En un contexto económico mundial sombrío, en el que las tensiones geopolíticas han sembrado de incertidumbre las decisiones empresariales, los líderes políticos y empresariales mundiales reunidos recientemente en el Foro Económico Mundial de Davos lanzaban un mensaje de cierto optimismo, abriendo la posibilidad de que 2023 sea un año algo mejor de lo esperado.
La reapertura de China y la perspectiva de que el país recupere el papel de motor de crecimiento global han propiciado un cambio de tono, aunque con cautela, en los mensajes de organismos internacionales y analistas. Aunque el propio FMI advierte que el despertar chino impulsará la demanda energética, añadiendo presión inflacionaria a zonas geográficas dependientes, como el caso de Europa.
Este ligero optimismo del mercado debería servir de estímulo para que las empresas manufactureras se preparen para aprovechar cualquier signo de recuperación que ofrezca oportunidades a sus negocios. Obviamente, el comportamiento no será homogéneo en todas las geografías ni en todos los sectores pero, tal y como se señala en el informe Global Manufacturing Prospects 2023 de KPMG, que recoge la opinión de 182 CEOs a nivel mundial, hemos de tener en cuenta que la industria manufacturera es una industria global, que trata de aprovechar las ventajas que ello supone y que en la actualidad ha incluido en la ecuación los riesgos que supone una elevada concentración geográfica de sus proveedores o las ventajas que supone una mayor proximidad respecto a los costes.
En este sentido, las empresas manufactureras tratan de fortalecer sus cadenas de suministro a través de crecimiento orgánico y alianzas estratégicas, al tiempo que mitigan vulnerabilidades diversificando y relocalizando, regional o localmente, parte de sus operaciones. Según el citado informe, el 86% de los encuestados está diversificando su cadena de suministro, el 84% está relocalizando sus operaciones y el 82% está reconsiderando sus estrategias de inversión. El apetito inversor es igualmente importante en el sector manufacturero, en busca de adquisiciones que aceleren su crecimiento y que ayuden a complementar su portfolio de productos.
Las cuestiones relacionadas con la sostenibilidad han cobrado un notable protagonismo para la industria manufacturera derivado, no solo del cumplimiento con la creciente normativa, sino también por la presión que ejercen los inversores y los propios empleados de las compañías.
Un tercio de los encuestados por KPMG señalan las cuestiones sociales como el factor que acelerará su estrategia ESG en los próximos tres años. Y, respecto a las principales barreras para que las compañías alcancen la neutralidad climática, lejos de la que a priori podría parecer prioritaria (el coste) se sitúan por delante otras como la complejidad para descarbonizar las cadenas de suministro, la falta de tecnología y talento necesario para implementarlo o la falta de gobernanza interna en el proceso de descarbonización.
Consciente de la importancia de apoyar el proceso de transición de la industria europea hacia una industria libre de emisiones, la presidenta de la Comisión Europea anunciaba en Davos un nuevo Plan Industrial del Pacto Verde Europeo, basado en un entorno regulatorio que genere las condiciones propicias para que los sectores cruciales alcancen la neutralidad climática. Para ello, la Comisión prevé publicar una nueva Ley de Industria Net-Zero, con el objetivo de dirigir las inversiones a proyectos estratégicos en la cadena de suministro y simplificar y acelerar la concesión de permisos.
Otra de las cuestiones que figura entre las prioridades de los directivos de la industria manufacturera para poder cumplir con sus objetivos de crecimiento en los próximos años, es la atracción y retención de talento situándose, incluso, por delante de otras cuestiones como la digitalización. No obstante, la estrategia de transformación digital, la rapidez para aprovechar las ventajas de ser el primero y de captar las oportunidades en materia de digitalización, son cuestiones señaladas por tres de cada cuatro directivos.
En este sentido, dos desafíos a los que se enfrentan y que, en último término, van de la mano en este proceso son, por un lado, la elección de la tecnología y, por otro, la gestión del cambio. Es decir: conseguir que los empleados adopten nuevas formas de trabajo que integren estas nuevas tecnologías.
La incertidumbre se ha instalado en el panorama económico internacional, no solo por medidas implementadas por los distintos gobiernos para frenar la inflación, sino también debido a los mayores riesgos geopolíticos en todo el mundo, siendo la guerra en Ucrania su máxima expresión, pero ni muchos menos la única. El panorama mundial se ha distorsionado. La economía mundial se está desacelerando mientras el cambio tecnológico se está acelerando.
De acuerdo con el informe Global Manufacturing Prospects 2023 de KPMG, estas tendencias macroeconómicas están impulsando a los ejecutivos a centrarse aún más que antes de una doble transformación: la digitalización inteligente y un enfoque en ESG, priorizando el crecimiento sostenible y rentable.
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