El nuevo paradigma de movilidad modifica los hábitos de conducta de los usuarios de infraestructuras. Las plataformas tecnológicas de movilidad inciden directamente sobre los usuarios, modificando sus hábitos de consumo y transformando de esta forma la cadena de valor de la movilidad. A través de estas plataformas, el usuario se convierte en el eje central del ecosistema de transporte y el éxito se mide por la calidad del servicio de movilidad que prestan, el precio y el tiempo empleado en cada trayecto.
El desarrollo de nuevas tecnologías disruptivas, como el vehículo autónomo o los drones, transformarán radicalmente el concepto de movilidad, pero a su vez requerirán de importantes inversiones para la transformación y modernización de nuestras infraestructuras.
De esta forma, los nuevos conceptos de movilidad están provocando una confluencia de sectores como infraestructuras, servicios, automovilístico, el energético y el tecnológico, que deberán trabajar unidos y coordinados para ser capaces de superar los enormes retos a las que se enfrentan y de satisfacer las demandas de los usuarios.
Por su parte, las administraciones deberán de trabajar con celeridad para adaptar el marco regulatorio a estas transformaciones disruptivas, estableciendo los mecanismos de supervisión y control adecuados y garantizando que las nuevas tecnologías se incorporan de forma segura y que se produce una adecuada convivencia con los medios de transporte tradicionales.