La incertidumbre es un sentimiento que acompaña a cualquier crisis. En el caso de la pandemia por COVID-19, la rapidez y profundidad con las que se ha producido el impacto, la falta de referentes históricos o las incógnitas que existen aún sobre posibles rebrotes o el desarrollo de una vacuna incrementan aún más esa sensación de inseguridad ante el futuro.
Para intentar gestionar ese nivel de incertidumbre, algunos organismos de carácter económico, tanto internacionales como nacionales, están publicando previsiones en función de distintos escenarios, que contemplan, tanto la posibilidad de que no haya rebrotes en 2020, como un repunte de la enfermedad y consecuentes medidas de confinamiento antes de que se acabe el año. Este es el caso de la OCDE y del Banco de España, que en la última semana han actualizado sus perspectivas económicas para los próximos años.
En línea con los pronósticos que se han publicado hasta el momento, la OCDE prevé un mayor impacto de la pandemia por el COVID-19 en la Eurozona que en Estados Unidos en la que considera la mayor crisis económica desde la Gran Depresión. En el caso de España, la caída del PIB en 2020 sería del 11,1% y la recuperación se situaría en el 7,5% el próximo año en un escenario de un solo impacto (es decir, sin rebrotes), mientras que en el escenario de doble impacto (con repunte de la enfermedad,) el PIB se reduciría un 14,4% este año para incrementarse un 5% el próximo, pues se prolongarían los efectos sobre el mercado y la economía de las empresas y familias. Precisamente, España sería el país de la OCDE en el que más se incrementaría el desempleo, que en 2020 alcanzaría el 21,8% en el escenario optimista y el 25,5% en el pesimista. En 2021, la tasa de paro se recuperaría lentamente hasta situarse en el 17% en el primer escenario y el 20% en el segundo. En ninguno de los países analizados por la OCDE, el empleo perdido en 2020 se recupera en 2021.
Al igual que el FMI, la OCDE aconseja a los gobiernos que realicen el esfuerzo fiscal necesario para mitigar los efectos de la crisis y estimular la recuperación. Esa inversión aumentaría notablemente la deuda y de los países. En el escenario más optimista, Estados Unidos sería el país que más incrementaría su deuda, 25 puntos de su PIB, mientras que, en el pesimista, esa posición la ocuparía España, en el que la deuda crecería en 33 puntos de su PIB.
Por su parte, el Banco de España ha actualizado sus perspectivas económicas después de que se haya publicado la Contabilidad Nacional Trimestral. El organismo anticipa una contracción del 9% del PIB en un escenario de recuperación temprana y del 11,6% en un escenario de recuperación gradual, y una recuperación en 2021 del 7,1% en el primer caso y del 9,1% en el segundo. De este modo, las previsiones del Banco de España son más optimistas que las de la OCDE. No obstante, alerta del impacto de la pandemia tanto en el empleo, que no alcanzará los niveles de 2019 hasta el año 2025, como en la deuda de las Administraciones Públicas, que en 2022 aún se situaría en el 5% del PIB si se registra una recuperación temprana y en el 6%, si la recuperación fuese gradual.
Es necesario señalar que ni la OCDE ni el Banco de España han reflejado en sus últimas previsiones el efecto que podría tener el Plan de Recuperación propuesto por la Comisión Europea y que el Ecofin revisó por primera vez el pasado 9 de junio sin llegar a ningún acuerdo (como era previsible). Países Bajos, Austria, Suecia y Dinamarca son los países más reacios al programa, ya que consideran que los fondos de los que dispondría serían demasiado elevados (a su juicio deberían ajustarse a la propuesta francoalemana de mediados de mayo) y que deberían primar los préstamos frente a las transferencias. Además, reiteran su exigencia de que la recepción de fondos debería estar ligada al compromiso de realizar medidas de ajuste fiscal y señalan que la metodología de reparto obedece más a variables estructurales que poco tienen que ver con la pandemia. En la posición contraria se sitúan los países del sur, que aprueban la propuesta, así como Francia y Alemania, aunque esta última ha mostrado alguna reserva respecto al volumen. Los países del Este también apoyan el planteamiento de la Comisión. Si no hay ningún sobresalto, el Consejo Europeo debería sellar un acuerdo sobre el Plan de Recuperación en julio.
No cabe duda de que el Plan tendría efectos positivos tanto en el nivel de endeudamiento de los países, especialmente en el caso de los países del sur, con una posición fiscal más débil, y especialmente en la demanda agregada. Aunque como hemos mencionado en alguna ocasión, los datos de China son difícilmente extrapolables, cabe destacar que las ventas de vehículos en el país aumentaron por encima del 14% en el mes de mayo en términos interanuales. Sería aconsejable que los países europeos tomasen las medidas necesarias para que esa tendencia de recuperación del consumo se extendiese a sus mercados con el fin de estimular una pronta recuperación económica.
De momento, la incertidumbre se mantiene y los organismos estructuran sus predicciones en torno a distintos escenarios. Sería recomendable que las empresas aplicasen esta metodología basada en escenarios en sus planes de negocio con el fin de poder responder y adaptarse rápidamente a un entorno cambiante que afecta a la continuidad de su negocio, riesgos o cadena de suministros, entre otros ámbitos.
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