Si la industria debe ser el motor de nuestra economía, debemos situarla en el centro de la agenda política.
Megafactoría, gigafactoría, foundry, reindustrialización. Son términos que en una búsqueda en Google se asociarían hoy con España vinculados con los fondos europeos y, en particular, con los PERTE de descarbonización, semiconductores y del vehículo eléctrico. “La industria manufacturera representa el 13% del PIB. Genera empleos de calidad y es la que más invierte en innovación. Es, además, el sector que más efecto arrastre tiene sobre el resto”, asegura Begoña Cristeto, socia responsable de Automoción, Industria y Química de KPMG en España.
La Reunión Anual del Cercle d’Economia celebrada en Barcelona, convocó en el panel “Autonomía estratégica. Fondos Next Generation y la nueva política industrial”, a un grupo de expertos y responsables políticos que debatieron sobre la situación de la industria en España y cómo los fondos europeos pueden ayudar a afrontar los retos a los que se enfrenta. La principal conclusión del foro fue que las inversiones impulsadas por los fondos están llegando con lentitud, y han puesto el foco en el triple reto al que se enfrenta Europa tras las sucesivas crisis pandémica y bélica, según el planteamiento ofrecido por la socia de KPMG.
Una de las certezas extraídas del foro es la necesidad de reenfocar la política industrial para afrontar estos retos. “La nueva política industrial debe dirigirse a resolver los problemas asociados a los fallos de mercado. Y, en particular, a aumentar la productividad de nuestras pequeñas y medianas empresas, coordinando sus actividades de inversión y proporcionándoles servicios públicos a cambio de compromisos de empleo digno.” sostiene Jorge Padilla, Senior Manager Director en Compass Lexecon.
El debate sobre un nuevo modelo de ayudas de Estado y sobre el cambio en las reglas fiscales, que está dejando ver visiones diferentes e incluso antagónicas en la Unión Europea, también llegó al Cercle d’Economia. La autonomía estratégica, que se resume en ser autosuficientes en materias primas, energía y tecnología, es un objetivo compartido, pero “no debe hacer que caigamos en una visión introspectiva que puede ser una amenaza para la competitividad europea en un mercado global”, como señala Begoña Cristeto.
En el mismo sentido se pronuncia Jorge Padilla, de Compass Lexecon, que advierte del peligro de sobrerreaccionar a la política china, como hicieron en su día algunos países de Occidente ante el temor de un sorpasso industrial por parte de la Unión Soviética y Japón: “No debemos relajar la normativa de ayudas de Estado para permitir ayudas que no vengan a resolver fallos de mercado. Tenemos que seguir con ese principio y esa disciplina”.
Xavier Vives, moderador del evento y profesor del IESE, también detecta una tendencia proteccionista después de la pandemia y la guerra, que ha llevado en Europa a una relajación en las ayudas de Estado en aras de una mayor resiliencia y autonomía estratégica. La idea que está detrás de este cambio de paradigma es que “no podemos depender, desde los medicamentos o los chips, de países con los que puedan generarnos incertidumbre “.
Los fondos europeos son una extraordinaria oportunidad, pero muchas organizaciones con proyectos en el horizonte ven cómo se han ralentizado los procesos. El encuentro de Barcelona coincidió con la publicación del informe de KPMG Perspectivas de España. Fondos Europeos, en colaboración con la CEOE, donde se pone de manifiesto la voluntad de las empresas españolas -un 42% ha optado o va a optar a alguna convocatoria- de beneficiarse de las ayudas.
Al mismo tiempo, un 76% de los directivos encuestados considera excesiva la carga burocrática. A esta barrera se refiere Begoña Cristeto al subrayar “la dificultad de las empresas para acercarse a estos fondos”. El objetivo se va a cumplir, pero el problema está siendo la gestión de las expectativas y los tiempos, en particular en el caso de los PERTE.
La ejecución del Plan de Recuperación va según lo previsto, según el secretario de Estado de Economía, Gonzalo García Andrés, y los tres desembolsos se han producido, lo cual es un éxito como país: “Las inversiones están en un grado muy avanzado de ejecución. Vamos a solicitar 10.000 millones más de transferencias que van a ir íntegramente a reforzar la estrategia industrial a través de los PERTE”.
Según el secretario de Estado, el Plan de Recuperación “está ayudando a las empresas que tienen más proyectos de inversión, que son más audaces y que tienen más capacidad competitiva”. Hablamos de un nuevo modelo que pretende empujar a las empresas a invertir, no a cubrir sus costes, pero manteniendo la cohesión social y territorial.
Se trata de transformar conectando el dinero con la regulación, las reformas estructurales, los mecanismos de colaboración público-privada y la cooperación entre las empresas, según Gonzalo García Andrés. De hecho, la adenda que aprobada por el Consejo de ministros lleva como subtítulo “Por una industrialización estratégica”.
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