La función legal también abraza la inteligencia artificial (IA). Y es que esta tecnología ya está transformando las áreas legales de las compañías, que están encontrándose con un reto común: cómo enfocar su gobernanza para convertirla en una aliada que les haga ganar competitividad, al tiempo que aseguran la ética, la responsabilidad y la transparencia en su uso. Un camino sobre el que estamos dando los primeros pasos: según el último sondeo de ‘Pulso empresarial’, realizado por KPMG y La Vanguardia, el 76% de las empresas considera que los profesionales del ámbito jurídico tienen un conocimiento limitado sobre el uso de la IA, mientras que solo el 24% cree que su nivel de madurez es alto.
Además, un porcentaje similar, el 25%, señala que la principal ventaja de implementar la IA en la función legal es la automatización de tareas repetitivas, seguida del análisis de documentación jurisprudencial (21%) y la redacción de documentos jurídicos (19%).
Pero el sondeo también revela que el 25% de las empresas reconoce que los retos en torno a la privacidad y gestión de datos generan mayor preocupación, mientras que el 18% destaca la falta de un marco de gobernanza adecuado, y el 16% menciona la necesidad de asegurar el cumplimiento ético y legal, así como los problemas relacionados con la propiedad intelectual.
Uno de los principales desafíos es escalar el uso de la IA de manera responsable sin comprometer la confianza generada desde la función legal. Porque no puede entenderse el uso de la IA en una organización sin pensar en las personas que la desarrollan, la utilizan y a las personas a las que se dirige, y por esta razón es importante que las organizaciones se preparen para impulsar iniciativas de alfabetización destinadas a identificar las oportunidades y riesgos, así como los perjuicios que puede causar el uso de la IA.
Estas iniciativas deben servir para capacitar a las personas que hacen uso de los sistemas de IA y cumplir con la obligación que el Reglamento de IA impone a los proveedores y responsables del despliegue de estos sistemas desde el pasado 2 de febrero de 2025 con la ambición de que las personas que se encarguen del funcionamiento y utilización de los sistemas de IA tengan las capacidades, los conocimientos y la comprensión suficientes para tomar decisiones con garantías.
Pero, además, estas iniciativas pueden generar una serie de beneficios y oportunidades para cualquier organización, como conseguir una mejora del grado de madurez en torno a la utilización de los sistemas de IA y promover la identificación de casos de uso que permitan abordar proyectos de crecimiento e innovación de la compañía. Todo ello, velando por un uso ético y responsable que garantice que una escalada de la IA siempre vaya dirigida a conseguir la confianza de aquellos a los que se destina su uso o resultado.
No hay que olvidar que el cumplimiento normativo en un entorno digital en constante evolución es un reto importante. Y, por ello, es clave conocer el estado de cumplimiento de las organizaciones y proponer soluciones adaptadas a las normativas del sector digital que les resulten aplicables. Asegurar el cumplimiento regulatorio siempre ha sido un reto para todas las organizaciones y el entorno digital, en particular, presenta desafíos que solamente se pueden enfocar de forma proactiva cuando se dota a la función legal de un papel estratégico con el respaldo de la organización para mantener una vocación de prevención y buen gobierno.
Asimismo, un enfoque sobre la gobernanza de una tecnología, como por ejemplo la IA, debe contar con aliados de diferentes especialidades que garanticen un enfoque multidisciplinar y completo para que la organización se beneficie de todas las ventajas que ofrece. De hecho, las sinergias entre estas funciones pueden ser aprovechadas mediante la creación de comités internos de gobernanza de la IA que cuenten con la participación de roles de diferentes especialidades, lo que puede resultar una herramienta eficaz para supervisar y guiar el uso de la IA dentro de la organización.
Con todo ello, el Delegado de Protección de Datos (DPD) se ha convertido en una figura cada vez más relevante, desde su introducción por el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD). Tanto que hoy, ha evolucionado hacia un rol estratégico que puede servir como catalizador de la innovación responsable.
Y es que su participación en los proyectos de gobierno de la IA no es solamente recomendable, sino que se convierte en imprescindible para cumplir con las funciones que le encomienda el RGPD, puesto que debe tener acceso a los datos personales y a las operaciones del tratamiento que lleven a cabo las empresas. A su vez, el DPO puede ser el más indicado para recomendar de forma independiente a las organizaciones cómo enfocar el cumplimiento de determinadas obligaciones del Reglamento de IA que guardan similitud con las previstas por el RGPD, tales como la realización de una Evaluación de Impacto sobre los Derechos Fundamentales.
Desde la entrada en vigor del RGPD, se estimaba que esta posición se podría convertir en el elemento central del marco jurídico en materia de protección de datos para muchas organizaciones y lo que observamos es que es una posición que ha evolucionado para convertirse en uno de los roles mejor posicionados para impulsar la supervisión de determinados aspectos vinculados con el gobierno de la IA en las organizaciones, tanto por sus conocimientos como por su experiencia.
El nivel de madurez en el uso de la IA es bajo, según el sondeo «Pulso Empresarial». Para avanzar en el reto de impulsar la adopción de la IA, es fundamental capacitar a las personas y fomentar una cultura de innovación responsable dentro de la organización en la que se valore y se incentive el uso de la IA para mejorar procesos y servicios, siempre que esté supervisado. Porque la colaboración entre diferentes departamentos y la creación de equipos multidisciplinares pueden acelerar la adopción de la IA y su integración en la estrategia empresarial para avanzar en la madurez del uso de estos sistemas.
Con todo ello, la función legal tiene un papel estratégico en la era de la IA, no solo asegurando el cumplimiento normativo, sino también impulsando la innovación responsable. La alfabetización y la gobernanza son esenciales para construir un futuro en el que la IA se utilice de manera ética y beneficiosa para todos. Además, es fundamental que las organizaciones adopten un enfoque centrado en las personas, donde la utilización responsable de la tecnología sirva como palanca del crecimiento y la transformación de las organizaciones.
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