Antes de que se anunciase la primera vacuna efectiva contra la COVID-19, la inmunización de la población se erigía como el factor clave para la recuperación económica, y la baza en la que confían los gobiernos. El presidente español Pedro Sánchez aseguró el pasado día 10 de mayo que el 70% de la población española estaría vacunada en 100 días (18 de agosto), cifra con la que se alcanzaría la denominada inmunidad de rebaño, que permitiría la reapertura total de la actividad económica.
No obstante, el FMI ya indicó en sus últimas previsiones que el ritmo al que se producirá la tan ansiada recuperación no solo vendrá determinado por el éxito de la campaña de inmunización, sino también por la profundidad del impacto generado por la COVID-19 en la estructura económica y por el alcance de los programas de estímulo fiscal que hayan desplegado los gobiernos.
La recuperación de las actividades ligadas al movimiento de personas dependerá del ritmo al que avance el proceso de vacunación. Cuanto mayor sea el acceso a las vacunas, más se acelerará ese proceso y menor será el impacto estructural sobre la economía. “Lograr la inmunización en tiempo y forma de la población será un revulsivo para el sector, estoy convencido de que nos inyectará no solo mayor tranquilidad, sino esperanza en la recuperación. Es sin duda un elemento clave en la dinamización de nuestras operaciones. Todo hecho que aporte seguridad a la ciudadanía redundará en la reactivación de la movilidad”, señala Francisco Iglesias, consejero delegado de Alsa.
Hasta la fecha Europa ha registrado unos ritmos de vacunación más lentos que otros países como Estados Unidos, Reino Unido, y, por supuesto, Israel. Los retrasos en la distribución y las suspicacias sobre los efectos secundarios de algunas vacunas han ralentizado el proceso. Una vez que la EMA ha avalado la vacunación con Janssen, el ritmo al que se está desplegando la campaña de vacunación se ha acelerado. En España, hasta el 10 de mayo, un tercio de la población adulta (32,5%) había recibido al menos una dosis y un 13,8%, la pauta completa. Dos semanas antes, la la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, afirmaba que el 70% de la población de la UE estaría inmunizada en julio, dos meses antes de lo previsto en febrero.
“Lograr la inmunización en tiempo y forma de la población nos inyectará no solo mayor tranquilidad, sino esperanza en la recuperación”.
Francisco Iglesias, consejero delegado de Alsa
La vacunación ocupará un lugar central en las estrategias corporativas. Tal y como revela el informe CEO Outlook Pulse 2021, las empresas están atentas al desarrollo de las campañas de inmunización. Seis de cada diez compañías encuestadas en este sondeo no retomarán el trabajo presencial en oficinas hasta que el proceso de vacunación se haya desplegado con éxito en sus mercados clave y tres de cada cuatro esperarán a que los gobiernos alienten a las compañías a recuperar la normalidad.
Juan de Antonio, CEO y fundador de Cabify, explica que la desescalada de su compañía se hará siguiendo las recomendaciones sanitarias y acompañando a sus usuarios y conductores colaboradores, con las máximas garantías higiénico-sanitarias para reducir al máximo los riesgos. “En cuanto a nuestros empleados, que han teletrabajado de manera permanente durante meses, hemos elaborado un nuevo protocolo de actuación que actualizamos periódicamente para combinar el modelo presencial y remoto, garantizando su seguridad y la de quienes les rodean”, añade.
“La desescalada de la compañía la haremos siguiendo las recomendaciones sanitarias y acompañando a nuestros usuarios y conductores colaboradores, con las máximas garantías higiénico-sanitarias para reducir al máximo los riesgos”.
Juan de Antonio, CEO de Cabify
El informe CEO Outlook Pulse 2021 también pone de manifiesto que nueve de cada diez CEO tienen la intención de pedir a sus empleados que les informen cuando hayan recibido la vacuna, lo que les ayudará a considerar medidas para proteger a sus plantillas. El 21% de las empresas adelanta que preguntará a clientes y a todos aquellos que se desplacen a sus instalaciones si están vacunados y uno de cada cuatro planea reducir los viajes internacionales hasta que la pandemia concluya. En los próximos meses la seguridad seguirá siendo la prioridad. “Velar por la salud de empleados y viajeros no es opcional, es intrínseco a nuestra propia viabilidad, por lo que seguiremos sumando en el futuro inmediato, como lo hemos venido haciendo. Por ejemplo, durante la crisis sanitaria, Alsa ha puesto a disposición de las administraciones sus propios recursos para emplearlos en la realización de pruebas de cribado y ha colaborado directamente en la notificación de casos identificados”, explica Iglesias.
La misma opinión comparte De Antonio, quien señala que a raíz de la pandemia reforzaron las medidas de seguridad de los vehículos, que se desinfectan periódicamente y cuentan con mampara de seguridad, y añadieron medidas de verificación a través de soluciones tecnológicas en la app para comprobar la disponibilidad de EPIs por parte de los conductores. “Todo esto nos ha llevado a ser una compañía de referencia en el ámbito de la seguridad en nuestro sector, sumando incluso nuevos usuarios que, antes de la pandemia, no necesitaban utilizar servicios como Cabify y que tienen nuevas necesidades que estamos resolviendo”, apunta.
La pandemia incluso ha cambiado la configuración de los espacios de gran afluencia de público. Para Javier Camy, director general de Aecom, ha acelerado el proceso de transformación hacia ciudades sostenibles y cuyo diseño se base en las personas. “Se impone el diseño de espacios más abiertos y ciudades de proximidad, que reduzcan los tiempos de desplazamiento y las emisiones, junto con la integración de nuevas tecnologías de análisis de afluencia de personas que permitan adoptar medidas de seguridad cuando sea necesario” explica.
Y es que la pandemia ha generado cambios que perdurarán a medio plazo. A la mayor preocupación por la salud, se suman la digitalización o el compromiso con la sostenibilidad.
“Se impone el diseño de espacios más abiertos y ciudades de proximidad, que reduzcan los tiempos de desplazamiento y las emisiones”.
Javier Camy, director general de AECOM
Tres de cada cuatro CEO afirman que la digitalización de sus operaciones se encuentra meses por delante de los previsto antes de la pandemia y dos de cada tres ha acelerado la transformación digital de sus modelos de negocio y sus flujos de ingresos. Además, la mitad de los CEO planea implementar prácticas ESG más rigurosas y nueve de cada diez (89%) prevén mantener los avances alcanzados durante la pandemia en materia de sostenibilidad y cambio climático.
Acelerar estos procesos para dar respuesta a las nuevas necesidades será clave para estimular la recuperación y fomentar el crecimiento en una economía que todavía encuentra dificultades para iniciar el camino de la vuelta a la normalidad.
El PIB español cerró 2020 con una caída del 10,8% en términos interanuales, dos décimas menos de lo que se había previsto. 2021 no ha comenzado mejor. La tercera y cuarta olas han obligado a decretar nuevas restricciones, que han ralentizado el ritmo de la recuperación, junto con otros factores como los efectos de la borrasca Filomena. Según datos del INE, la economía española se contrajo un 0.5% en los tres primeros meses del año.
Antes de conocerse este dato, el Ministerio de Economía había reducido al 6,5% la previsión de crecimiento para este año. Aparte de la evolución económica en el primer trimestre, el retraso que está experimentando la puesta en marcha de los fondos del Programa Next Generation EU motivó esta revisión. De hecho, el Ministerio trasladando parte del crecimiento esperado para este año al siguiente y anticipa un incremento del PIB del 7% para 2022.
Las previsiones de Economía para 2021 coinciden con las del FMI, no así las de 2022 (4,7% para el organismo internacional). En ambos casos, la recuperación no se produciría hasta 2022. La OCDE, no obstante, retrasa esa fecha a 2023 y apunta a España como la economía avanzada con peor crecimiento relativo en 2021 si se compara con el crecimiento esperado antes de que irrumpiera la COVID-19: las previsiones actuales se sitúan 6,4 puntos porcentuales por debajo de los cálculos previos a la pandemia. Este hecho es especialmente significativo, ya que las perspectivas de crecimiento del país en 2019 eran superiores a las de otros países europeos.
Con el objetivo de hacer frente a los efectos de la COVID-19 y promover una pronta recuperación los gobiernos han emprendido programas de estímulo que han incrementado notablemente las tasas de endeudamiento.
En España, la deuda pública llegaría a representar un 118,4% del PIB en 2021 y se estabilizaría en el entorno del 117% a partir de esa fecha. El déficit se situaría en el 9% este año (2,5 puntos menos que en 2020) para descender por debajo del 5% a partir de 2023. Aun así, estaría por encima del resto de las grandes economías europeas.
Cabe destacar las previsiones de endeudamiento para Estados Unidos: 2021 cerrará con un déficit del 12,9% y una deuda pública del 132% del PIB. Estas cifras reflejan el decidido impulso fiscal del gobierno norteamericano: los paquetes aprobados en 2020 y este año alcanzan ya el 25% del PIB, a los que habría que añadir los fondos del plan de infraestructuras (1,9 billones de dólares). Esta inversión ha impulsado las perspectivas de crecimiento, que se sitúan en el 6.5% para 2021, de modo de que la economía del país recuperaría los niveles de 2019 a mediados de año.
El impacto de la deuda pública está ligado a la evolución de los índices de interés: mientras estos se mantengan por debajo de las tasas de crecimiento, el servicio de la deuda estará bajo control. El impacto de la COVID-19 ha obligado a revisar a la baja las previsiones sobre tipos de interés, por lo que una subida repentina no parece un problema inminente, pero los gobiernos deben ser conscientes de que un leve incremento podría poner su balanza fiscal en riesgo.
La pandemia ha afectado especialmente a las actividades económicas más dependientes del movimiento de personas. De este modo la hostelería, la restauración, el comercio tradicional o el transporte han sido las más perjudicadas. Cuanto mayor es el peso de estos sectores en una economía, más profunda ha sido la contracción del PIB. Por esa razón, España ha experimentado una caída mayor en comparación con sus vecinos europeos.
Además, estas actividades son muy intensivas en empleo y más, concretamente, en empleo no cualificado, donde se concentra la población con rentas más bajas. Por esa razón, los efectos de la pandemia se dejan sentir tanto en la tasa de paro, como en la distribución de las rentas.
El Ministerio de Economía calcula que este año cerrará con una tasa de desempleo del 15,2%, 1,6 puntos porcentuales menos de lo que prevé el FMI. La desigual distribución geográfica de los sectores más afectados por la pandemia ha provocado un impacto asimétrico en el empleo entre territorios. En 2020, Baleares y Canarias fueron las comunidades autónomas en las que más aumentó el paro, seguidas de las regiones más más industrializadas (con la excepción del País Vasco). En cambio, la España interior y agrícola logró mejores registros. Estas diferencias explican el tratamiento que han recibido Canarias y Baleares en el reparto de fondos con respecto a otras comunidades.
La pandemia ha demostrado que las economías con gran tradición innovadora e industrial están capeando mejor el temporal que aquellas que están especializadas en servicios. Por tanto, a medio plazo, los países deberían consolidar un modelo productivo más digital y verde, y, por tanto, más resiliente ante disrupciones como la que ha provocado la COVID-19. De hecho, ese es el objetivo del programa Next Generation EU. Una vez que el proceso de vacunación masiva, imprescindible para la iniciar la salida de la crisis, parece encauzado, gobiernos y empresas deben huir de soluciones cortoplacistas y ser conscientes de que el esfuerzo fiscal que se está realizando en estos momentos no solo debe impulsar la recuperación, sino a sentar las bases del crecimiento futuro.
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