A pesar de la unanimidad en cuanto a que la apuesta por las renovables es, sin duda, el camino a seguir, los planes para cumplir con el Acuerdo de París, descarbonizar la economía y alcanzar los objetivos marcados para 2030 y 2050 se enfrentan a ciertas barreras: redes inadecuadas, sistemas de almacenamiento de energía y flexibilidad insuficientes, además de retrasos por la exigencia de permisos ineficientes. Es por ello que el 84% de las más de 100 organizaciones encuestadas a nivel mundial en el informe ‘Turning the tide in scaling renewables’ elaborado por KPMG, informaron de retrasos significativos y, en algunos casos, incluso del abandono de proyectos por estas cuestiones.
Los objetivos son claros: la Unión Europea elevó la cuota de energías renovables en el consumo total de energía del 32% al 45% de cara a 2030 y en 2050 se deberá alcanzar la neutralidad climática, por lo que el vehículo principal para alcanzar estos ambiciosos objetivos climáticos es aumentar la proporción de renovables del 14% actual al 77% en 2050. Para alcanzarlo Carlos Solé, socio responsable del sector de Energía y Recursos Naturales de KPMG España, recuerda que “solo será posible si se desarrollan los sistemas de almacenamiento y se adecúan las redes de transporte y distribución, se fomenta la electrificación de la demanda energética, se desarrolla una planificación energética integrada y más dinámica, se aceleran los procesos de permisos y autorizaciones por parte de la Administración y se trabaja en las mejoras de la aceptación social de los proyectos por los ciudadanos”.
En esta línea se encuentra uno de los grandes obstáculos señalados por el citado informe: los mercados de electricidad alrededor del mundo no fueron diseñados con la transición energética en mente. “El diseño de los mercados de electricidad tiene que incorporar nuevos servicios de capacidad y flexibilidad para mantener la cobertura de la demanda con la seguridad adecuada, en un escenario tan altamente dependiente de las energías renovables intermitentes” asegura Carlos Solé. Por ello, medidas como la recientemente aprobada reforma del mercado europeo de electricidad está llamada a facilitar y a impulsar el avance en la adaptación que necesita el mercado interior de la electricidad para ser un instrumento esencial en los objetivos de descarbonización de la economía.
En España, el despliegue de renovables ya da lugar a una cuenta favorable: según datos de Red Eléctrica de España (REE), en 2023 las renovables batieron récords al generar más de la mitad de toda la electricidad en España. El pacto de Gobierno entre Sumar y el PSOE establece el objetivo del 48% de cuota renovable sobre el uso final de la energía en 2030 y un 81% en la generación de electricidad. Y sin nucleares en 2035. Es un esfuerzo que va más allá incluso de los objetivos establecidos por la UE que fijan el 42,5% del consumo final bruto de energía para el conjunto de los Estados miembros en 2030.
La energía eólica y solar, y las tecnologías de apoyo, al igual que el propio almacenamiento de energía, han progresado en la última década. Han mejorado su rendimiento, han aumentado la producción y, lo más crítico, han reducido sus costes más allá de lo que muchos creían posible. Pero los espejismos pueden ser peligrosos. La realidad, según desvela el informe, es que, a pesar del progreso notable en energías renovables en la última década, la industria está por el momento lejos de contar con la escala necesaria para abastecer el 77% del mundo con energías renovables para 2050.
Hoy, alrededor del 60% de la electricidad global se genera a partir de combustibles fósiles, una cantidad que, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), deberá reducirse en un 30% para 2030 si queremos que el mundo alcance las cero emisiones netas. En este sentido, es necesario un gran impulso al almacenamiento de energía para lograr que esos periodos en los que países enteros se abastecen enteramente con energía renovable dejen de ser la excepción para convertirse en la norma. “El impulso a los sistemas de abastecimiento y los servicios de flexibilidad de la generación de energía para cuando no haya renovables suficientes, unido a las nuevas reglas de mercado, serán fundamentales para cumplir con los ambiciosos objetivos de renovables”, destaca Carlos Solé.
Sin embargo, el informe apunta a que el actual ritmo de crecimiento del almacenamiento de energía podría no coincidir con el aumento previsto de las renovables. Ejemplo de ello es que el almacenamiento de baterías a escala de red deberá multiplicarse por 35 para 2030, según la AIE, para poder alcanzar las cero emisiones netas en 2050.
El almacenamiento o la configuración de los mercados son solo algunas de las barreras que pueden dificultar los objetivos y las inversiones necesarias para impulsar la apuesta por las renovables. Una inversión que la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) estima en 150 billones de dólares hasta 2050. Esto equivale a un promedio de 5 billones anuales durante 30 años. En los últimos años, la financiación de proyectos en este sentido ha experimentado un significativo repunte. Según las estimaciones del mismo IRENA, 2022 fue un año récord para las inversiones en energías renovables y el mismo organismo calcula que los proyectos eólicos, solares y otros proyectos de energías limpias atrajeron cerca de 1,5 billones de dólares.
Sin embargo, y a pesar de este éxito, la brecha entre las inversiones necesarias para ampliar adecuadamente el despliegue de renovables y el dinero invertido continúa siendo amplia. Mientras que en el pasado las energías renovables con gran intensidad de capital se beneficiaban de los bajos tipos de interés, que mantenían el coste del capital relativamente bajo, en los últimos años, el entorno inflacionista ha elevado significativamente el coste del capital para los proyectos de energías renovables. “La transformación de la matriz energética hacia la descarbonización de la economía va a requerir cuantiosas inversiones para el desarrollo de vectores y tecnologías no emisoras, algunas ya maduras como la solar y la eólica, y otras que necesitan evolucionar como el hidrógeno verde. También las inversiones en redes para su digitalización y adaptación a los nuevos servicios que imponen un rol más activo de la demanda y la flexibilidad. Todo ello solo será posible si se instrumentan los mecanismos adecuados para la financiación y el acceso al capital” añade Solé.
Además de la escasez de inversiones, las redes poco flexibles, el prolijo proceso de autorizaciones, los suministros, la escasez de materiales críticos, el impacto de las nuevas tecnologías en la biodiversidad, la aceptación social de los proyectos y la necesidad de facilitar inversiones en los países emergentes para facilitar su propia transición energética son el resto de las barreras destacadas por el informe. Y todas ellas, así como sus posibles soluciones, afectan a España y al entorno geográfico y económico en el que se integra, la Unión Europea. La Comisión Europea aprobó en octubre pasado la Directiva (UE) 2023/2413, sobre la promoción de las energías renovables con una prioridad: la integración masiva de energías renovables en el menor tiempo posible para triplicar la potencia instalada en Europa. La norma, de carácter vinculante, recoge, entre otras medidas, el desarrollo de “zonas de aceleración renovable”; la declaración de proyectos de “interés público superior” y la limitación de los plazos de los procedimientos de autorización a 12 meses, con la simplificación, además, de la evaluación ambiental de determinados proyectos.
Dicha Directiva va en línea con las recomendaciones del citado estudio, hasta el punto de que incluso reconoce que el esfuerzo para alcanzar los objetivos de energías renovables han de complementarse con otras “fuentes de energía no fósiles” para avanzar en la descarbonización y la neutralidad climática en 2050 teniendo en cuenta las “circunstancias nacionales específicas” y la estructura de suministro energético de cada Estado miembro.
En esta línea, cabe que destacar que España es capaz de integrar más del 98% de toda su producción renovable, una cuota muy superior a la de países del entorno, según detalló la presidenta de Redeia, Beatriz Corredor en la última junta de la compañía. Está obligada a mantener la inversión en redes. En este sentido, Redeia ha confirmado que va a aumentar el objetivo de inversión 2021-2025 desde los 4.400 millones hasta en torno a 4.800 millones. Es un paso. Como también lo es la apuesta por la eólica marina. Según datos del Ministerio de Transición Ecológica, el 30% de plataformas de ensayo del mundo son españolas. Y hay en marcha inversiones de 147 millones para nuevos prototipos de renovables marinas.
En definitiva, a pesar de las indudables barreras, o mejor llamados desafíos, el objetivo e interés general es seguir avanzando en el despliegue de las renovables: según el informe, el 80% de los encuestados aseguraron que es crucial acelerar los proyectos de renovables para cumplir con los objetivos de transición energética marcados. Y, por ello, es importante conocer cuáles son los escollos que están frenando este avance, para, juntos, encontrar la manera de enfrentarlos y de vencerlos.
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