El valor estratégico de la industria es incuestionable, especialmente tras las consecuencias económicas y sociales desencadenadas por la pandemia, la guerra de Ucrania y la creciente incertidumbre geopolítica, con importantes repercusiones sobre los costes energéticos, los precios de las materias primas y la rotura de la cadena de suministros.
En el caso concreto de España, la industria manufacturera es el segundo sector con más peso en nuestra economía, después de los servicios, representando un 11,3% del PIB y el 73,6% del valor añadido industrial. La industria manufacturera española se enfrenta al reto de mejorar su competitividad para competir en un mundo más global, teniendo como principales palancas para alcanzar el objetivo de neutralidad climática en 2050, la inversión en tecnología y la descarbonización de sus procesos productivos.
Y es que, de acuerdo con lo señalado por el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, el sector manufacturero es responsable del 24% del consumo final energético, del 22% del consumo final de combustibles fósiles (teniendo en cuenta solo los usos energéticos) y del 21% del total de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Estas cifras evidencian el reto al que se enfrenta el sector industrial español de transitar hacia una industria sostenible, garantizando su viabilidad. Un objetivo que se verá impulsado gracias a las ayudas procedentes de los distintos programas europeos, como el plan europeo REPowerEU, que concentra sus objetivos en el ahorro energético, la producción de energía limpia y la diversificación de los suministros energéticos; el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia; el PNIEC; y la Estrategia de Descarbonización a Largo Plazo 2050 de la UE.
En este sentido, el Gobierno aprobaba el pasado 27 de diciembre el PERTE de Descarbonización Industrial, concebido para impulsar la transformación del sector manufacturero hacia procesos más descarbonizados y competitivos y que llega para impulsar los tres desafíos a los que se enfrenta la industria para alcanzar la neutralidad climática: la descarbonización, especialmente en los sectores con instalaciones industriales sujetas al Régimen de Comercio de Derechos de Emisiones; la sostenibilidad, dirigida a la reducción del uso de combustibles fósiles y su sustitución por energías renovables, así como la utilización de subproductos y el reciclado u otra valorización de residuos. Y, por último, el incremento de las inversiones en I+D+i enfocadas a soluciones innovadoras que permitan su descarbonización y que aseguren el liderazgo tecnológico del sector a largo plazo.
“Las crecientes restricciones legales en materia de emisiones y el previsible encarecimiento de los derechos de emisión apremian la descarbonización de la industria en aras de mantener su competitividad en el medio y largo plazo”, apunta Begoña Cristeto, socia responsable de Automoción, Industria y Química de KPMG en España.
Así, el PERTE de Descarbonización Industrial se ha dotado con 3.100 millones de euros en subvenciones y préstamos, siendo el cuarto con mayor dotación de fondos públicos, y que se prevé permita movilizar hasta 11.800 millones de euros de inversión total a ejecutar entre los años 2023 y 2026.
Adicionalmente a la descarbonización de los procesos de producción industrial, que suponen una reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y el mantenimiento de la viabilidad de la industria en el medio y largo plazo, el PERTE de Descarbonización Industrial contempla otros seis objetivos:
Los objetivos del PERTE de Descarbonización Industrial suponen una transformación de un sector fundamental para la economía española, como es la industria, con la mirada puesta en su viabilidad futura a través de una mayor competitividad, la creación de empleo cualificado y la sostenibilidad de sus procesos productivos.
Y para ello este PERTE de Descarbonización Industrial se articula, de manera similar a otros PERTEs ya lanzados, en una serie de medidas transformadoras y facilitadoras, con el objetivo último de impulsar la descarbonización de la industria manufacturera en España.
Las medidas transformadoras constituyen el núcleo del PERTE de Descarbonización Industrial y abarcan cuatro ámbitos de actuación:
A estas medidas transformadoras se unen una serie de medidas facilitadoras que, sin estar directamente vinculadas al PERTE de Descarbonización Industrial ni financiadas por estos fondos, refuerzan los objetivos de las primeras, apoyando la descarbonización de la industria manufacturera en su conjunto. Entre ellas se encuentran las de carácter normativo, formativo, de fomento de la I+D+i, el Fondo de Carbono para una Economía Sostenible, el fomento de la financiación a través del ICO o el Fondo Nacional de Eficiencia Energética, por nombrar solo algunas.
Como beneficiarios de la línea principal del PERTE de Descarbonización Industrial (Línea de actuación integral para la descarbonización de la industria manufacturera) se incluye a las empresas del sector manufacturero con actividades en los CNAE 10 a 32, que corresponden a los fabricantes de productos minerales no metálicos (incluyendo cerámica, cemento y vidrio), industria química, refino de petróleo, metalurgia, papel pasta de papel y las grandes instalaciones de combustión en otros sectores con especial relevancia en la industria de alimentación y bebidas.
Las empresas interesadas podrán presentarse al PERTE de Descarbonización Industrial de forma individual o agrupadas y, en este caso, podrán ser beneficiarias también empresas sin actividad industrial, debiendo ser al menos una de ellas una pyme.
Según la información disponible sobre el PERTE de Descarbonización Industrial hasta el momento y, a la espera de la publicación de la Orden de Bases, las ayudas se canalizarán en forma de préstamos y subvenciones o una combinación de ambos y podrán ser en concurrencia simple.
Las actuaciones previstas se ejecutarán entre los años 2023 a 2026, si bien está pendiente de determinar si los proyectos financiados con presupuesto de la Adenda podrían finalizar posteriormente. Y se debe tener en cuenta que cada proyecto tractor presentado deberá acompañarse de un Plan de Eficiencia Energética y Transición Tecnológica y otro Plan de Formación y Capacitación.
En definitiva, “la transición hacia una economía sostenible abre, sin duda, nuevas oportunidades para la modernización de nuestro sector industrial, y nuevas ventajas competitivas, en un entorno cada vez más global y competitivo. Las empresas deben aprovechar el impulso de los fondos europeos para impulsar sus estrategias de descarbonización y conseguir maximizar su impacto en sus modelos de negocio, de gobierno y de gestión”, concluye Begoña Cristeto.
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