Tras la crisis económica, en las sociedades occidentales ya no se cuestiona la necesidad de impulsar y fortalecer el sector industrial en la medida que mantiene y crea empleo de alta cualificación, más estable, y con mayor productividad. Es el sector económico con mayor inversión en I+D+i, el principal demandante de innovación y desarrollo tecnológico y el que presenta una mayor propensión a exportar. Todo ello sin olvidar que supone un importante sostén de la actividad durante las fases adversas del ciclo económico.
Sin embargo el sector manufacturero e industrial se encuentra ante un punto de inflexión, un punto crítico del que puede salir reforzado ante un mercado global altamente competitivo, pero en el que si no se establece la estrategia adecuada y el posicionamiento ante el nuevo reto tecnológico puede quedarse atrás. La irrupción de nuevas tecnologías implica afrontar un profundo cambio, pero también ofrece la oportunidad de volver a situar a la industria como uno de los pilares de la economía.
Para alcanzar esta meta, el sector se enfrenta a un contexto complejo pero que presenta una oportunidad para la mejora de la competitividad de la industria española en un mundo cada vez más global.
Entre los retos, el incremento del tamaño medio de estas compañías, la alianza con start-ups innovadoras y aumentar la agilidad, indispensable para sobrevivir en el contexto actual. Ante este entorno, este año la agenda de los directivos debe tener en cuenta las siguientes claves: