Los cambios que vive el sector de la automoción en los últimos años son de tal magnitud que están propiciando una reconfiguración del sistema tradicional de relaciones e incorporando al ecosistema de automoción nuevos actores de sectores muy diversos. Así se refleja en el informe Future of Automotive publicado por KPMG, en el que se pone de manifiesto que prácticamente todo está transformándose en el sector.
Desde los sistemas de propulsión, que están dando lugar a nuevas inversiones y alianzas e, incluso, la segregación de los negocios de vehículos de combustión y eléctrico, hasta la forma en la que se fabrican los automóviles, con la incorporación de sistemas de montaje modular, la utilización de materiales más ligeros o la reconfiguración de las cadenas de suministro para hacerlas más resilientes.
En este sentido, los problemas surgidos en las cadenas de suministro desde la pandemia y la relevancia que han adquirido el diseño tecnológico y el software en el vehículo conectado están llevando a los fabricantes a replantearse su papel en las cadenas de suministro, lo que ya se está reflejando en medidas concretas. Fabricantes como GM o Tesla están tratando de asegurarse el suministro de materias primas a través de acuerdos con proveedores o mediante inversiones directas sobre yacimientos mineros, mientras Volkswagen y Siemens han establecido una alianza para producir componentes con impresión 3D a partir de 2025.
El vehículo eléctrico está provocando también cambios a nivel organizativo entre los fabricantes debido a las diferentes necesidades respecto a los vehículos de combustión en términos de mano de obra, capital, o tasas de retorno de las inversiones. Así, Renault anunciaba en noviembre de 2022 sus planes de segregar su negocio de vehículo eléctrico del de vehículos de combustión e híbridos, habiendo constituido para estos últimos una joint venture con el fabricante chino Geely, que bajo la marca Horse, ha anunciado recientemente el establecimiento de su sede en España. Esta segregación de negocios está produciéndose también en el caso del vehículo conectado, donde los fabricantes buscan por esta vía aumentar el valor de mercado, mejorar la rentabilidad y conseguir beneficios fiscales.
La apuesta por el vehículo eléctrico y la evolución hacia un vehículo conectado están originando nuevas necesidades y dando lugar a nuevos segmentos de negocio donde los fabricantes tradicionales tratan de posicionarse. Las alianzas de Volkswagen con Iberdrola, Enel y BP para el desarrollo de infraestructura de recarga, y las de Volkswagen con Microsoft y Ford con Google para el desarrollo de la movilidad y la mejora en los servicios de los vehículos conectados, son solo algunos ejemplos.
La conectividad de los vehículos y los datos generados no solo está propiciando nuevas fuentes de ingresos, también está permitiendo mejorar la experiencia al usuario y ofreciendo a los fabricantes la posibilidad de fortalecer su relación con los clientes. El mantenimiento predictivo o la personalización de los sistemas de infoentretenimiento son solo algunas de las posibilidades que ofrecen los datos generados para mejorar la experiencia en la conducción. Según el citado informe, más de la mitad de los fabricantes estarían invirtiendo en servicios asociados a la conectividad de los vehículos o planean hacerlo en los próximos dos años y un tercio considera la tecnología un factor competitivo diferenciador en la mejora de la experiencia de cliente.
La provisión de servicios conectados representa un gran cambio cultural para los fabricantes tradicionales que deben adoptar un nuevo enfoque en el ciclo de vida del cliente, que va más allá de la entrega física del vehículo. Adicionalmente a las fuentes de ingresos asociadas a la mejora de la experiencia de cliente, la comercialización de los datos con terceros, desde aseguradoras a anunciantes, se abre como una vía adicional de ingresos. No obstante, no se deben olvidar los riesgos derivados de esa conectividad en materia de privacidad y seguridad. En este sentido, los fabricantes deberán velar por asegurar a los consumidores unos sistemas seguros y preparados frente a ciberataques.
Y en este contexto de cambios, también evoluciona la forma en la que se comercializan los vehículos, con consumidores cada vez más acostumbrados a la compra online y donde la venta directa del fabricante al consumidor final es creciente, lo que está modificando el modelo de distribución original. Tesla fue pionero en la venta directa al consumidor final y, de manera progresiva, otros fabricantes están siguiendo estrategias similares. Algunos fabricantes están optando por un modelo de agencia con la red de concesionarios, donde el cliente adquiere directamente el vehículo del fabricante, pero la transacción se completa a través del distribuidor, con la entrega, que puede ofrecer también servicios adicionales. Estos cambios en los canales de distribución están propiciando una consolidación de los concesionarios con un creciente poder de negociación.
De igual modo, las alternativas al modelo de propiedad tradicional emergen con fuerza. En el nuevo modelo as-a-service proliferan los modelos de suscripción, con un amplio abanico de opciones que van desde aquellos basados en tiempo o kilómetros recorridos a otros más amplios que incluyen costes de seguro y mantenimiento. También la movilidad compartida es un segmento que emerge con fuerza y donde los fabricantes tratan de encontrar su lugar, con importantes retos a la hora de desarrollar y gestionar alianzas con los nuevos players, al tiempo que tratan de retener la lealtad del cliente.
Todos estos cambios se están viendo acelerados por un entorno regulatorio que ha fijado en el año 2035 el límite para la comercialización de vehículos de combustión en la UE, con importantes programas de ayudas e incentivos para la fabricación y compra de vehículos eléctricos.
En el informe elaborado por KPMG plantea cómo este contexto de cambios da lugar a ocho imperativos estratégicos para los fabricantes del sector automoción:
Para abordarlos, las compañías deberán convertirse en empresas conectadas, no solo con los clientes sino con todo el ecosistema que rodea al sector, y ser capaces de maximizar el uso de los datos y la tecnología, ofreciendo a sus empleados las herramientas para lograrlo.
En definitiva, el éxito para los fabricantes vendrá determinado por su capacidad para adaptarse a un entorno cambiante que requiere de respuestas estratégicas y cambios en los modelos operativos y de negocio.
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