El sistema de transporte público representa un elemento vertebrador clave en el marco económico y social. No solo permite mejorar las relaciones sociales y facilita que los ciudadanos utilicen medios con un menor impacto de carbono, sino que también impulsa las oportunidades económicas de la población, facilitando el acceso a servicios y empleo, fomentando así una mayor equidad social. Así se ha concebido en España el transporte público en las últimas décadas, permitiendo, en palabras de Cándido Pérez, socio responsable de Transporte, Infraestructuras, Gobierno y Sanidad de KPMG en España, “contar con uno de los sistemas más desarrollados y referentes a nivel mundial”, y así ha de continuar siendo de cara a un futuro marcado por las nuevas necesidades de los usuarios, la descarbonización, la digitalización y los nuevos modelos de gobernanza y colaboración.
Todo ello teniendo en cuenta las propias necesidades de una ciudadanía que tiene altamente interiorizado el uso del transporte público: en 2022 el número de viajeros aumentó un 28,8% respecto al año anterior, según datos del INE, una cifra récord que supuso que más de 4.300 millones de usuarios recurrieran al uso del transporte público en España. Este extenso uso de la red de transporte conlleva, como explica Cándido Pérez, a que en ocasiones “la infraestructura se congestione en determinados horarios o días a lo largo del año en los que la demanda aumenta notablemente”. Por ello, además de incorporar las distintas tendencias de futuro, se hace necesario emprender una búsqueda hacia una mayor eficiencia y optimización, en la que la tecnología desempeñará un papel destacado.
“La tecnología es capaz de revolucionar tanto las prestaciones de servicios como los propios modos de transporte”, sostiene Cándido Pérez. Por un lado, la digitalización puede mejorar la eficiencia y la coordinación entre los distintos modos, pero también la comodidad y la experiencia del viajero. Ante este escenario, la colaboración entre operadores y modos de transporte será sin duda fundamental para impulsar esta transformación digital. Por otro lado, los avances en tecnología permitirán la incorporación y el desarrollo de nuevos modos de transporte que comenzarán a formar parte del día a día de los ciudadanos y se integrará al ecosistema de transporte público.
Antes de llegar a dicho ecosistema futuro, el reto en la actualidad pasa por avanzar en la descarbonización y cumplir con las expectativas de los ciudadanos, que reclaman un transporte público más integrado, flexible y personalizado. Tal y como refleja el informe ‘Future of public transport’ realizado por KPMG, las empresas del sector están apostando por planes que mejoren la confiabilidad, usabilidad e integración de los distintos modos de transporte. En este sentido, se distinguen seis atributos fundamentales que deberán marcar la evolución del sistema de transporte público:
En línea con estos compromisos en materia sostenible y el impulso de la descarbonización de la economía, no hay duda de que estas cuestiones se han posicionado como una prioridad estratégica que está marcando la hoja de ruta de los principales operadores del sector. Conscientes de su impacto ambiental y social, el sistema de transporte público necesita responder a las crecientes exigencias sociales en materia de sostenibilidad y cuyos objetivos son cada vez más ambiciosos. En este sentido, la digitalización e implementación de nuevas tecnologías serán cruciales para acelerar esta transformación verde.
En la búsqueda estas nuevas fórmulas para optimizar y hacer más eficiente la red de transporte, especialmente en momentos en que existe un exceso de demanda, entra en juego el relevante papel de los algoritmos digitales y las aplicaciones de movilidad. Su implementación no solo permitirá monitorizar la red de transporte y optimizar su uso, sino también incorporar otros factores como la necesidad de descarbonizar la movilidad del futuro.
Mientras que los viajeros pueden tener la posibilidad de especificar sus objetivos de viaje, el algoritmo, por su parte, podrá considerar factores tan diversos como el impacto de carbono, la congestión del sistema o la necesidad de garantizar que los trabajadores críticos lleguen a sus lugares de trabajo. “La ponderación de estos muchos factores probablemente dependerá de la política de liderazgo, las preocupaciones de la ciudadanía y los factores que influyen en el transporte dentro de cada geografía”, especifica Cándido Pérez.
Por ende, la red de transporte y el movimiento de los pasajeros será evaluado y optimizado de acuerdo con los impactos económicos, ambientales y sociales. “Al aceptar reducciones en la elección y permitir ser asesorados por el algoritmo para optimizar la satisfacción del conjunto de los ciudadanos, los viajeros podrían ser compensados por su ‘contribución de tiempo’”, apunta Cándido Pérez. Esta solución podría ayudar a compensar la pérdida de ingresos e incentivar aún más los modos de transporte público y cambios de comportamiento hacia modelos más sostenibles y eficientes.
En suma, los algoritmos digitales, junto con los compromisos sostenibles y de descarbonización, se perfilan como las palancas que vertebrarán el futuro del transporte público y aportarán soluciones ante retos tan acuciantes como la descongestión del transporte público y el impulso de esta nueva movilidad más ágil y personalizada. A través de esta transformación, el sector aspira a continuar impulsando las relaciones sociales y generar oportunidades económicas capaces de mejorar la equidad social, fomentar el empleo y evolucionar hacia una movilidad más sostenible y respetuosa.
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