Gracias a la inteligencia artificial, lo podemos calcular todo. El algoritmo se adelanta a nuestras necesidades. Pero ni la predictibilidad robótica ni la inteligencia humana fueron capaces de anticipar el Brexit, las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos ni, por supuesto, este virus letal que ha paralizado nuestras vidas. No pudimos preverlo, pero sí reaccionar, con más o menos fortuna y acierto. Un ejemplo de resiliencia han sido las empresas españolas: han respondido en tiempo real a un desafío histórico. La pandemia, como el dinosaurio de Monterroso, sigue ahí, así que quizá sea el momento de aprender a convivir con la Covid-19. ¿Cómo? Desgranamos algunas claves que ayudarán en este complejo periodo.
Millones de trabajadores conectados a distancia. Un cable óptico se ha convertido en el cordón umbilical entre empresa y empleado. ¿Seguiremos recurriendo a esa modalidad cuando todo termine? El teletrabajo ha demostrado sus ventajas, y las compañías valoran como positivo el experimento de trabajo masivo a distancia durante el estado de alarma para proteger a los empleados.
Meses después del teletrabajo como elemento de reacción para combatir la pandemia, el Gobierno ha desarrollado una normativa con el objetivo de establecer un marco común de derechos y obligaciones para compañías y empleados. Al respecto Javier Hervás, socio responsable de Laboral de KPMG Abogados, valora hasta qué punto ha afectado a la competitividad de las empresas y si la opción regulatoria adoptada en España no terminará siendo un freno a su extensión.
“Debe ser efectivo para las compañías”, sostiene Javier Hervás. Y la actual normativa, entre las excepciones que contempla y los requerimientos formales, puede suponer un reto a la hora de implantar el teletrabajo en las empresas. En opinión de Javier Hervás, el Real Decreto de septiembre de 2020 pudiera frenar esta actividad e incrementar los costes, lo que desincentivaría su consolidación al dibujar un escenario muy rígido.
“Es posible que el efecto de la norma sea contrario al buscado y que se produzca un frenazo al teletrabajo, porque en la práctica disminuye la flexibilidad que hasta ahora tenía la empresa”
(Javier Hervás, Socio responsable de Laboral de KPMG en España)
El Real Decreto 28/2020 del 22 de septiembre condiciona su implantación a la negociación colectiva, aunque establece una variedad de excepciones a su regulación: que sea fruto de la aplicación espontánea por las medidas de prevención de la COVID-19, que ya estuviera regulado en la empresa o que afecte a menos del 30% del cómputo trimestral de la jornada laboral del trabajador afectado.
De cara a su cumplimiento, las compañías deberán analizar previamente los costes de la aplicación de la normativa y su impacto en la cuenta de resultados, recuerda Javier Hervás, además de su encaje con las políticas de conciliación de la vida laboral y familiar ya existentes. Sin olvidar las implicaciones sobre la seguridad telemática y la protección de datos.
El teletrabajo llegó en 2020 para quedarse y hemos aprendido mucho de la experiencia. Tanto empleados como empleadores han ponderado sus ventajas e inconvenientes. Ahora nos esperan meses de negociación colectiva.
En términos darwinianos, podríamos decir que en la lucha de las empresas por sobrevivir, las empresas mejor paradas serán las que se adapten pronto al cambio. Para Alfonso Junguitu, socio responsable de Turnaround, Transformation & Working Capital de KPMG en España, la flexibilidad y la capacidad de adaptación siempre han sido dos de las características de las compañías que, en situaciones de crisis, no solo han sobrevivido, sino que han conseguido fortalecer su estructura y hacer crecer su negocio.
“En los primeros meses vimos cómo las empresas debían responder de forma apresurada a la irrupción de una pandemia. Las prioridades en esta etapa pasaban por proteger a los empleados y en segundo lugar garantizar la continuidad de la compañía, con el objetivo de salvaguardar la tesorería en primer lugar”, afirma Alfonso Junguitu.
Seis meses después, la única certidumbre de la que disponen las empresas es la incertidumbre. La necesidad de convivir con la pandemia, la restricción de movilidad de personas para contener la expansión del virus y la recesión económica hacen indispensable tomar medidas para proteger el impacto de la crisis en los flujos de caja a medio y largo plazo. Dada la complejidad de esta tarea, advierte Alfonso Junguitu, “desde KPMG recomendamos a las empresas no sólo enfocarse en la tesorería sino realizar cambios estructurales que nos prepare para los diferentes escenarios a los que podemos llegar a enfrentarnos. Ser realista y realizar cambios profundos sin esperar a tiempos mejores que puede que tarden demasiado en llegar”.
“A corto plazo es importante gestionar la caja y optimizar el circulante, dimensionando el impacto potencial de la crisis en Tesorería en los próximos meses”.
(Alfonso Junguitu, socio responsable de Turnaround, Transformation & Working Capital de KPMG en España).
Pero las empresas tampoco pueden dejar de lado el medio y largo plazo, para lo que deben abordar una transformación efectiva y duradera de la compañía, con el objetivo de generar una ventaja competitiva.
En este sentido es importante que todos los planes estratégicos de las compañías sean realistas, y vayan acompañados de un seguimiento en la ejecución e implementación. Solo así se puede garantizar la transformación real de la cultura de la compañía para que sea duradera a largo plazo.
Desde el estallido de la pandemia, en España hemos visto una ingente producción legislativa ad hoc. Se suceden las regulaciones, se publican licitaciones urgentes y se extienden y flexibilizan los regímenes sancionadores. La imprenta del BOE está a pleno rendimiento.
“Se hace muy complejo su seguimiento para las empresas”, sostiene Alberto Estrelles, socio director de KPMG Abogados, para quien sin embargo es clave conocer las implicaciones de las nuevas normas, no solo para garantizar su cumplimiento sino para beneficiarse de las oportunidades que se extraen de las mismas. Pensamos, por ejemplo, en exoneraciones fiscales, las ayudas a sectores afectados o las condiciones de los ERTE.
“Desde el estado de alarma se han aprobado 46 reales decretos y decretos leyes y más de 3.600 normas estatales, de las CCAA y de la UE”
(Alberto Estrelles, socio director de KPMG Abogados).
La producción legislativa ha girado desde el mes de marzo sobre cuatro ejes:
Para afrontar estos cuatro retos, “recomendamos a las compañías disponer de una visión ágil, transversal, con una visión a corto, medio y largo plazo pero que además tenga en cuenta las implicaciones sectoriales”, subraya Alberto Estrelles.
Es importante diseñar una hoja de ruta que proteja los intereses de la empresa, y garantice el cumplimiento de todas las normativas ya aprobadas. Debemos dotarnos de la flexibilidad necesaria para una nueva era en la que esperamos la aprobación de nuevas normativas en nuestra convivencia con la Covid-19.
Los efectos de la Covid-19 se han dejado sentir en los estados financieros de las empresas. En muchas actividades, sus consecuencias e impactos, tanto en ingresos como en costes, será información de especial relevancia dentro del ejercicio. Reflejarla y desglosarla correctamente en las cuentas de resultados es clave para los destinatarios y usuarios de esta información, sostiene Bernardo Ruecker, socio responsable de Accounting Advisory Services de KPMG en España.
A la hora de enfrentarse a estos requerimientos, detallarlos en la cuenta de resultados o anotar cualitativamente su impacto- es imprescindible reconocer de antemano si es posible delimitar los ingresos y gastos atribuibles a la pandemia o si afectan a todos los epígrafes y resulta inviable dibujar una línea divisoria.
En este último caso es cuando Bernardo Ruecker aconseja reservar esa información para una nota donde se vuelque tanto la información contable disponible como la valoración cualitativa que se hace de estas circunstancias excepcionales.
Si se opta por reflejarlos de forma específica en la cuenta de resultados, la sociedad debe identificarlos claramente como ingresos y gastos no recurrentes y directamente relacionados con la Covid-19, que desaparecerán cuando termine la pandemia.
En este caso deben ser comprensibles, sin dar lugar a interpretaciones. ¿Un ejemplo? El coste de un arrendamiento durante los cierres: la clausura de la tienda o de la fábrica fue provocada por la Covid-19, pero los costes de ese alquiler no son atribuibles a esa situación extrema. Por el contrario, encontramos costes inusuales que sí merecen un epígrafe atribuible a Covid-19, como son las medidas de seguridad e higiene para proteger a los empleados o a los usuarios, o ingresos excepcionales como el cobro de un seguro por reclamaciones relacionadas con el virus.
En cualquier caso, estos meses, nos señala Bernardo Ruecker, hay que estar muy atentos a las directrices marcadas desde IOSCO (International Organisation of Securities Commissions) y la ESMA (European Securities and Markets Authority). El escenario es cambiante y las dudas se multiplican.
“¿Los efectos de la Covid-19 se reflejan en la cuenta de resultados o en las notas? Dependerá de su grado de penetración en la empresa y de su habilidad para determinarlos de manera no arbitraria”
(Bernardo Ruecker, socio responsable de Accounting Advisory Services de KPMG en España)
Con la segunda ola, y cuando ya se habla de una tercera, parece que caminamos hacia una epidemia crónica, con rebrotes y desigual incidencia regional e internacional. ¿Qué debe incluir a partir de ahora todo mapa de riesgos en una compañía?
“El foco de la gestión está cambiando. Es cada vez más importante comprender y controlar los riesgos emergentes y los cisnes negros, como la COVID-19, y que podrían surgir en esta era de disrupción.”
(Fernando Cuñado,
socio responsable de Risk & Regulatory de KPMG en España).
Fernando Cuñado, socio responsable de Risk & Regulatory de KPMG en España, cree que, pasados los meses iniciales, las empresas son conscientes de que la Covid-19 ya forma parte de una nueva realidad con la que debemos convivir. “Solo queda aceptarlo, adaptarse a esta nueva situación y afrontar los nuevos riesgos derivados de la pandemia. En tiempos donde la incertidumbre es la única certidumbre, es necesario disponer de un mapa que identifique y mida los riesgos de una forma flexible y ágil”, anota Fernando Cuñado
Por ejemplo, muchas empresas han establecido procesos que aseguren que los riesgos para la salud y la seguridad de los empleados se entiendan y se gestionen con eficacia, pero, ¿Son capaces de adaptarse y evolucionar con la pandemia? ¿Están estructurados de manera eficaz, ágil y, sobre todo, flexible, de forma que se minimice el riesgo?
“En cualquier caso, parece claro que la valoración de los riesgos conectada y con capacidad de ponderar los efectos agregados de sus interrelaciones aportará una nueva visión evolucionada, y enriquecida, para la toma de decisiones y el impulso a una cultura de gestión más adecuada a los tiempos que vivimos. A medida que la volatilidad económica se convierta en la norma y el pasado deje de ser un indicador de lo que vendrá, los eventos aparentemente dispares pueden volverse inextricablemente vinculados. Esto hace que la evaluación de la exposición al riesgo sea especialmente difícil porque el riesgo es impredecible y contagioso, y está conectado globalmente dentro de estructuras organizativas complejas” sostiene Fernando Cuñado.
Estas son las principales claves de los nuevos mapas de riesgo:
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