Se está generando mucho debate a raíz de lo publicado en relación con el acuerdo alcanzado en el Gobierno sobre la última parte de la reforma de nuestro sistema de pensiones, y que ya ha quedado refrendado mediante un Real Decreto- Ley, el Real Decreto-Ley 2/2023 de 16 de marzo, de medidas urgentes para la ampliación de derechos de pensionistas, la reducción de la brecha de género y el establecimiento de un nuevo marco de sostenibilidad del sistema público de pensiones.
Este Real Decreto supondría la guinda del pastel que empezó a cocinarse con la aprobación de la Ley 21/2021, de garantía del poder adquisitivo de las pensiones y de otras medidas de refuerzo para el sostenimiento financiero y social de nuestro sistema de pensiones. Ley que ha supuesto un giro de timón con respecto a la línea que han venido marcando las reformas producidas desde el año 1985, donde la pauta ha venido siendo la incorporación de ajustes en las futuras pensiones como herramienta principal para afrontar el reto demográfico al que nos enfrentamos a nivel global.
Las medidas tomadas desde 2021 se encaminan por tanto a la consecución de ingresos para el sistema de pensiones que puedan ser suficientes para el pago de nuestras pensiones, habiendo sido derogadas las principales medidas de ajuste que incorporaba la legislación anterior: factor de sostenibilidad e índice de revalorización de las pensiones.
¿Cuáles son las principales novedades que recoge el Real Decreto- Ley 2/2023? Podríamos establecer unas medidas que impactan en el gasto y otras orientadas a los ingresos.
Estas medidas aplicadas en su conjunto de forma aislada, junto con la mayoría de las aplicadas en la ley 21/2021, no supondrían un ahorro en el gasto de la Seguridad Social. Por ello, el acuerdo alcanzado incorpora una serie de medidas por el lado de los ingresos, con el objetivo de dotar al sistema con la liquidez suficiente para poder afrontar los pagos de las pensiones, haciendo mención especial al colectivo baby boom, que comienza a acceder a la jubilación.
Algunas de estas medidas suponen una novedad con respecto a lo ya aprobado en 2021. Otras refuerzan algunas de las medidas ya aprobadas, como el MEI, o incorporan nuevos mecanismos para conseguir un aumento en los ingresos para las arcas de la Seguridad Social. ¿Cuáles son estas medidas?
A nivel general, estos cambios que afectan al gasto del sistema no supondrían un ahorro en nuestro sistema de pensiones. Se estima un incremento aproximado de 2.500 millones de euros anuales en los gastos, en relación con el bloque de medidas expuestas en el punto 1.
Como contrapeso se han incorporado medidas tendentes a aumentar los ingresos de la Seguridad Social, que tendrán que asumir en mayor medida las empresas y las personas cotizantes en el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos. Las personas trabajadoras también se verán afectadas por estas medidas, pero de forma poco significativa.
El impacto que estas medidas tendrían en la empresa sería el de un incremento en sus costes laborales por cotizaciones. A efectos prácticos, una empresa que hasta el año 2022 tenía un coste de Seguridad Social del 30,3%, en 2023 la empresa asumiría un 30,80%, porcentaje que iría incrementado progresivamente hasta el año 2045. Se trataría, por tanto, de unas medidas con cierto impacto en el coste empresarial.
En 2023, la base máxima de cotización asciende a 53.946 euros anuales, frente a los 42.812 euros de la pensión máxima. Los incrementos previstos en las bases máximas de cotización y pensión máxima, 1,2% y 0,115% (adicionales al IPC) harían que la brecha o diferencia entre ambas variables, del 26% actual, se incrementase progresivamente y de forma muy significativa. La consecuencia de ello será que todas las cotizaciones realizadas por los trabajadores cotizantes por la base máxima de cotización no tendrían ningún impacto en su futura pensión. Esta brecha se incrementaría progresivamente todos los años. (En 2035 alcanzaría un 43,4%). Desde el punto de vista del trabajador podría considerarse como una medida recaudatoria fundamentada en la solidaridad del sistema, como ocurriría con cualquier impuesto o tasa, aunque en este caso sería la empresa o el propio trabajador autónomo quien la soportaría.
Sobre la efectividad de las medidas y su impacto en la sostenibilidad futura, si bien no disponemos de la información utilizada para el diseño de estas medidas ni de los propios estudios o resultados del análisis, hay una serie de reflexiones que podríamos plantear para tratar de alcanzar alguna conclusión sobre la efectividad de la reforma:
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