En las últimas semanas han trascendido varias noticias relativas a ciberataques a grandes empresas, algunas del IBEX-35, en las que se advierte de un repunte en la ciberdelincuencia que alcanza “máximos históricos”. Pero ¿a qué se deben? ¿en qué consisten? Y, sobre todo, ¿pueden las empresas evitarlos o, al menos, minimizar su impacto? Lo cierto es que, para responder a estas cuestiones, debemos tener en cuenta que los ciberataques no suponen un fenómeno tan reciente como puede parecer ni, desde luego, aislado. Aunque sí es cierto que en la actualidad han coincidido diferentes factores que han provocado la tormenta perfecta.
En primer lugar, es cierto que se está produciendo un incremento exponencial de este tipo de ataques a nivel global. En el caso de España, el aumento ha sido del 25% en el último año, según el Informe Anual de Seguridad nacional de 2023. Además, estos ataques, cuando se producen en empresas, tienen un alcance y repercusión mayores, ya que en muchos casos afectan a datos sensibles de clientes o de procesos de negocio, con el consiguiente riesgo reputacional o de inspección de las autoridades de control.
Otro de estos factores que comparten estos ciberataques es que, en la mayoría de los casos, se producen mediante una empresa tercera, es decir, fuera del perímetro de seguridad de la gran organización, ya que cuentan con un nivel de madurez de ciberseguridad mucho menor. Y, por último, que suelen apalancarse en un error humano, que actúa como iniciador de la cadena, normalmente haciendo un simple clic en un enlace malicioso dentro de un correo electrónico.
Entrando en detalle de estos ataques y su naturaleza, y sobre todo en cómo poder evitarlos o minimizarlos, debemos reconocer el papel de las API (Application Programming Interface), un conjunto de reglas que permite que diferentes aplicaciones se comuniquen entre sí. Las API facilitan la integración de funcionalidades y datos entre sistemas, permitiendo, por ejemplo, que una aplicación móvil acceda a los datos de un servidor web.
Pero además de contar con múltiples ventajas necesarias para el mundo conectado en el que nos encontramos, también podrían tener importantes vulnerabilidades. Un error en su fase de diseño, implementación con la arquitectura o de su configuración, puede ser aprovechado por los atacantes, principalmente para obtener un acceso no autorizado, con el consecuente robo de datos, o para interrumpir un determinado servicio. Estos son algunos ejemplos:
Recordemos que uno de los factores por los que se están viendo incrementados este tipo de ciberataques es a raíz de las terceras partes. De hecho, según datos de KPMG, el 65% de los incidentes de seguridad que se producen en la actualidad proceden de la afectación de un proveedor de servicios. Y es que las organizaciones dependen, cada vez más, de proveedores externos dentro de su cadena de valor de negocio. Estos terceros pueden ofrecer servicios en la nube, de desarrollo de software o soluciones muy específicas, pero con acceso a datos y conexiones a los servidores y procesos de negocio de la organización.
Así, los atacantes a menudo apuntan a estos terceros al entender que su nivel de ciberseguridad es menor, por lo que la superficie de ataque se ve ampliada, al comprometer toda la cadena de suministro de la organización. Esto se explica porque el ataque a un único proveedor puede afectar a múltiples organizaciones que dependen de sus servicios o afectar a datos sensibles, teniendo en cuenta que estas compañías a menudo tienen acceso a datos críticos y confidenciales.
He aquí la pregunta clave y, antes de entrar a recomendaciones más específicas, el mayor consejo en ciberseguridad es trabajar en una estrategia a nivel de la organización, medir los riesgos y las vulnerabilidades, siendo capaces de cuantificar y orientar las inversiones y fomentar la concienciación. Porque el papel de los empleados y diferentes usuarios es clave para fortalecer la cadena.
Si nos centramos en consejos en relación a APIs, destacamos:
Por su parte, en relación a los riesgos vinculados a terceros, serían los siguientes, si bien las ultimas regulaciones a nivel europeo en ciberseguridad (DORA y NIS2) o el Cyber Security Framework de NIS (NIS CSF) hacen especial hincapié en estos aspectos:
Dado el avance de la tecnología y la propia digitalización de las compañías, es importante comprender que los incidentes y ciberataques no van a desaparecer. De hecho, lo más probable es que continúen aumentando y que, con la utilización de IA generativa aplicada a la ciberseguridad y los progresos de la computación cuántica, estos se intensifiquen. Prueba de ello es que uno de cada tres encuestados en ‘Perspectivas España 2024’, informe elaborado por KPMG en colaboración con CEOE, reconoce haber sufrido algún ciberincidente en los últimos 12 meses
Por tanto, la única vía de actuación es seguir trabajando, principalmente en la prevención y en la concienciación, fijando la idea de que la ciberseguridad se basa en la confianza y que no es un ámbito de actuación únicamente del CISO o de los equipos de Tecnología, sino que se debe vertebrar y articular en toda la organización. Para que sea totalmente efectiva, la ciberseguridad ha de partir de una estrategia aprobada por el Comité de Dirección y dotada de los recursos necesarios para su ejecución.
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