La función fiscal está viviendo un momento de cambio sin precedentes: el impacto de tecnologías disruptivas, como la inteligencia artificial generativa, el valor estratégico de los datos o la necesidad de atraer y fidelizar al mejor talento, representan algunos de los retos, y también oportunidades, más acuciantes y que están transformando el futuro de las organizaciones. Así se detalla en la última edición del informe ‘KPMG Tax Reimagined 2024: Perspectives from the C-Suite‘.
El reciente estudio, que recoge la opinión de más de 500 corporaciones con ingresos superiores a 1.000 millones de euros, arroja luz sobre cómo los departamentos fiscales afrontan nuevas complejidades y, a su vez, aprovechan estos retos para ampliar su propuesta de valor. Y no es de sorprender, ya que la mayoría de encuestados (95%) asegura que el entorno fiscal actual es más difícil que nunca de predecir y, por tanto, planificar. Ante este entorno volátil y cambiante, se pueden distinguir cuatro tendencias clave que están redefiniendo la transformación de la función fiscal:
La complejidad del actual contexto también ofrece una oportunidad única para que los departamentos fiscales demuestren su valor y se conviertan en un pilar estratégico para sus empresas. De hecho, uno de los grandes desafíos señalados en el informe es la creciente presión hacia una mayor transparencia fiscal.
En este sentido, el 89% de las organizaciones reconoce que la implementación del Pilar Dos demandará una colaboración interdepartamental que incluya áreas como fiscalidad, contabilidad, finanzas, recursos humanos y tecnología. Este enfoque integrado no solo contribuirá a una mayor eficiencia operativa, sino que también será crucial para cumplir de manera efectiva con los nuevos requisitos regulatorios. Cabe destacar que, a pesar de la preparación que se está llevando a cabo, el 86% de los líderes coincide en que el cumplimiento del Pilar Dos implicará una carga significativa de cumplimiento y costes.
La inteligencia artificial generativa (en adelante, GenAI) ha llegado para quedarse. Según el informe, el 98% de las organizaciones encuestadas seguirá invirtiendo en capacidades de GenAI para su función fiscal en los próximos doce meses, y un 88% de los líderes considera que esta tecnología será clave para ayudar a sus empresas a enfrentar los desafíos concretos derivados del Pilar Dos.
En este sentido, se espera que la GenAI contribuya a la automatización de flujos de trabajo (46%), actividades de cumplimiento fiscal (42%), la optimización de costes (40%), la planificación fiscal (38%) y la gestión de riesgos (38%).
No obstante, a pesar de la rápida adopción de esta tecnología emergente en todos los sectores empresariales, todavía existen preguntas sobre cómo la GenAI complementará al talento fiscal.
Entre algunos de los mayores retos para las organizaciones, el 44% de las organizaciones participantes destacan la fidelización del talento, así como la adopción de tecnologías emergentes. Y es que desde 2021 hemos observado un cambio significativo en este sentido: la preferencia por contratar expertos tecnológicos que puedan aprender fiscalidad ha aumentado en 12 puntos porcentuales. Este cambio indica que los líderes fiscales cada vez favorecen más el conocimiento digital como base, considerando el conocimiento tributario como una competencia que se puede adquirir posteriormente.Asimismo, el outsourcing y el co-sourcing se consolidan de nuevo como estrategias fundamentales para aliviar la carga de trabajo en los departamentos fiscales y aprovechar al máximo las herramientas desarrolladas por terceros. Adicionalmente, el 87% de las organizaciones se muestra dispuesta a utilizar un modelo de servicios gestionados y más de la mitad ya opta por la externalización. Por su parte, un 79% asegura que la adopción de la IA por parte de un proveedor externo podría persuadirles a la hora de contratar sus servicios.
No hay duda de que el valor estratégico de los datos en el entorno fiscal sigue cobrando relevancia. Y es que la transformación de los departamentos fiscales en ‘departamentos de datos’ no solo es beneficiosa, sino imperativa para las organizaciones.
Según el informe, el 95% de las organizaciones considera que aprovechar los datos de forma más efectiva ayudará a anticipar desafíos futuros e influir en las decisiones empresariales. Sin embargo, todavía existe una brecha entre la aspiración y la realidad, ya que solo el 60% de los departamentos fiscales usa regularmente los datos para influir en la toma de decisiones. Por tanto, la clave no reside exclusivamente en recopilar datos, sino en traducirlos en conocimiento práctico y procesable que genere un impacto medible para los grupos de interés de toda la organización.
El momento para que los departamentos fiscales den un paso adelante y lideren es ahora. Y es que en un contexto de múltiples cambios regulatorios, el auge de la GenAI y la necesidad de encontrar al mejor talento, la función fiscal se consolida como un actor estratégico. Esta necesita ser capaz de anticipar y gestionar riesgos y, sobre todo, construir confianza en toda la organización.
Para alcanzar este potencial es fundamental que los departamentos fiscales adopten una mentalidad de innovación continua, enfocándose no solo en cumplir con las normativas, sino también en aportar valor tangible a través de la optimización de procesos, la automatización inteligente y una mayor colaboración interdepartamental.
El talento no solo acompaña a la innovación tecnológica, sino que la lidera, siendo el componente más importante para convertir los cambios en oportunidades reales de crecimiento. Los equipos fiscales necesitan estar preparados para evolucionar, integrando habilidades tecnológicas y una visión analítica que permita una toma de decisiones fundamentada y estratégica.
En un entorno cada vez más complejo e impredecible, el papel del departamento fiscal va mucho más allá del cumplimiento. La función fiscal del futuro debe ser un facilitador clave de la resiliencia y el crecimiento organizacional, liderando con confianza y visión, promoviendo la transparencia y desempeñando un rol crucial en la creación de valor sostenible y trasversal.
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