Anticipación, innovación y personas: claves para acreditar la calidad en la auditoría de cuentas

La búsqueda de la transparencia, el rigor y, sobre todo, la calidad en el reporting de una compañía es un objetivo prioritario, especialmente en tiempos de cambio y de incertidumbre como el actual. Si la confianza es la clave de bóveda a la hora de que los agentes del mercado tomen sus decisiones, la calidad ejerce de sostén y alimento de la confianza. Por eso, reguladores, grupos de interés y auditores estamos convencidos de que es preciso dar pasos firmes para extender, afianzar y demostrar la calidad en la auditoría de la información corporativa.

Cada vez son mayores y más exigentes las peticiones de los distintos grupos de interés en torno a la información que reportan las organizaciones, y más estrictos los requerimientos normativos en este sentido, lo que hace dirigir la mirada (y nuestro juicio) a quiénes y cómo revisan esa información que se difunde. De hecho, entre los aspectos que destacan los directivos que han participado en el sondeo ‘Perspectivas España 2023’, se encuentra la labor de revisión, poniendo foco en la necesidad de que un experto independiente evalúe información relevante para el mercado más allá de la información financiera regulada y la de la ESG, como, por ejemplo, las medidas alternativas de rendimiento o los planes de inversión.

Todo ello nos conduce al convencimiento y necesidad de que la auditoría de cuentas tenga un compromiso férreo con la calidad y con la mejora continua en todo el proceso, desde la aceptación de un trabajo, su planificación, ejecución y el resultado con las conclusiones que se plasman en el informe. Asegurar siempre los máximos estándares de calidad, implica, sin duda, contar con profesionales con formación, capacidades y valores que lleven a cabo el encargo de auditoría cumpliendo con la completa y compleja normativa técnica. En resumen, no sólo se trata de emitir una opinión correcta, sino de cómo llegar a esa opinión.

En este sentido, la tecnología aplicada está ya inmersa en el proceso y va a contribuir a reforzar la calidad de los procesos y las conclusiones. Pero no dispondríamos de una calidad completa sin un sistema de gestión de la calidad que permita a los equipos, al cliente de auditoría y al regulador evaluar la calidad del trabajo.

Nueva normativa para reforzar la calidad

La regulación internacional sobre auditoría también rema en esta dirección. Además de la Ley de Auditoría de Cuentas y el Reglamento que la desarrolla, en diciembre de 2022 entraron en vigor las nuevas normas internacionales de calidad ISQM1 e ISQM2 (International Standard of Quality Management 1 y 2), aprobadas por el Consejo de Normas Internacionales de Auditoría y Aseguramiento (IAASB) a finales de 2020.

Esta nueva normativa internacional establece, de forma resumida, que los auditores de cuentas deberán establecer objetivos de calidad, identificar los riesgos existentes, y diseñar e implementar respuestas (controles) que permitan disponer de un sistema de gestión de calidad interno debidamente operativo y adaptado a estas nuevas normas de gestión de la calidad.

Tras la adaptación en España de estas normas internacionales (“Gestión de la calidad en las firmas de auditoría que realizan auditorías de estados financieros” (NIGC1-ES) y “Revisiones de la calidad de los encargos” (NIGC2-ES)), así como la revisión de la Norma Técnica de Auditoría “Gestión de la calidad de una auditoría de estados financieros” (NIA-ES 220), con fecha efectiva de aplicación a partir del 1 de enero de 2023, el marco regulatorio se encuentra bien delimitado y definido.

Pero ¿cómo enfocar la aplicación de estas novedades regulatorias en una firma de auditoría? La respuesta pasa por que la calidad impregne los procesos de la firma, las decisiones que se tomen durante la auditoría y la integridad que hay detrás de cada informe de auditoría emitido. Va mucho más allá de un ejercicio anual de cumplimiento, y debe ser un compromiso diario de actuar con integridad, a partir del escepticismo profesional, la objetividad, la independencia y la ética.

 

Para lograrlo se requiere invertir en calidad desde distintos planos, no sólo el económico, formativo o tecnológico. Es imprescindible también implantar un sistema de gestión de la calidad (SoQM, por sus siglas en inglés) que sea consistente, sólido, proactivo y basado en riesgos con el objetivo de asegurar el cumplimiento con la Norma Internacional para la Gestión de la Calidad (ISQM1) y su adaptación en la normativa local.

Un aspecto relevante para la eficacia de los sistemas sobre la calidad es la capacidad de la firma de anticiparse para agilizar la adaptación y, sobre todo, garantizar la máxima calidad en esta labor. Por ello, lo idóneo es diseñar un sistema de gestión que permita mejorar la calidad de los proyectos de auditoría y assurance, y que impulse la coherencia y el rigor en todos los procesos para dar mayor confianza a los diferentes usuarios de la información financiera. El resultado es garantizar de forma razonable que se pueden aplicar medidas de manera anticipada que den cumplimiento a las normas antes de su fecha de aplicación.

Tecnología y personas, el binomio perfecto

Pero no hay sistema de gestión de calidad que no integre el uso de tecnologías punteras y que no conciba la innovación continua como fundamento para seguir creando valor. Y es que mediante los datos y la información que podemos obtener a partir del uso de las últimas tecnologías se puede transformar la experiencia de auditoría, tanto para los profesionales que la llevan a cabo como para los clientes a los que va dirigida.

Cuando los profesionales tienen a su alcance las herramientas adecuadas para automatizar algunos de los procesos y cuentan con las habilidades para potenciar su uso, aumenta no solo la calidad de la auditoría sino también la capacidad para centrarnos en los asuntos más relevantes. Así, contar con una plataforma inteligente, que además sea intuitiva y que esté a disposición de todos los profesionales, fomenta la consistencia global en la ejecución de las cuentas porque permite el uso de la metodología de auditoría mejorada mediante flujos de trabajo habilitados para datos.

Hay tres ingredientes clave para llevar la auditoría de cuentas al máximo exponente de calidad. El primero de ellos es contar con un plan de formación para los equipos, que integre las novedades normativas e implantaciones a la herramienta escogida y aplicada, así como los nuevos desarrollos que pudieran ser susceptibles de aplicarse. El segundo es utilizar el conocimiento adquirido previamente, incluyendo el sectorial, para poder aplicar y poner en práctica la metodología adecuada a la auditoría, enfocada al tipo de empresas.

Y, por último, incorporar los conocimientos y destrezas en torno al uso de Data & Analytics. La capacidad de analizar un volumen masivo de datos de forma completa permite obtener conclusiones más robustas y, en consecuencia, permite focalizarse en los procedimientos sustantivos, obteniendo un conocimiento más profundo y amplio de las operaciones y, en consecuencia, elevar la calidad de la auditoría de cuentas, que es nuestro fin último y nuestro compromiso con nuestros clientes, con los profesionales y con nosotros mismos.

La transformación de la calidad de la auditoría también incluye que cada profesional involucrado en una auditoría tenga claro cuál es su función y responsabilidad respecto a la aportación de calidad. Todo ello refuerza la confianza de los profesionales de auditoría en su motivación hacia su importante labor, de forma que se sientan seguros de contar con el apoyo, las herramientas y el entorno que necesitan para realizar auditorías de alta calidad de forma consistente, fomentando el compromiso profesional con la calidad.