A estas alturas, pocos cuestionan la relación entre Ética y Compliance. Por ello, educar sobre los valores recogidos en los códigos éticos o de conducta es todo un clásico en los ciclos de formación interna. No obstante, consultando información pública, observamos que la organización Odebrecht disponía de un conjunto de principios fundamentales descritos en su documento Tecnología Empresarial Odebrecht que no impidió determinadas irregularidades. Alguien alegará que era un texto muy enfocado a negocio y que no contemplaba el término “ética”. Sin embargo, el Bank of America sí que disponía de un Code of Ethics con referencias explícitas a la honestidad y la ética, que tampoco evitó prácticas nocivas en la comercialización de productos, por las que el Departamento de Justicia de los Estados Unidos le impuso la mayor compensación exigida a una sola entidad en toda su historia.
El mero hecho de aprobar y publicar un Código Ético no convierte en mejores a las organizaciones, ni son más éticas las personas que asisten a una sesión de formación sobre esta materia. Eric Schwitzgebel, profesor de filosofía en la University of California, analizó las conductas de los profesores de ética atendiendo a comportamientos comunes, como sus hábitos de donación de sangre y órganos, la frecuencia de comunicación con sus padres, la rapidez de responder a las peticiones de sus alumnos, etc. Resultó que en ninguna de estas facetas los filósofos morales eran mejores que otros docentes y, seguramente, tampoco superaban a sus propios alumnos. Igualmente, constató que la pérdida o sustracción de libros sobre ética en las bibliotecas era superior a las obras sobre otras materias, evidencia irrefutable de su escasa influencia sobre sus lectores. Hay quien piensa que adquirir conocimientos éticos no convierte necesariamente en mejores a las personas, sino que les brinda habilidades para justificar acciones o decisiones cuestionables gracias al razonamiento consciente. Así, por ejemplo, una decisión poco ética puede fácilmente revestirse de legitimidad si beneficia al conjunto. ¿Son los Códigos Éticos y su formación herramientas muy rentables para engañarnos a nosotros mismos?
Aciertan aquellas organizaciones empeñadas en impulsar buenos comportamientos y no sólo buenos razonamientos, dado que no son conceptos equivalentes. Bajo esta perspectiva, las políticas internas y ciclos de formación son condiciones necesarias pero insuficientes: es ilusorio pretender grandes cambios conductuales mediante unas pocas horas de instrucción al año. Por eso, los estándares modernos sobre Compliance no conciben la formación como una acción puntual o esporádica, sino como herramienta de aplicación continua para que los mensajes trascendentes calen en los sujetos, en lugar de proyectarse de modo superficial. Con el tiempo, previene que estas enseñanzas se tergiversen para darles encaje en el difícil mundo de los negocios.
El concepto de formación tiene en Compliance un significado que se corresponde con la “capacitación”: tolerar la presencia de personas no formadas en los valores de la organización y sus políticas derivadas equivale a permitir que sujetos incapacitados para afrontar su aplicación práctica operen libremente. Algo impensable, salvo cuando estos valores se consideran intrascendentes.
Bien enmarcada, la formación traslada expectativas de conducta que favorecen su cumplimiento, tal como estudió el psicólogo Robert Rosenthal en el tiempo que estuvo en la Universidad de Harvard. El liderazgo transformacional del que tanto se habla, aboga por un cambio positivo en los individuos que ayuda o incluso provoca la mejora en toda la organización, y la formación es una palanca clave para impulsar este progreso.
Una formación continuada acerca de los valores de la organización y cómo impregnan la interpretación de sus políticas internas es una muestra evidente del compromiso de la máxima dirección con el mantenimiento o mejora de una cultura ética y de respeto a las normas, según explico en el video número 3 de la Serie dedicada a tratar cuestiones habituales de Compliance. También trato una situación que puede llegar a plantearse: qué se hace cuando las personas no asisten a los ciclos formativos.
Los estándares modernos sobre Compliance regulan la formación y concienciación dentro de las actividades planificadas, que no deben plantearse como un estéril “tick in the box”, sino a modo de palanca imprescindible para la verdadera comprensión e interiorización de los valores pretendidos y los parámetros de conducta en que derivan.
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