La realidad laboral está en una continua transformación. La globalización, la digitalización y la creciente demanda de flexibilidad por parte de los empleados están redefiniendo el concepto de movilidad internacional: mientras que el trabajo en remoto y los modelos híbridos han cambiado la forma en que las organizaciones gestionan su talento, también los empleados buscan mayor flexibilidad en términos de ubicación, tiempo y condiciones laborales.
Todo ello ha llevado a la función de movilidad global a posicionarse y a ser percibida como un área aliada para la estrategia de la compañía. Porque este fenómeno ha dado lugar a distintos perfiles de “trabajadores móviles”, entre los que se encuentran:
Y, con ello, las empresas deben adaptarse a esta nueva realidad para atraer y retener talento. En este sentido, al profundizar en los resultados que arroja la Encuesta sobre prácticas y tendencias en materia de movilidad internacional 2024 de KPMG, observamos que el 70% de las organizaciones considera la gestión del talento global como una prioridad estratégica. No obstante, esta flexibilidad plantea otros desafíos en términos de cumplimiento normativo, gestión de costes y políticas laborales.
Uno de los aspectos más críticos de la movilidad internacional es la administración de los costes asociados a la misma. El desplazamiento de empleados, y sus familias, implica siempre gastos significativos, entre los que se incluyen:
Ante este escenario, ¿qué están haciendo las empresas para optimizar estos costes? Cada vez más, están adoptando estrategias innovadoras, como el uso de inteligencia artificial (IA) y automatización en el establecimiento de procesos internos que les permitan controlar dichos costes y evitar que superen los umbrales marcados por la organización. Estas soluciones basadas en IA permiten analizar grandes volúmenes de datos y ofrecer respuestas eficientes para reducir e incluso eliminar gastos innecesarios.
La función de movilidad internacional debe actuar como una unidad de negocio más dentro de la organización potenciando la transparencia y la reducción de costes operativos. Para ello debe innovar en sus procesos apoyándose en la tecnología, dedicando los recursos necesarios y valorando las implicaciones fiscales y económicas que surgen entorno a cada movimiento requerido.
Uno de los aspectos más complejos en la movilidad internacional es la tributación. El modelo fiscal tradicional de tributación en el país de residencia está siendo cuestionado fruto de la creciente movilidad de los trabajadores y el auge del trabajo remoto. En este sentido, existen dos enfoques “contrapuestos”:
Ambos modelos presentan ventajas e inconvenientes. El primero, basado en la residencia, puede generar doble tributación y fomentar la evasión fiscal, mientras que el segundo, basado en la fuente, exige de una coordinación global para evitar conflictos entre países. La realidad es que muchos países, en el entorno actual, tienden cada vez más a mirar por la tributación basada en la fuente en aras de conseguir una redistribución más equitativa de los ingresos fiscales allí donde la actividad económica se desarrolla. Esta tendencia se acentúa si ponemos el foco en las organizaciones que tienen un modelo de negocio basado en la economía digital.
En esta búsqueda de “equidad fiscal”, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha impulsado la iniciativa «Pilar II», que busca establecer un impuesto mínimo global del 15% para evitar que las grandes organizaciones trasladen sus ingresos a países con baja o nula tributación. Si este modelo se aplicase a individuos de altos ingresos, ayudaría a garantizar una distribución más equitativa de los impuestos.
Así, ante este panorama, las empresas deben adoptar un enfoque estratégico para gestionar la movilidad internacional de manera efectiva y eficaz. Algunas recomendaciones clave podrían ser:
Lo que está claro es que la movilidad internacional ha cambiado radicalmente en los últimos años impulsada por la digitalización y la creciente demanda de flexibilidad laboral. Si bien esto ofrece oportunidades para atraer talento y mejorar la productividad, también implica desafíos en términos de control de costes, de riesgos en término de diferentes jurisdicciones fiscales y de cumplimiento normativo.
Es necesario, por tanto, que las empresas adopten un enfoque proactivo, basado en el uso de tecnología, transparencia y estrategias bien definidas, para estar mejor posicionadas. La movilidad internacional se presenta no solo como una necesidad operativa de las organizaciones, sino que puede constituir una ventaja competitiva en un mundo cada vez más globalizado.
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