En la película Cadena de favores, basada en la novela Favor por favor de Catherine Ryan Hyde, y llevada al cine por Mimi Leader en el año 2000, un niño decide hacer un favor a tres personas, que a su vez deben hacer lo mismo. Se inicia así un sistema de ayuda que pretende mejorar su entorno.
Trasladado al ámbito de la empresa, los profesores Ignacio de Urrutia de Hoyos y Luis Manuel Calleja analizan este fenómeno en su libro La revolución silenciosa a través de la gestión de favores. Empleada de manera ética, esta práctica genera una red de ayuda mutua que favorezce la lealtad y confianza, fortaleciendo la convivencia profesional.
Dependiendo de su tipología, producen diferentes respuestas en las personas que los reciben. Cuando los favores son fáciles de realizar y poco relevantes, generan afabilidad (entregar un libro, por ejemplo). Por el contrario, si requieren esfuerzo notable a la persona que los realiza, aunque tengan poco impacto, activan el cariño (cuando ese libro lo entrega una persona sin recursos). Aquellos favores con poco esfuerzo, pero con resultado importante, provocan admiración (conseguir mesa en un restaurante muy solicitado). Solo los favores que requieren mucho esfuerzo y producen gran impacto, asientan una sólida relación de amistad.
Sin embargo, ¿son siempre todos estos actos altruistas e inocuos? ¿O pueden generar una obligación moral de devolverlos de algún modo? Al estar vinculados a la esfera personal son especialmente difíciles de reconocer y detectar como actividades de riesgo.
Los favores personales son una categoría de actividades potencialmente conflictivas que reconoce el Anexo A del estándar ISO 37001:2016 sobre Sistemas de gestión antisoborno. En el siguiente video de esta Serie analizo cuándo pueden conculcar la independencia de quién los recibe y percibirse como un acto de corrupción, aun cuando se realicen en la esfera privada, así como algunas cautelas a tener en cuenta por las organizaciones.
Deja un comentario