Si a la abrumadora cantidad de información sobre Inteligencia Artificial (IA) que recibimos a diario se le añade el intento de vislumbrar la posible aplicación de la IA en áreas técnicas como el derecho fiscal, es decir, fuera de los posibles usos cotidianos en los que, de una u otra menara, todos nos sentimos capaces de “entrever el futuro”, el tema se complica. Porque, si bien todos somos capaces de vislumbrar el inmenso potencial que puede llegar a tener su uso, aún quedan muchos aspectos por aclarar y definir.
Lo que diferencia a la inteligencia artificial de otro programas informáticos tradicionales que conocemos es que la IA va más allá de la mera ejecución de un conjunto de órdenes para obtener un resultado y es capaz de aprender a realizar tareas mucho más complejas tratando de reproducir mecanismos propios del aprendizaje humano.
De esta manera podría decirse que, entre otros, existen dos aspectos claves:
Actualmente, la IA está presente en muchos ámbitos y su desarrollo no ha hecho más que comenzar. Quizás es más fácil comprender su uso en otros sectores como el de la sanidad, marketing o los videojuegos, pero es indudable que la misma llegará a todos los sectores y actividades del tejido empresarial, convirtiéndose en un auténtico catalizador del cambio que podría desembocar en una nueva revolución industrial.
Ciertamente puede ser algo más complicado “aterrizar” posibles casos de uso en un área como los impuestos, pero no cabe duda de que, tal y como destaca el informe elaborado por KPMG este 2023 KPMG Tax Reimagined “The use of generative AI tools in the tax profession — After the initial hype —fear, foe or friend?” el potencial de uso de la IA en el trabajo diario en el área de los impuestos es enorme (tanto para la Administración tributaria, que ya se encuentra trabajando ello, como para los profesionales del asesoramiento fiscal, en ambos casos con impacto directo en los contribuyentes).
Aunque los usos pueden ser múltiples, podemos citar algunos ejemplos de posibles casos de uso iniciales en la función fiscal:
Volviendo al citado informe, todos estos posibles usos podrían dividirse en seis áreas principales de la función fiscal cuya interacción podría facilitar, entre otros, la gestión de los datos y del conocimiento asociado entre los diferentes tipos de impuestos:
El objetivo debe ser plantearnos el reto de cómo podemos utilizar la IA para habilitar, aumentar o mejorar los servicios. Se requerirá para ello profesionales capaces de crear, probar, controlar y supervisar estos procesos de IA con un profundo conocimiento del área fiscal. El reto será potenciar mutuamente las capacidades humanas y las de la tecnología, buscando el equilibrio y la excelencia entre ambos.
Resulta por ello fundamental tener en cuenta esta nueva tecnología en los proyectos de transformación de la función fiscal que se lleven a cabo, siendo de hecho uno de los aspectos en los que más hincapié están haciendo las empresas como demuestra el hecho de que, en España, un 70% de los CEO mantiene la inteligencia artificial como una prioridad de inversión.
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