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Tras la crisis económica, en las sociedades occidentales ya no se cuestiona la necesidad de impulsar y fortalecer el sector industrial en la medida que mantiene y crea empleo de alta cualificación, más estable, y con mayor productividad. Es el sector económico con mayor inversión en I+D+i, el principal demandante de innovación y desarrollo tecnológico y el que presenta una mayor propensión a exportar. Todo ello sin olvidar que supone un importante sostén de la actividad durante las fases adversas del ciclo económico.

Sin embargo el sector manufacturero e industrial se encuentra ante un punto de inflexión, un punto crítico del que puede salir reforzado ante un mercado global altamente competitivo, pero en el que si no se establece la estrategia adecuada y el posicionamiento ante el nuevo reto tecnológico puede quedarse atrás. La irrupción de nuevas tecnologías implica afrontar un profundo cambio, pero también ofrece la oportunidad de volver a situar a la industria como uno de los pilares de la economía.

Para alcanzar esta meta, el sector se enfrenta a un contexto complejo pero que presenta una oportunidad para la mejora de la competitividad de la industria española en un mundo cada vez más global.

Entre los retos, el incremento del tamaño medio de estas compañías, la alianza con start-ups innovadoras y aumentar la agilidad, indispensable para sobrevivir en el contexto actual. Ante este entorno, este año la agenda de los directivos debe tener en cuenta las siguientes claves:

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Estrategia 4.0

Hace tiempo que se viene hablando de la Cuarta Revolución Industrial, que implica un cambio de magnitud superior a las tres anteriores. En la actualidad la clave pasa por asentarse en este nuevo paradigma e interiorizar todas las posibilidades que se abren para la industria. De hecho, el 95% de los directivos del sector consideran este periodo como una oportunidad y no como una amenaza, según el Global Manufacturing Outlook elaborado por KPMG.

El sector industrial español ha tomado nota y es consciente de la relevancia del momento actual, aunque a lo largo de este año el reto será la transformación efectiva y profunda de las compañías, adaptándose a un contexto de cambio constante. Prueba de ello es que cerca de dos tercios de los directivos consideran estar preparados para liderar una transformación radical en su organización, aunque cerca de tres cuartos reconocen que los tiempos para acometer las medidas a menudo parecen “abrumadores”.

Por ello una estrategia realista y adaptada a cada compañía es más efectiva que la mera introducción de nuevas tecnologías. La impresión 3D, la Inteligencia Artificial, y la realidad virtual están revolucionando la forma en que opera el sector, pero es necesario plantear las necesidades de la estrategia de negocio y disponer de una hoja de ruta adecuada. Como sostiene Begoña Cristeto, socia responsable del sector Industria de KPMG en España, “la transformación digital debe considerarse una forma de desbloquear valor en lugares que nunca se había tenido en cuenta. A este proceso de digitalización no hay que temerle, por el contrario es una gran oportunidad que debe ser aprovechada por nuestras empresas. Es cierto que el cambio será profundo y rediseñará los empleos, los procesos productivos e incluso los modelos de negocio, pero depende de nosotros que esta transformación presente un resultado neto positivo”.

El sector debe interiorizar todas las oportunidades de la Cuarta Revolución Industrial

Impresión 3D, Inteligencia Artificial y realidad virtual transforman la forma en que opera el sector

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Regulaciones energéticas

Uno de los elementos fundamentales que se incorpora a la función de costes de producción de las empresas es el relativo a los costes energéticos. El suministro de energía, ya sea eléctrica o en forma de combustible, es de capital importancia para la realización de los procesos productivos de la industria, y una cuestión determinante en términos de competitividad.

En respuesta a esta necesidad, recientemente se ha aprobado un Real Decreto-ley de medidas urgentes para el impulso de la industria española, y a lo largo de este año se espera que vea la luz el nuevo estatuto para la industria electrointensiva.

“El precio de la energía es clave para impulsar el crecimiento económico, ganar competitividad y crear empleo”

Entre los objetivos del futuro estatuto se encuentra la estabilidad y certidumbre, por lo que las compañías podrían contar con una mayor planificación y anticipación, el abaratamiento de la factura energética –que en la actualidad puede suponer hasta el 50% de los costes de producción – y una mayor competitividad.

Como explica Begoña Cristeto, “el precio de la energía es clave para impulsar el crecimiento económico, para ganar competitividad y crear empleo. Por ello, resulta imprescindible garantizar la competitividad del suministro energético mediante el acceso a la energía con costes asequibles sin olvidar los compromisos medioambientales y las oportunidades que de ellos se derivan.”

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Sostenibilidad, medioambiente y economía circular

El medioambiente se ha convertido en los últimos años en una preocupación de Estado, ante la que la Unión Europea ha adoptado un papel muy activo y que España también ha hecho suyo. Para el año 2050 la Unión Europea deberá ser una economía baja en carbono, respetuosa con el clima y más eficiente.

Para alcanzar estos objetivos la industria tiene un papel esencial, principalmente en la reducción del consumo de energía. No en vano, el sector industrial representó el 19% del total de las emisiones de 2017, un 3,2% más que el año anterior, según el Avance del Inventario de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) elaborado por el Ministerio para la Transición Ecológica.

Además de las emisiones tienen un papel importante los residuos, por lo que la industria deberá virar gradualmente hacia un modelo más circular y sostenible. En este punto destaca la regulación aprobada por la UE por la que para el año 2021 los plásticos de un solo uso estarán prohibidos.

En este sentido, Begoña Cristeto recuerda que “el sector industrial español tiene el reto de transitar hacia una industria sostenible, pero es necesario garantizar su viabilidad para no convertir la gran oportunidad que se presenta para la modernización de nuestro sector industrial en riesgo de deslocalización y pérdida de base industrial, especialmente agudos en los sectores intensivos en energía”.

19% de las emisiones de 2017 procedían del sector induatrial
2050 año marcado por la UE para una economía baja en carbono
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El papel de la formación

La Industria 4.0 ha tenido una repercusión innegable en el perfil de los profesionales del sector industrial. Las compañías necesitan perfiles más tecnológicos, con conocimiento en el uso de herramientas pero que también aporten valores intrínsecamente humanos como la empatía o el juicio crítico.

Como sucedió en las anteriores revoluciones industriales, la transformación de los modelos de producción genera cierta inseguridad ante la posible sustitución de empleos por máquinas. Pero, como apunta Begoña Cristeto, “en esta revolución, que supone la unión definitiva entre el mundo físico y el virtual, el verdadero valor residirá en las personas”.

“En esta revolución el verdadero valor residirá en las personas”

El reto pasa por nuestra capacidad de adaptarnos, de anticipar estos procesos y reciclar las competencias de nuestra fuerza de trabajo actual, así como desarrollar competencias digitales entre nuestras futuras generaciones.

“La cuarta revolución industrial demanda perfiles altamente cualificados y con gran capacidad de adaptación, flexibilidad y aprendizaje continuo, más multidisciplinares, con un currículo en competencias en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas, ya sea de educación universitaria o un perfil más técnico procedente de FP superior” , subraya Begoña Cristeto, que también destaca que el trabajador del futuro deberá también tener competencias en el trabajo colaborativo y en equipo; la gestión del tiempo; la resolución de problemas; el razonamiento analítico; la capacidad de buscar, filtrar y priorizar información; y, sobre todo, la capacidad de compartir decisiones”

Conoce el punto de inflexión en el que se encuentra el sector de Infraestructuras aquí