Autor: Pedro Carreño
El consejero delegado de Abanca mira el futuro de la entidad con optimismo. Francisco Botas trabaja para que la entidad sea protagonista, y no testigo, de los posibles movimientos en el mapa del sector que se presentan en el horizonte. En esta línea, apunta que su objetivo es aprovechar todas las oportunidades que brinde el mercado, siempre que estén alineadas con los objetivos estratégicos, valores y cultura de la organización. En este sentido, el directivo recalca la trayectoria de la entidad en el territorio nacional, con amplio recorrido y tradición también en el mundo rural, además de su apuesta por la innovación y aprovechar los avances de la revolución digital. Asimismo, recuerda que la entidad tiene uno de los ratios más bajos de morosidad en el sector.
RESPUESTA. Abanca Energy es una iniciativa relevante. Es el fruto de mucho trabajo que responde, básicamente, a la estrategia de sostenibilidad de la entidad. La energía a la que se refiere Abanca Energy es un factor fundamental hacia ese camino, el de la sostenibilidad que, en este caso, forma parte de nuestro ADN no desde ahora, sino desde la propia constitución de Abanca.
Porque hay dos formas de abordar la sostenibilidad: ser reactivo y acompañar a las diferentes regulaciones, o bien ser proactivo, que es nuestro objetivo. Es decir, acompañar a la transición de nuestras empresas para ayudarles en el camino hacia la sostenibilidad. Esa es la razón de ser del lanzamiento de Abanca Energy.
Este proyecto es fruto de un conocimiento profundo del mundo de la sostenibilidad, tanto por la financiación de muchos proyectos de energía como por la participación empresarial en proyectos de energía. De hecho, hemos invertido ya más de 1.200 millones de euros a lo largo del tiempo, y esta cifra es un hecho capital que ayuda a las empresas a su transición.
En Abanca siempre nos ha gustado la especialización, y damos respuesta con valor añadido a las diferentes empresas que trabajan con nosotros. Destacaría algunos sectores muy claros como son Abanca Agro, centrada en el mundo agrario, tan relevante en nuestra sociedad, o Abanca Mar, donde España tiene un posicionamiento muy destacado.
R. Para abordar este tema, creo que es importante en primer lugar contextualizar. Llevamos ya en el sector diez años con tipos prácticamente cero o negativos, lo que ha provocado que nuestros márgenes estén por debajo del coste de capital, es decir, de las cifras que los inversores requieren para trabajar en un sector determinado. También, por supuesto, muy por debajo de otros sectores de nuestra economía.
Ahora parece que tendemos al alza en la rentabilidad, y eso es lo que está sucediendo. Eso es bueno para el apoyo a la economía en general. Claramente, el mensaje del Banco Central Europeo con las subidas reiteradas de tipos de interés es controlar la inflación y, para ello, la demanda tiene que frenarse.
De hecho, estamos observando ya unos primeros signos de decrecimiento en la demanda, como por ejemplo en el mercado hipotecario. Aunque en el caso de Abanca continuamos creciendo a ritmos superiores al 20%, una cifra que considero destacable.
Sobre la morosidad, en mi opinión depende de cada economía nacional, y en España nos encontramos con una situación de desapalancamiento que proviene de la crisis anterior, con una reducción del endeudamiento relevante, incluido el de las familias. Esto, que es muy importante, unido a la acumulación del ahorro por el COVID en los últimos años, ha provocado que no tengamos incidencias de morosidad actualmente.
R. No hay secretos: la gestión de la morosidad está en nuestra esencia como entidad financiera. Nosotros sabemos gestionar los créditos que concedemos de forma que sean reintegrados. Hay que recordar que lo que hacemos es movilizar ahorros hacia la financiación.
Para ello, es fundamental combinar conocimiento con experiencia, y tener un equipo y unas políticas de admisión muy claras, constantes y estables para que se adapten a los diferentes sectores. Y luego tener un seguimiento del crédito que se adapte también a las necesidades de cada cliente para ofrecer soluciones convenientes, como ocurrió en los años del COVID.
R. En nuestro caso, el colectivo de clientes perteneciente a edades maduras es muy significativo para nosotros y, además, no debemos olvidar que es al grupo de edad al que todos tendemos.
Desde Abanca fuimos pioneros en adoptar una batería de medidas para facilitar su acceso a los servicios financieros. Me refiero a alargar los horarios de atención, menús especiales en los cajeros aportando mayores facilidades para su uso, anticipar el cobro de pensiones, entre otras. De hecho, nuestros directores son verdaderos especialistas en atención, y esa es una decisión estratégica de la entidad. Tengo que destacar, en este sentido, que el índice de satisfacción de nuestros clientes seniors es de los más elevados del sector.
Ahora bien, somos conscientes de que nos queda mucho por avanzar. Hay un desafío claro de educación financiera, que debería comenzar en etapas iniciales en los colegios o institutos, y otro pendiente que es la educación digital. Y aquí todas las entidades estamos haciendo un indudable esfuerzo al respecto. Desearía señalar que esta educación digital no debe hacerse solo desde las entidades financieras. Aquí debemos mirarnos todos los sectores, tanto público como privado. Y creo, sinceramente, que el sector financiero es uno de los que más está trabajando en dar respuesta a las necesidades de la sociedad. Pero debe ser un trabajo colectivo.
R. Nosotros somos un banco que estamos en toda la Península Ibérica y en otros países de Europa y América. En nuestra comunidad de origen, que es Galicia, es donde tenemos una mayor cuota de mercado y el acceso a servicios financieros está en el 99% de los ayuntamientos. Hay otras autonomías dónde los ratios son del 60%.
Nosotros, hace años, tomamos la decisión de no abandonar los servicios financieros en el ámbito rural. De esta manera, en 175 municipios gallegos la única entidad financiera con oficinas es Abanca. ¿Esto quiere decir que siempre hemos estado solos en esos municipios? Ni mucho menos. Quiere decir que somos la entidad que siempre ha estado y no se ha ido.
Ha sido la estrategia que hemos seguido siempre, incluso en momentos en los que seguramente otro tipo de decisiones hubieran sido más entendibles desde el punto de vista financiero. Nuestra responsabilidad en este ámbito la tenemos muy clara, sobre todo porque pensamos que prestamos un servicio a nuestra gente, nuestro territorio y nuestros clientes.
R. Lógicamente, no sé lo que va a pasar. Lo que sí que sé es lo que en mi opinión debería pasar. Una tasa sobre los ingresos -que no impuesto sobre los beneficios-, que afecta solo a un país de la Unión Europea, solo ocurre en España. Este tipo de discrecionalidad está siendo justificada en virtud de unos supuestos beneficios elevados y extraordinarios, pero la mejor prueba de que no son tales es que los retornos sobre el capital de la banca son inferiores a los de otros sectores.
Todo esto lo que genera es incertidumbre e inseguridad jurídica. Dentro de la Unión Europea, el hecho de que existan diferencias de esta magnitud no tiene ningún sentido. Genera, además, una desventaja competitiva no solo para el sector, sino también para la economía nacional.
R. Lo que debe haber es un equilibrio entre regulación, supervisión y exigencia a los supervisados, que en la actualidad no parece estar muy ponderado. Para mí, este es el camino a seguir.
Claramente, la regulación europea ha sido un factor de ventaja competitiva en momentos como el que se ha vivido en nuestro sector. Otra cosa es la eficiencia de esa regulación y de la supervisión. Yo creo que, por un lado, tiene que frenarse una supervisión no eficiente y, por otro lado, ha de frenarse el nacimiento de distintos organismos o grupos supervisores que crecen en Europa. Y no solo me refiero al sector financiero.
El tema de la sostenibilidad es realmente importante, y se está produciendo también un ritmo regulatorio muy acelerado. El gran problema es que esta aparición de normativas no está siendo coordinado porque, al final, los reportes son múltiples y no se está llegando a temas fundamentales como son, bajo mi punto de vista, la existencia de datos en cada uno de los activos y pymes de nuestra sociedad, que no están unificados a día de hoy.
Sin embargo, creo que hay una gran voluntad de hacerlo. Ahora bien, tenemos que pensarlo, coordinarlo y trabajar más eficientemente. La voluntad existe, tenemos que ordenarnos un poco más.
R. Captar talento es un enorme reto para la sociedad. Primero por el propio número, porque en la actualidad hay menos jóvenes: la sustitución de la masa laboral actual es el fondo de la cuestión. Y, además, nos enfrentamos a una realidad que nos llama mucho la atención y que miramos con preocupación: ¿qué está sucediendo con la formación de nuestros jóvenes que no encaja con la oferta laboral? De este problema surgen las cifras de desempleo juvenil, que superan el 20%. Evidentemente hay algo que no funciona.
En nuestro sector, quizá el glamur de hace décadas para la atracción del talento ha sufrido valles, pero, en la actualidad, la innovación de la sociedad nos está ayudando. Por ello, pese a que afortunadamente en el sector bancario no estemos teniendo este problema, nos preocupa mucho por su impacto negativo en la sociedad.
En nuestro caso, para abordar este problema de unión entre oferta laboral y formación de nuestros jóvenes, estamos ofreciendo un programa de desarrollo trepidante, tanto orgánico como inorgánico. Una estrategia que cuenta con planes de carrera muy determinados para los equipos que se incorporan, y con una cultura poco jerarquizada y altamente innovadora. Diría que, hoy en día, los jóvenes tienen sensibilidades mayores en temas tan importantes como son los valores o la sostenibilidad.
Este año se han incorporado a Abanca unas 150 personas. Todos son talento.
R. Nosotros somos muy claros en este aspecto: en los últimos años hemos incorporado seis entidades, lo que nos convierte en protagonistas. Todas nuestras operaciones han tenido un foco estratégico. Es decir, o responden a determinados ámbitos del sector financiero que no dominábamos, o a determinadas zonas geográficas en las que no estábamos presentes. Por ello, siempre seguiremos mirando todo con el objetivo de aprender y para que donde exista una oportunidad, podamos seguirla. Pero siempre alineados con nuestro foco estratégico y nuestros valores y cultura.
R. Nosotros apostamos claramente por ambos tipos de crecimiento. Con el orgánico hemos ganado cuota de mercado en todos los segmentos. Respecto al mundo digital, nuestro objetivo es crecer en el mundo retail, muy centrados en las personas y en el mundo empresarial.
Nos gusta la especialización para dar una respuesta de mayor valor añadido y lo hacemos entrando en el mundo digital aportando una visión omnicanal. Eso quiere decir que cada cliente, en cada momento y circunstancia de su vida se puede dirigir al banco por el canal que considere -físico o digital-, con una experiencia similar.
Nosotros creemos en una banca mixta, donde en torno a un 80% de los clientes serán mixtos y utilizarán una banca móvil, electrónica, un cajero o una oficina física. Ese el futuro. De hecho, en Abanca nos definimos como una banca digital con 700 oficinas.
R. Portugal siempre nos ha gustado. De hecho, estos días se han publicado las diferentes previsiones económicas, tanto en España como en Portugal, y son al alza. Son dos países que están evolucionando muy bien. El país vecino tiene condiciones de atracción de inversión muy relevantes, tanto de seguridad jurídica como de ventajas fiscales. Tiene, además, un talento muy relevante, una economía muy dinámica y estos aspectos nos parecen positivos desde el punto de vista estratégico. Estamos presentes a lo largo de toda la frontera, en ambos lados. Nos gusta Portugal, nos sentimos unidos a él y estamos muy cómodos en este país.
R. Las Bigtech, claramente, tienen un saber hacer y unas capacidades ingentes. De hecho, creo que compiten en determinados puntos y nos están haciendo mejorar muchísimo porque estamos aprendiendo. A ellos les interesan algunos puntos de nuestra cadena de valor: vemos que están muy centrados en los pagos, en el micro consumo. Pero todo esto es resultado de una asimetría regulatoria. ¿Qué tenemos que hacer en cuanto a las Bigtech? En mi opinión, tenemos que centrarnos en explicar la seguridad de trabajar en un sector altamente regulado. Creo que esa regulación tiene que llegar un día a las Bigtech.
En cuanto a las Fintech, creo que hoy en día han sido un revulsivo tremendamente positivo para todas las entidades. Creo que las grandes Fintech de hoy somos las entidades financieras, porque tenemos capacidad, recursos, decisión y dominamos nuestra cadena de valor. Nos gusta competir porque eso nos hace mejorar.
R. Obviamente hay un déficit claro en lo que se denomina la batalla reputacional, aunque yo más bien lo denomino imagen reputacional. Me gustaría que se conociese y valorase lo que aportan las entidades financieras a la economía, al desarrollo de tantas familias, de tantos proyectos, de tantos temas innovadores a lo largo de todo el territorio. Sería necesario explicar el trabajo de tantos miles de personas que trabajamos en este sector. No solo en una mesa de tesorería, sino también a pie de calle, en cada una de las poblaciones, satisfaciendo necesidades. Cuidamos el ahorro y facilitamos el crédito a tantos sectores. Pero claramente tenemos un déficit en comunicación que tenemos que mejorar.
Sin duda, no ayuda estar en el centro del debate político. Lo que tenemos que valorar es todo lo que estamos haciendo o se ha hecho. Por ejemplo, durante los años del COVID. El haber dinamizado los numerosos préstamos ICO con liquidez, ha sostenido claramente a toda la economía. Tenemos la posibilidad no solo de anticipar las capacidades financieras, sino de acompañar y tutelar. Todo ello son valores fundamentales para el desarrollo de nuestra economía y de nuestra sociedad.
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