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“Yo no llevo 20 años en la compañía, yo llevo 42: desde que nací”. Es la respuesta de Juan Moya Yoldi, vicepresidente de Persán, empresa familiar líder en el sector de la fabricación y comercialización de productos de lavado, cuidado de la ropa y limpieza del hogar, al ser preguntado sobre si siempre tuvo claro que quería unirse a la compañía o si hubo algún momento o acontecimiento que le hiciera tomar la decisión. Y es que cuando uno crece en una empresa familiar, la frontera entre empresa y familia se desdibuja. Pero, ¿hay presión en las familias para que la siguiente generación se incorpore al negocio?
En el podcast ‘Los que dejarán Huella’, un proyecto de KPMG junto al Fórum Familiar, Juan Moya Yoldi contó cómo, desde pequeños, su madre les hizo partícipes de la empresa y de la vida en ella. Entendió algo más tarde que, con eso, su madre estaba “vinculando de alguna manera a la siguiente generación”. Sin embargo, aunque defendió que la empresa familiar “hay que sentirla”, también dejó claro que “no se puede ser esclavo de la empresa familiar. Es decir: que el familiar no debe sentirse obligado a ejercer su rol en la empresa familiar, sea el que sea”.
Eso sí, si uno decide formar parte, ya sea como accionista, directivo o ejecutivo, “debe ser responsable y debe anteponer siempre el bien común al propio”, defendió Juan Moya. Se trata de algo que tiene muy presente en su día a día y una enseñanza de su padre que no olvidará: “Estar vinculado a la empresa familiar es poner por delante el bien común al bien individual. Mi padre decía que la felicidad de un individuo no podía estar por encima de las 2.000 familias que a día de hoy conforman Persán”.
Y con esa responsabilidad Juan Moya ha afrontado toda su carrera, desde su formación, la cual tuvo siempre claro que quería fuera dentro del mundo de la empresa, hasta su rol dentro de la compañía. “Mi abuelo Juan fue un abogado destacado de Sevilla y la mayoría de mis primos son licenciados en Derecho. Yo, sin embargo, soy licenciado en ADE porque mis padres eran licenciados en Económicas. Siempre he llevado dentro el mundo de la empresa y es lo que siempre he querido”, contó Juan Moya.
Otra cosa que siempre tuvo clara era que quería empezar su andadura profesional fuera de su empresa. “Antes de incorporarme a Persán quería ver mundo”. ¿Por qué? “Porque te abre la mente, te da la oportunidad de conocer otras realidades y otras formas de hacer las cosas. Y todo ello lo puedes llevar a tu empresa familiar. Y, además, te ayuda a huir del apellido, porque este, inevitablemente, también tiene un peso y cuando te desarrollas fuera de tu empresa familiar te demuestras a ti mismo que puedes, que eres capaz”, sostuvo Juan Moya.
Precisamente esa apertura de mente que aporta el paso por otras compañías es la que defiende también Juan Moya al hablar de la relación con el territorio. Sevilla fue la ciudad que ha visto nacer (y crecer) a Persán desde 1940 y sigue siendo hoy centro neurálgico y parte fundamental de su identidad. En palabras de Juan Moya: “El territorio en el que está presente te imprime identidad, legado y singularidad. La empresa debe estar vinculada al territorio, pero, sobre todo, sentir la responsabilidad del correcto desarrollo del mismo. Porque, como empresarios de una zona geográfica, nos vemos obligados a impulsar su crecimiento y ayudar a que sea mejor”. Pero, en paralelo, también es necesario tener amplitud de miras, humildad para observar y aprender de los demás y ambición para querer siempre ir a mejor. Así lo defiende Juan Moya. “Las compañías con éxito tienden a creer que lo que han hecho es lo mejor que se podía hacer. Pero uno puede tener éxito por fortuna o por haber hecho bien las cosas. Y la mejor forma de comprobarlo es mirar más allá, compararse y aprender de los demás”, aseguró Juan Moya.
Así, desde la humildad y el querer ser una mejor versión de sí mismo, es como han afrontado siempre el negocio de la familia y como han conseguido preservar la cultura del emprendimiento y la innovación constante. “Ya lo decía mi padre”, recordó Juan Moya: “’con la norma y contra la norma’. Porque, evidentemente, tienes que hacer tu trabajo, pero todos los días tienes que plantearte si estás haciendo las cosas lo mejor que puedes. Eso permite a Persán tener 2.000 emprendedores cada día pensando en lo que es mejor para la empresa”.
Así es como han conseguido logros relacionados con la innovación en el negocio de la mano de las últimas tecnologías. En este caso, la inteligencia artificial: “Cuando yo empecé en la compañía, para poder variar cualquier ingrediente de un producto, había que dejarlo entre seis y nueve meses en estabilidad. Porque, dependiendo de qué productos mezcles, se puede producir una separación en fases. Y nosotros llevábamos 50 años acumulando experimentos documentados sobre los ensayos de estabilidad. Entonces diseñamos un proyecto para que la IA basada en la experiencia previa nos pudiera pronosticar y prever el comportamiento tras un cambio de ingrediente. Hoy, en unas pocas horas podemos modificar nuestras fórmulas para poner un producto en el mercado con cierta seguridad gracias a la IA y toda la documentación que hemos ido acumulando a lo largo de la historia”, contó Juan Moya.
No hay avance sin talento
Pocos ejemplos hay más claros de que la tradición no es enemiga de la innovación. Sin embargo, “quien innova son las personas y su talento. Y eso no podemos olvidarlo”, añadió Juan Moya. Y, en ese sentido, destacó el cambio sustancial que se está produciendo en las generaciones más jóvenes de profesionales, que, en sus palabras, son “más demandantes, retadoras, y buscan un estilo de vida distinto al de generaciones precedentes”.
En ese nuevo estilo de vida, buscan trabajar para una empresa “con alma”, es decir, con unos valores que no solo sean de palabra, sino de acción. Una empresa con un proyecto en el que crean y con el que se sientan identificados. Y, por ello, “tienes que conseguir que el que quiera entrar no quiera irse porque ha entrado en una compañía singular, con valores. Y, para ello también hay que ejercer un buen liderazgo porque ellos cada vez valoran más ciertos valores y ciertas características antes que el dinero, razón por la que las empresas familiares tenemos el futuro a nuestro favor. Porque somos empresas con alma”, aseguró Juan Moya.
Es precisamente eso lo que Juan Moya quiere que forme parte de su legado y de su paso por Persán: “Me gustaría dejar una compañía sostenible, que pueda legar a las siguientes generaciones, solida en valores, y con en alma. Una empresa más internacional, con la que seamos capaces de ir más allá de Europa, y con la que podamos hacer cosas distintas pero que sigamos atendiendo a nuestra razón de ser: hacer del mundo un sitio más limpio y sano en el que vivir”.
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