Una vez al lustro, los directivos de las compañías se aseguran de diseñar un plan estratégico que revisan anualmente para poder ajustar. El ejercicio no deja de ser increíblemente ambicioso. Si dada la volatilidad e incertidumbre reinantes resulta arduo ser capaz de predecir el futuro en los próximos meses, prever correctamente un periodo de años parece una gesta.
Al escenario de incertidumbre actual y las tensiones comerciales y políticas debemos añadir las nuevas fuerzas que definen el business as usual. Las disrupciones tecnológicas alteran y sofistican las operaciones, permitiendo además emergentes modelos de negocios. El sector de la automoción, por ejemplo, no sólo se ve impactado por el uso de la sensorización y el Internet of Things (IoT) en sus procesos de fabricación y logística, sino por las nuevas soluciones de movilidad como el car sharing que alteran el modo en el que se mueve la demanda.
En este contexto, el diseño estratégico tal y como lo entendemos actualmente, que además se desarrolla durante meses, se asemeja más a un ejercicio de entendimiento del presente que a una proyección de futuro. Para asegurar el éxito, la estrategia debe acompañarse de un esfuerzo por construir resiliencia.
La resiliencia no evita el impacto, sino que reduce los daños y más importante, permite una recuperación más temprana, y se apoya en cuatro pilares fundamentales.
La crisis financiera del 2007 hizo estragos en sistema económico internacional. La contracción de la demanda, las deudas nacionales, la falta del crédito, entre otros, provocó una impacto inicial cuasi homogéneo por sector. Sin embargo, al estudiar la recuperación de esas crisis, las compañías que supieron adaptar sus modelos de negocio en busca de otras fórmulas retomaron la senda del crecimiento antes. La flexibilidad se consigue mediante procesos de toma de decisión ágiles y en mayor o menor medida democratizados. La velocidad a la hora de tomar decisiones permite, siguiendo el ejemplo de la crisis, la eliminación de activos tóxicos en una etapa temprana, así como la modificación de una estructura de costes hacia un modelo sostenible y más adecuado para atravesar momentos difíciles. Aquellas compañías que no fueron tan ágiles, ya estaban heridas de muerte cuando decidieron afrontar el problema.
En su “Origen de las especies”, Darwin escribió “Las especies que sobreviven son las que mejor se adaptan”. Esta frase cobra especial sentido en un entorno en el que la tecnología avanza como nunca antes lo había hecho. Cuando se da una disrupción en un mercado, es más probable la supervivencia para aquellas organizaciones que ya han recorrido un camino a la hora de adoptar nuevas tecnologías. Son, sin embargo, los modelos poco adaptables, los que sufren más.
Durante la Segunda Guerra Mundial la RAF se vio superada en inicio por las aeronaves alemanas dado que la flota británica era insuficiente para cubrir toda la costa de su territorio. La estrategia de predecir el siguiente ataque no dio buenos resultados de manera que hubo que alterar el enfoque. Se construyó una sala en la que mediante un sistema que ordenaba los datos de manera visual, se recopilaba información sobre la posición y estado de las escuadras británicas así como de los avistamientos de aviones alemanes. La información se recibía y se transmitía casi en tiempo real, permitiendo la reacción de la RAF. La información y su disponibilidad para los usuarios adecuados superan siempre a la mejor de las estrategias, porque permiten ajustar ésta continuamente.
Las opciones de supervivencia de especies animales y vegetales se reducen cuando se la diversidad en sus genes se ve reducida. Esto sucede porque a mayor número de elementos genéticos la capacidad de adaptación a cambios en el ecosistema es mayor. Es por ello que la endogamia afecta a las especies.
Las compañías con perfiles heterogéneos fomentan su diversidad genética, esto es, se convierten en especies que pueden reaccionar mejor ante cambios o amenazas en el entorno al igual que las especies naturales. Esto se debe a que la capacidad de innovación se multiplica en el proceso de retroalimentación de personas con distintos conocimiento y distintas formas de pensar.
La estrategia de las compañías debe también atajar estos cuatros aspectos, estresando las estructuras organizativas actuales para ser capaz de responder de manera resiliente. Las crisis y las disrupciones no pueden evitarse pero sí es posible limitar sus efectos y colocarse a la cabeza en la carrera hacia la recuperación.
Excelente artículo, le encuentro utilidad inmediata a su análisis
Una forma muy inteligente de explicar los pilares básicos de toda estrategia
Totalmente. Muy aplicable en el entrono tan cambiante en el que vivimos y muy aterrizado en la realidad.