las previsiones de la Agencia Internacional de la Energía, marcados fundamentalmente por la geopolítica, la guerra de Ucrania y la incertidumbre de la demanda.
La UE se ha propuesto multiplicar por 4 sus previsiones de consumo de hidrógeno verde en 2030 y, en ese escenario, “España quiere ser el gran productor competitivo en Europa”, sostuvo el Consejero Delegado de Enagás. Tanto para abastecer la demanda interna como para exportar el 10% del hidrógeno que va a necesitar Europa dentro de siete años. Arturo González Aizpiri defendió que toda la cadena industrial se beneficie de esta revolución del hidrógeno: desde la electrónica de potencia a los compresores, los servicios de mantenimiento industrial o la fabricación de electrolizadores.
En esta ambición, el hidroducto H2Med será el gran corredor europeo que resuelva la ecuación entre la oferta y demanda, uno de los grandes desafíos para el desarrollo del hidrógeno, como apuntó Jorge Lanza, consejero delegado de Exolum, porque a día de hoy no es competitivo al carecer de demanda.
“La incorporación de Alemania cierra el círculo”, explicó el consejero delegado de Enagás. “Nos va a permitir ser un hub de hidrógeno renovable en la península ibérica y transportar 2 millones de toneladas en 2030”, dijo por su parte la secretaria de Estado de Energía, Sara Aagesen. También Jorge Lanza, de Exolum, considera una ventana de oportunidad otros vectores como el hidrógeno, relacionados con la descarbonización y que no están vinculados con la electrificación.
Es el caso de la energía requerida para el transporte, tanto marítimo como aéreo y en carretera, la solución pasa por convertir los residuos en energía: biometano, biogás o biocombustibles. Los yacimientos de esta nueva energía, explicó Jorge Lanza, están en las granjas de purines y en las plantas de tratamiento de residuos urbanos.
El 8% del combustible que ponemos hoy en nuestros automóviles en España es renovable, apunto el CEO de Exolum. Y las grandes distribuidoras, como Repsol, BP y Cepsa, ya están fabricando combustibles de segunda generación.
Sara Aagesen puso el acento en su intervención en el efecto social de las decisiones energéticas. Defendió que las renovables cuenten con “el beneplácito social” y de los territorios donde se asientan. En este sentido, mencionó una reciente encuesta del Banco Europeo de Inversiones, que refleja cómo el 70% de la población española piensa que la guerra implica acelerar la transición ecológica. Y el 88% respalda reducir drásticamente la forma de consumir por el cambio climático.
Para la secretaria de Estado el cambio de sistema no debe enfocarse solo en la autonomía energética y estratégica, sino también desde la parte tecnológica. “No podemos generar un modelo energético de futuro con nuevas dependencias que nos vuelvan a hacer vulnerables”, subrayó en el foro.
La cadena de valor de la industria de las renovables, desde las materias primas a la tecnología, deben orientarse a que el diseño y la fabricación radiquen en España y en Europa. Abogó por actuar con agilidad y flexibilidad, actualizando los planes, como el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), actualmente en revisión. Ella misma recordó cuando negociaba en el pasado en Bruselas y las directivas comunitarias tardaban 10 años en consolidarse. Hoy ese plazo se ha reducido a 3 años y los Consejos Europeos se reúnen incluso cada quince días.
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