Cuando nos irrita el comportamiento de un desconocido, nos invade la necesidad de ver su aspecto. Así lo sentimos cuando nos inoportuna un conductor temerario o si alguien ocupa un lugar inapropiado en la fila esperando nuestro turno . Algunos antropólogos opinan que es un modo de clasificar a las personas en estereotipos, que nos ayudan a prever las conductas peligrosas según el aspecto de otros. La psicóloga Lisa Feldman Barret apunta nuestra tendencia innata a categorizar situaciones o personas para que nuestro cerebro pueda anticiparse a esas amenazas. ¿Cuántas veces hemos presentido el comportamiento de un desconocido por su apariencia o comportamiento? ¿es una buena idea hacerlo en compliance?
Desde joven, el anatomista Franz Joseph Gall observó que los jóvenes con lenguaje rico y fluido, así como con gran memoria y palabrería, mostraban ojos saltones y con ojeras (yeux de boeuf et yeux pochetés), lo que estimuló en el siglo XIX sus investigaciones y el nacimiento de la frenología. Se suponía que abusar de las áreas cerebrales asociadas con determinadas destrezas aumentaba su tamaño y empujaba el craneo, dejando una huella visible desde el exterior.
Los rasgos asociados con la criminalidad intrigaron especialmente a los frenólogos, que estudiaron detalladamente las características físicas de los cerebros de asesinos ajusticiados: el de Louis August Papavoine, guillotinado por asesinar a dos niños en el bosque de Vincennes; el de Magdalena Albert, que asesinó a hachazos a su madre y hermanas; o el del escultor Giuseppe Ceracchi, acusado de participar en un sangriento atentado. Localizaron finalmente el “órgano del homicidio”, ubicado en una zona cerebral (la número 5 en la topografía de Hall y Spurzheim), situado sobre las orejas. Aunque estos planteamientos nos parecen hoy ridículos, ilustran el anhelo humano por pronosticar el comportamiento de terceros a partir de su aspecto.
En este frenesí tan típico del siglo XIX, el criminólogo Cesare Lombroso llegó a identificar los rasgos del “criminal nato”, distintos del “criminal ocasional”. Aquel exhibía una serie de facciones características, como mandíbula prominente o prognatismo, microcefalia frontal, nariz desviada u orejas despegadas. Sin embargo, esta aproximación no se confirmó con las características morfológicas de los asesinos en serie estudiados posteriormente. Está claro que cualquier persona de facciones y aspecto corriente puede desarrollar conductas perniciosas. Y esto lo vemos todos los días, cuando los protagonistas de las irregularidades más graves son personas aparentemente normales.
Tratar de anticipar conductas individuales y colectivas sigue estando a la orden del día. Autoridades de varios países dictaminan el régimen de libertad aplicable a algunos delincuentes mediante evaluaciones de psicología forense, como el PCL (Psychopathy Checklist) del conocido doctor y psicólogo Robert D. Hare. Por otro lado, se vienen modelizando matemáticamente comportamientos grupales desde hace años: es una realidad tanto en el comercio como en la banca. En todos estos casos, antecedentes conductuales permiten prever decisiones individuales. No es de extrañar que estándares modernos sobre compliance tengan un ojo puesto en ello, pero también que se vislumbre el riesgo emergente que supone la irrupción de la Inteligencia Artificial en este campo.
No está demostrado que existan “incumplidores natos”, a pesar de que el profesor de psiquiatría en Harvard Steven Berglas haya publicado evidencias de psicopatologías en altos cargos directivos. En cualquier caso, desde hace años, la U.S. Sentencing Commission considera irresponsable ubicar en posiciones de autoridad a personas de las que se conozca o podría haberse conocido una trayectoria profesional incompatible con un programa de compliance.
Algo parecido sucede con los socios de negocio, donde su trayectoria histórica permite formarse una idea de su alineación ética. En este contexto, se comprenden los procedimientos de diligencia debida sobre terceras partes, que son todo un clásico en las actividades rutinarias compliance. Sin embargo, existen socios de negocio intachables que pueden desarrollar malas praxis por falta de conocimientos y ayuda experta. Es lo que trato en el vídeo número 24 de la Serie dedicada a “Reflexiones sobre compliance”, explicando los mecanismos de ayuda que exigen cada vez más textos internacionales de las grandes corporaciones en favor de la mejora cultural y técnica de las medianas y pequeñas.
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