La empresa familiar juega un papel fundamental en la economía de Cataluña. Según datos del Instituto de la Empresa Familiar y la Asociación Catalana de la Empresa Familiar (ASCEF), representan el 89% de las empresas privadas y generan el 67% del empleo en el sector privado. Sin embargo, pese a esta enorme importancia, garantizar su continuidad a lo largo de las generaciones continúa siendo un reto pendiente.
Las cifras hablan por sí solas: solo el 30% de las empresas familiares sobrevive al relevo de la segunda generación, apenas un 10% llega a la tercera, y menos del 5% consigue mantenerse hasta la cuarta generación. Ante este escenario, ¿por qué es tan difícil asegurar la continuidad de la empresa familiar?
Las familias empresarias suelen tener el deseo de mantener vivo el legado y proteger el patrimonio común. No obstante, el camino está lleno de obstáculos, muchos de ellos relacionados con la falta de planificación y la falta de un marco claro de diálogo y gestión.
Estos son algunos de los problemas más habituales:
El relevo generacional no es solo una cuestión de edad o de «pasar el testigo», sino que debe haber un plan de sucesión bien diseñado, que prepare a los futuros líderes. La falta de interés o de la preparación de los sucesores es uno de los factores que más compromete la supervivencia del negocio.
¿Qué objetivos tiene la familia para el futuro de la empresa? ¿Seguir creciendo, vender o diversificar? Si no hay una visión compartida, surgen los conflictos internos. Y cuando estos conflictos no se gestionan correctamente, terminan afectando gravemente al desempeño de la empresa.
Muchas familias gestionan la empresa «en familia», es decir, sin espacios formales para tratar temas estratégicos o resolver diferencias. Sin estos foros, los conflictos personales acaban contaminando las decisiones empresariales.
La fiscalidad y la estructura jurídica de la empresa familiar son factores clave para su viabilidad a largo plazo. Sin un buen asesoramiento, los impuestos o la falta de liquidez pueden convertirse en una carga insostenible, especialmente en los procesos de sucesión.
Afortunadamente, existen herramientas para transformar todos estos retos en oportunidades. La clave está en profesionalizar la gestión de la empresa familiar y su patrimonio, con una visión estratégica de largo plazo y una planificación fiscal activa. Como herramientas clave destacaríamos:
Valorar crear un holding familiar que agrupe la propiedad de las distintas empresas del grupo, facilitando el relevo generacional y aprovechando ventajas fiscales. A su vez, dicha estructura permite crear y fomentar el concepto de “family office”, encaminado a la profesionalización de la gestión del patrimonio familiar.
La normativa fiscal cambia constantemente, afectando directamente a las empresas familiares. Un buen asesoramiento fiscal permite:
El protocolo familiar es mucho más que un documento obligacional, es un pacto que regula cómo se relacionan la familia, la empresa y el patrimonio. Es un marco de estabilidad que ayuda a prevenir conflictos. Idealmente debería incluir, entre otros, los siguientes aspectos:
Un buen protocolo familiar, combinado con la presencia de consejeros externos, profesionaliza la gestión y ayuda a alinear intereses.
En conclusión, la continuidad de la empresa familiar no depende únicamente del talento de la siguiente generación, sino también de un esfuerzo activo y de la capacidad de la familia para planificar y anticiparse a los desafíos futuros. Además de asegurar su supervivencia, es posible hacerla crecer y consolidarla a lo largo de generaciones. Por todo ello, recomendamos implementar la profesionalización de la gestión familiar, crear un “family office”, establecer una estructura societaria adecuada y revisarla anualmente para adaptarse a la fiscalidad y a las necesidades de la familia, y desarrollar un protocolo familiar sólido junto con una estrategia de sucesión.
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