Una de las transformaciones protagonistas en las agendas corporativas de las compañías es, desde hace años, la digital. Concretamente, desde 2021, la digitalización ha sido la prioridad estratégica más común entre los directivos que participan en el informe ‘Perspectivas España’, realizado por KPMG, y esta última edición no ha sido una excepción: un 58% de los encuestados así lo considera (mismo porcentaje que en 2022). Y, además, encabeza también las previsiones de inversión: dos de cada tres directivos (67%) afirman que su organización invertirá en digitalizarse a lo largo de este 2023. Los directivos son conscientes de la importancia de estar a la vanguardia de los avances tecnológicos, sobre todo, en un entorno de gran volatilidad, en el que los mercados de capitales demandan una información corporativa que sea confiable y esté contrastada.
Es aquí donde el rol del auditor externo y su alianza con la última tecnología adquiere un papel protagonista para responder a las demandas de los distintos grupos de interés: “La tecnología está cambiando a la sociedad, a las empresas y obviamente a cómo hacemos la auditoría. Para los auditores está suponiendo muchos cambios: desde cómo extraemos la información, hasta cómo la tratamos y cómo modelizamos las conclusiones que extraemos, haciéndolas más robustas y aportando así más confianza a los mercados”, señala Manuel Cortés, socio de tecnología en Auditoría de KPMG España.
En este proceso, aplicar tecnología a la gestión que se hace de los datos es imperativo: desde su recopilación, su tratamiento, y análisis hasta la extracción de conclusiones. Pero la tecnología no puede concebirse como un fin en sí mismo sino como un medio, por lo que “estamos incorporando más perfiles, matemáticos, de ingeniería que nos ayudan a fortalecer el proceso del análisis del dato y de las conclusiones”, añade Manuel Cortés.
Así, la búsqueda de talento con habilidades tecnológicas y de análisis de datos ha llegado a la auditoría de cuentas, aunque este tipo de destrezas y conocimiento ya era una necesidad que se venía vislumbrando desde hace tiempo: según un reciente estudio de DigitalES, en España hay más de 120 mil empleos en tecnología sin cubrir porque no existen perfiles adecuados. Además, este 2023 ha sido declarado como el Año Europeo de las Capacidades por las instituciones europeas, en su mayoría orientadas al campo de las disciplinas STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics). La razón es la doble transición ecológica y digital y las nuevas oportunidades que está creando para las personas y la economía de la UE, lo que da cuenta de la relevancia del talento y de las nuevas necesidades del mundo corporativo para seguir creciendo.
Prueba de ello es, como comenta Sergio González-Isla, socio de Tecnología en Auditoría de KPMG España, que “la tecnología ha cambiado de forma radical la forma en que realizamos nuestro trabajo. Internamente nos permite una identificación de riesgos mucho más granular a nivel de transacción, y nos permite además realizar procesos centralizados y automatizados. Y externamente ha mejorado considerablemente la comunicación y colaboración que tenemos con nuestros clientes, además de que ahora pueden seguir en tiempo real el grado de avance de sus auditorías desde cualquier parte del mundo”.
Y es que, atendiendo a los resultados de la encuesta Perspectivas España, los directivos valoran con un aprobado alto (6,6) las capacidades digitales de sus empleados. Esta nota es levemente inferior a la que otorgan a la adaptación digital de sus organizaciones (6,7). No obstante, es destacable que la mejora de estas valoraciones ha sido muy leve en los últimos años (tres décimas desde la edición ‘Perspectivas España 2020’), a pesar del impulso de que ha experimentado la digitalización tras la pandemia.
Pero, además de incorporar perfiles capaces de manejar y aprovechar las ventajas competitivas de la última tecnología en materia de auditoría de cuentas, hay 4 claves en la transformación tecnológica que se deben tener en cuenta y que Sergio González-Isla enumera de la siguiente manera:
Así, las compañías han invertido (y lo siguen haciendo) en sistemas de información cuyas bondades deben aprovecharse también en la auditoría de cuentas: “Desde la fase de planificación, con un programa de información que extraiga la información de una forma ágil y dinámica hasta la fase de gestión de las evidencias, donde es importante interactuar a través de una plataforma digital en la que el cliente sabe qué tiene que entregar, cuándo, y cómo, hasta la fase de conclusiones. En esta última, el objetivo es generar informes de valor muy robustos para tener debates directos sobre cuestiones concretas y, finalmente, poder aportar valor”, explica Manuel Cortés.
En definitiva, el presente es tecnológico, sin duda. Pero, de cara al futuro más inmediato, es clave trabajar ya con inteligencia artificial para incorporar datos externos y poder contrastarlo con la información contable analizada, además de enriquecer los análisis que se realizan sobre estimaciones contables.
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