No se concibe una economía y sociedad modernas sin ellos. Los pagos se han convertido en una actividad esencial para su funcionamiento y, en consecuencia, su relevancia ha ido aumentando en los últimos años, pero no sólo de la mano de los bancos. Así, según un análisis elaborado por KPMG se espera que los ingresos bancarios globales por pagos alcancen los casi 3 mil millones de euros en 2027, los cuales evolucionarán a pagos cada vez más digitales. Un crecimiento que está siendo catalizado por la adopción generalizada de servicios como Apple Pay y WeChat Pay, así como por el aumento del uso de Internet y el comercio en línea.
En esta línea, el Global Payments Report 2024 de WorldPay desvela que las billeteras digitales (las conocidas wallets) se han convertido ya en el método de pago más popular y que más rápido crece a nivel mundial. Y es que ya en 2023 representaban el 50% del gasto global en comercio electrónico (algo menos de 3 billones de euros aproximadamente) y el 30% del gasto global en puntos de venta (un poco más de 10 billones de euros aproximadamente). Sin embargo, el informe de WorldPay también reserva un espacio importante para la tarjeta física: a pesar de la popularidad de las billeteras digitales, las tarjetas siguen manteniendo una presencia fuerte tanto en punto de venta como en comercio electrónico.
Y este crecimiento no solo lo está experimentando los pagos B2C, sino que, según el informe Observatorio Payments 2024, los pagos B2B entre empresas se esperan que crezcan hasta un poco menos de 2,4 mil millones de euros en 2031.
Ante este escenario, cabe preguntarse: ¿cómo hemos llegado hasta aquí? Porque este ‘nuevo’ paradigma en el entorno de los pagos se debe a varios factores. En primer lugar, la digitalización y la adopción de soluciones tecnológicas en el ámbito financiero han propiciado la aparición de nuevos métodos de pago, como las billeteras digitales, el buy now pay later (BNPL) o los pagos account to account (A2A). Pero, además, la demanda de los clientes, especialmente de las nuevas generaciones, han acompañado esta tendencia, pues buscan pagos más rápidos, seguros, convenientes y personalizados, adaptados a sus hábitos de consumo y a sus valores sociales y ambientales.
En paralelo, la regulación ha evolucionado con rapidez para fomentar la interoperabilidad, la competencia, la innovación y la protección de los consumidores en el mercado de pagos, con normativas como la PSD2, PSD3, Pagos instantáneos, entre otras. Y, por último, la colaboración entre los actores del ecosistema de pagos, que incluye a los bancos tradicionales, las fintech, las bigtech y otros proveedores de servicios, que buscan ofrecer soluciones integradas y eficientes que respondan a las necesidades actuales.
Por todo ello, los bancos deben que decidir qué papel quieren jugar en el mundo de los pagos y qué posicionamiento adoptar respecto a su programa y función de pagos. Aunque sea complejo, las entidades financieras deben evaluar sus capacidades actuales y sus objetivos futuros en las principales dimensiones que afectan a su modelo de negocio: estrategia y producto, tecnología, regulación, datos, riesgos y fraude, y equipo y organización. De esta manera, las entidades tienen la oportunidad de decidir si quieren adoptar una posición defensiva viendo los pagos como un mero instrumento de movimiento de dinero, u ofensiva, viendo los pagos como un motor de crecimiento y generación de ingresos.
La decisión es clave, y no se puede retrasar. Sobre todo, teniendo en cuenta que los bancos pueden crear valor y diferenciarse si adoptan una estrategia que aproveche las oportunidades de las tendencias de la industria de pagos, las cuales se enmarcan en las siguientes 8 temáticas:
Estamos inmersos en una era de cambio radical en el sector de los pagos, un escenario que plantea desafíos y, al mismo tiempo, abre un abanico de oportunidades para las entidades bancarias. En el horizonte del futuro de los pagos, los bancos que logren adaptarse y capitalizar estas oportunidades no solo sobrevivirán, sino que podrán tomar la delantera en un mercado competitivo. La clave está en definir una estrategia de pagos que sea flexible y proactiva, capaz de alternar entre posturas defensivas y ofensivas según las circunstancias del mercado, para así aprovechar las oportunidades que surjan para diferenciarse claramente de la competencia. En este contexto, los bancos que sepan navegar por las corrientes de la innovación y la tecnología, aprovechando las herramientas y plataformas emergentes, serán los que marquen el rumbo hacia el éxito en el futuro, no tan distante, de los pagos.
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